Administración, industria alimentaria, organizaciones de consumidores y expertos científicos coinciden en apuntar a la corresponsabilidad de todos para reducir el consumo de los nutrientes críticos que inciden directamente en la obesidad, como son la sal, el azúcar y las grasas saturadas.
Así lo han puesto de manifiesto representantes de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la Federación de Industrias de Alimentos y Bebidas (FIAB) y el Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (Eufic) en el encuentro informativo ‘El consumidor pide, ¿la industria responde?’.
“Tenemos que luchar todos a una”, ha resumido la directora ejecutiva de la Aesan, Isabel Peña-Rey, en línea con la conclusión de Enrique García, portavoz de la OCU, que ha incidido en que el consumo de alimentos saludables y la reducción de los considerados ingredientes críticos son “un problema de todos” en el que “todos tenemos corresponsabilidad”.
Tanto la Aesan, como la comunidad científica o la industria, “compleja, pero también responsable”, coinciden en que “fomentar el diálogo y la colaboración intersectorial” es “fundamental” para “mejorar”, ha señalado Laura Fernández, directora general de Eufic, quien sí ve “voluntad por parte de todos”.
Entre esos esfuerzos, el plan de reformulación de ingredientes, que arrancó en 2016 y en el que participó la industria fabricante, la restauración y las máquinas de vending, permitió alcanzar los objetivos en un 95% de los convenios suscritos. La representante de la Aesan ha citado, como ejemplo, los límites máximos que se pusieron para el contenido de sal en el pan y también que aún hay “margen de mejora en la reducción de este ingrediente”.
Por su parte, Enrico Frabetti, director de Política Alimentaria, Nutrición y Salud de FIAB, ha señalado que éste ha sido un proceso “exitoso, como ha reconocido la OMS” pero, a la vez, “largo y no sin dificultades”, por involucrar a muchas empresas de tamaño reducido. ”Es importante recordar que, aparte del plan, muchas empresas llevaban ya años reformulando sus productos”, ha añadido.
“Reconocemos los esfuerzos pero no estamos de acuerdo con el ritmo, siempre vamos a querer más”, ha añadido el representante de la OCU, que también ha indicado que “hay que centrar el objetivo en grasas saturadas, azúcares y sal” aunque no siempre resulta fácil porque “los propios consumidores están acostumbrados a un sabor”.
Con uno de cada tres niños españoles de entre 2 y 17 años con exceso de peso, los expertos coinciden en que estamos ante un problema de salud pública y una “epidemia”, una situación que choca, aún más si cabe, en un país como España, con una mayor accesibilidad a los alimentos frescos y de temporada.
Se trata, según coinciden, de un problema de concienciación pero también de acceso y asequibilidad, condicionado de una forma “definitiva” por la capacidad socioeconómica y cultural de cada consumidor.
TRABAJO DE LAS ADMINISTRACIONES
La Aesan trabaja en sendos reales decretos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas con alto contenido en grasa, azúcares y sal dirigido a menores y para el fomento de una alimentación saludable y sostenible en centros educativos, que Peña-Rey considera “muy necesarios e importantes” en cuanto a que se trata de medidas que introducen equidad y reducen la desigualdad social.
“Permitirá garantizar que todos los niños tengan al menos una comida saludable al día. Es una de las medidas más equitativas que podemos hacer para reducir esa enfermedad producida por esa desigualdad social”, ha dicho Peña-Rey, antes de que el responsable de la OCU tildara las dos normativas de “absoluta y urgentemente” necesarias.
Sobre la labor de las instituciones, García ha acusado de “dejación de funciones” a la Comisión Europea por tener olvidado “en un cajón” el reglamento de perfiles nutricionales, que supone que la UE no cuente con ningún instrumento de este tipo y tenga que recurrir a la OMS.
LA IMPORTANCIA DE LA EVIDENCIA CIENTÍFICA
Durante el evento, la OCU ha destacado la importancia de basar las recomendaciones alimentarias en evidencia científica para evitar desinformación, bulos y malos hábitos. Asimismo, ha insistido en que las herramientas y etiquetados para consumidores deben estar respaldados por “la evidencia científica más actual”, siendo flexibles para adaptarse a nuevos descubrimientos, pero sin perder este rigor.
Del mismo modo, desde la Aesan abogan por un etiquetado frontal “más accesible y claro” para los consumidores y por educarles sobre la interpretación de ese etiquetado, no de manera puntual sino “continua” en el tiempo.
Por otro lado, el representante de FIAB, ha pedido no perder el foco en lo que considera una cuestión “fundamental”, como es la educación. Lo ha hecho para explicar que un etiquetado basado en colores o números, aunque se mejore, no debe sustituir la formación en nutrición que debería tener el consumidor.
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