La desinflación mundial está avanzando a un ritmo más lento de lo esperado, lo cual contribuye a incrementar las perspectivas de tipos de interés más altos durante un período más prolongado. Esta situación aumenta los riesgos externos, fiscales y financieros, según ha advertido el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En el caso de las economías avanzadas, el FMI espera que el ritmo de desinflación se desacelerará en 2024 y 2025 ante la expectativa de que la inflación de los servicios sea más persistente y los precios de las materias primas más altos. Sin embargo, el enfriamiento gradual de los mercados laborales, junto con la caída esperada de los precios de la energía, debería hacer que la inflación general vuelva al objetivo para finales de 2025.
En el caso de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, el FMI espera que la inflación se mantenga más alta y que caiga más lentamente que en las economías avanzadas. Según el análisis del FMI, los riesgos de una inflación persistente en el sector de servicios están ligados tanto a la fijación de salarios como de precios, dado que la mano de obra representa una alta proporción de los costes en ese sector.
Implicaciones para la Política Monetaria
En opinión de la institución dirigida por Kristalina Georgieva, en aquellos países donde se han materializado riesgos al alza para la inflación, los bancos centrales deberían abstenerse de aplicar medidas de flexibilización demasiado pronto y permanecer abiertos a mayores restricciones si fuera necesario. Por otro lado, cuando los datos de inflación indicaran de manera alentadora un retorno duradero a la estabilidad de precios, la flexibilización de la política monetaria debería proceder gradualmente, lo que al mismo tiempo dejaría espacio para que se lleve a cabo la necesaria consolidación fiscal.
Riesgos Externos y sus Implicaciones
Adicionalmente, el FMI apunta que una apreciación prolongada del dólar derivada de las disparidades de tipos podría perturbar los flujos de capital e impedir la flexibilización planificada de la política monetaria en determinadas economías, lo que podría afectar negativamente al crecimiento.
En resumen, la lentitud en los avances en el proceso de desinflación mundial plantea importantes desafíos tanto para las economías avanzadas como para las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Los bancos centrales deberán mantener una postura vigilante y flexible para responder a estos riesgos persistentes, mientras que los gobiernos deberán coordinar sus esfuerzos de consolidación fiscal para apoyar los objetivos de estabilidad de precios.