En un momento en el que la sociedad española sigue luchando por sanar las heridas de un pasado marcado por la violencia y el terrorismo, el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, ha emitido un poderoso llamado a mantener vivo el «Espíritu de Ermua» en el 27 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA.
Este mensaje, cargado de significado y resolución, resuena como un recordatorio de que la memoria, la dignidad y la justicia deben seguir siendo pilares inquebrantables en nuestro camino hacia la reconciliación.
El 13 de julio de 1997, Miguel Ángel Blanco, concejal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Ermua, Vizcaya, fue secuestrado y posteriormente asesinado por el grupo terrorista ETA. Este crimen atroz conmocionó a la nación y desencadenó una de las mayores manifestaciones de condena y rechazo al terrorismo en la historia de España. El «Espíritu de Ermua», nacido de este trágico evento, se convirtió en un símbolo de la unidad y la determinación del pueblo español para hacer frente a la violencia y exigir justicia.
UN LLAMADO A MANTENER VIVA LA MEMORIA
En su mensaje, Alfonso Fernández Mañueco hace hincapié en que «en nuestra mano está mantener vivo el ‘Espíritu de Ermua’, la memoria, la dignidad y la justicia para todas las víctimas y sus familias». Estas palabras resuenan como un recordatorio de que la sociedad española tiene la responsabilidad de preservar la memoria de aquellos que han sufrido los efectos devastadores del terrorismo. Mantener viva la memoria de Miguel Ángel Blanco y de todas las víctimas es un acto de reconocimiento y respeto, que nos permite honrar su legado y asegurar que su sacrificio no fue en vano.
Más allá de la conmemoración de una fecha, el presidente de la Junta de Castilla y León nos insta a mantener vivo el espíritu de Ermua en nuestras acciones y actitudes cotidianas. Esto implica no solo recordar a las víctimas, sino también trabajar incansablemente para que la justicia prevalezca y la dignidad de todas las personas sea respetada. En un mundo que aún enfrenta desafíos relacionados con la violencia y la división, este llamado a la unidad y la determinación adquiere una relevancia aún mayor.
LA IMPORTANCIA DE LA JUSTICIA Y LA DIGNIDAD
El «Espíritu de Ermua» no solo evoca la memoria de Miguel Ángel Blanco, sino también el compromiso inquebrantable de la sociedad española con la búsqueda de la justicia y la dignidad para todas las víctimas del terrorismo. Alfonso Fernández Mañueco subraya que mantener vivo este espíritu implica velar por que la justicia se haga realidad y por que la dignidad de cada persona sea salvaguardada.
La búsqueda de la justicia es fundamental para cerrar las heridas del pasado y brindar a las víctimas y sus familias el reconocimiento y la reparación que merecen. Asimismo, la defensa de la dignidad humana es un principio sine qua non para construir una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa. Al aferrarnos a estos valores, honramos el legado de Miguel Ángel Blanco y de todos aquellos que han sufrido las consecuencias del terrorismo.
UN LEGADO QUE INSPIRA Y GUÍA
El «Espíritu de Ermua» trasciende el trágico evento que lo originó y se ha convertido en un faro que ilumina el camino hacia la reconciliación y la reconstrucción de una España unida y respetuosa de los derechos humanos. El llamado de Alfonso Fernández Mañueco a mantener viva esta llama es un recordatorio de que la memoria, la justicia y la dignidad son elementos indispensables para sanar las heridas del pasado y construir un futuro más justo y pacífico.
En un momento en el que las divisiones y los desafíos parecen acentuarse, este mensaje nos recuerda la importancia de preservar los valores que unieron a la nación española en torno a la condena del terrorismo. Al mantener vivo el «Espíritu de Ermua», reafirmamos nuestro compromiso con la democracia, la tolerancia y la defensa de los derechos de todos los ciudadanos, independientemente de sus diferencias.
La memoria de Miguel Ángel Blanco y de todas las víctimas del terrorismo en España debe ser un pilar fundamental de nuestra sociedad. Al seguir sus pasos y honrar su legado, nos aseguramos de que su sacrificio no haya sido en vano y de que las generaciones futuras hereden un país más justo, unido y respetuoso de los derechos humanos.