La Inteligencia Artificial (IA) se ha posicionado como una tecnología disruptiva con el potencial de transformar el sistema financiero global. A medida que su adopción se generaliza, es crucial que los bancos centrales se preparen para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades que presenta esta innovadora herramienta.
En un informe reciente, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) ha analizado en profundidad el vínculo entre la IA y el sector financiero. El organismo señala que la adopción generalizada de la IA puede tener implicaciones significativas en áreas como la dinámica de la inflación, la productividad y el crecimiento económico. Por lo tanto, el BPI considera «urgente» que los bancos centrales mejoren sus capacidades para comprender y gestionar los efectos de esta tecnología.
El Papel de los Bancos Centrales ante la Inteligencia Artificial
Según el informe del BPI, los bancos centrales deben asumir un doble rol en relación con la Inteligencia Artificial. Por un lado, deben actuar como observadores informados de los efectos de la IA en la actividad económica, anticipando su impacto en la oferta y la demanda agregadas. Por otro lado, deben adquirir experiencia como usuarios de la tecnología, incorporando la IA y datos no tradicionales en sus propias herramientas analíticas.
Para cumplir con este desafío, el BPI destaca la necesidad de impulsar la colaboración y el intercambio de experiencias entre los bancos centrales. Esto les permitirá formar una «comunidad de práctica» para compartir conocimientos, datos, mejores prácticas y herramientas de Inteligencia Artificial, reduciendo las demandas de infraestructura tecnológica y capital humano.
La Disrupción de la Inteligencia Artificial en el Sector Financiero
El jefe de Investigación y asesor del BPI, Hyun Song Shin, ha advertido que los «modelos de IA de nueva generación han cautivado nuestra imaginación colectiva por sus asombrosas habilidades«, pero también tienen una relación directa con la forma en que los bancos centrales realizan su trabajo.
Por su parte, Cecilia Skingsley, directora del Centro de Innovación del BPI, recuerda que los bancos centrales fueron los primeros en adoptar el aprendizaje automático y, por lo tanto, «están bien posicionados para aprovechar al máximo la capacidad de la IA para estructurar grandes volúmenes de datos no estructurados«.
En este sentido, la Inteligencia Artificial se presenta como una herramienta transformadora que desafiará a los bancos centrales a actualizar sus capacidades y estrategias para mantenerse a la vanguardia del sector financiero. Sólo a través de una (proactiva colaboración y adaptación) podrán los bancos centrales maximizar los beneficios y mitigar los posibles riesgos asociados a esta tecnología disruptiva.