Miyazaki se busca a sí mismo en ‘El chico y la garza’

El interés por ‘El chico y la garza’ era de esperarse, pocos directores han tenido un impacto más importante en el mundo de la animación que el japonés Hayao Miyazaki. El fundador del estudio Ghibli es el responsable de películas tan icónicas como ‘Mi vecino Totoro’, ‘La princesa Mononoke’ o ‘El viaje de Chihiro’, entre otra lista de obras maestras indiscutibles. Cada una de ellas dejó una marca permanente en la forma de entender la animación, y muchas veces todo el cine de fantasía.

Pero que su nueva película sea igual de potente visualmente que esos clásicos, y que pueda resumir en buen nivel su carrera como artista, parece un milagro, un maestro caminado adelante mientras mira atras. Es cierto que a diferencia de otros trabajos del japonés, aquí se permite jugar con conceptos que usualmente no tienen espacio en su cine, en particular la abstracción pura. Es que al igual que ‘Chihiro’ esta cinta empieza como una versión en clave Miyazaki de ‘Alicia en el país de las maravillas’, pero termina transformándose en un panfleto necesario para el director sobre la importancia de crear mundos de fantasía para entender y enfrentar la realidad. 

Vamos por partes. ‘El chico y la garza’ cuenta la historia de Mahito un chico de 12 años que, al igual que su director, perdió a su madre en un incendio durante los bombardeos a Tokio de la segunda guerra mundial. Esto lo lanza a un pueblo donde su padre, que se vuelve a casar ahora con la hermana de su madre, consigue trabajo dirigiendo una fábrica de armas. Allí, como Alicia, termina siguiendo a un animal a un mundo mágico, pero en vez de un conejo es una garza. 

Desde allí es complicado hablar de la película sin entrar en detalles sobre la historia, pero lo importante es que se trata de un mundo que termina usando piezas del resto del universo de su director. Es una cinta autobiográfica, pero también un viaje interno a través de su forma de construir universos fantásticos para intentar entender la realidad, y que termina revisando la motivación de las mentes dedicadas a esto. También hay periquitos que comen gente, almas que crecen en los árboles y al menos un personaje capaz de controlar el fuego, después de todo seguimos hablando del cine fantástico de Miyazaki. 

Pero cuando termina ‘El niño y la garza’ hemos visto no solo a su director revisar en clave de abstracción la herida de la muerte temprana de su madre, sino que le hemos visto dar una tesis final sobre su trabajo. Es un esfuerzo importante, que bien podría ser una despedida al cine del autor, en cualquier caso una más lógica que la reciente ‘El viento se levanta’ no por qué aquella cinta sobre la guerra y la capacidad creadora no fuese una gran película, sino por qué la fantasía pura siempre ha sido una de las piedras angulares del cine del director, tanto como su optimismo y su humanismo que transforma sus mejores cintas en un abrazo. 

UNA PRODUCCIÓN LIBERADORA

Por su prestigio, las películas de Ghibli tienen una ventaja sobre el resto del cine animado, en particular el japonés: No trabajan con fechas de entrega. Eso permite a sus creadores tomarse el tiempo necesario para pulir sus historias y sus imágenes. Ya lo hicieron con la larga producción de ‘La historia de la princesa Kaguya’ y darle a un cineasta con la visión de Miyazaki la libertad, no solo de hacer lo que quiera, sino todo el tiempo que pida para lograrlo, permite resultados bastante cercanos a la inalcanzable perfección.

El Chico Y La Garza La Nueva Pelicula De Hayao Miyazaki

Es que aun sin su guión introspectivo, es una cinta que valdría la pena ver en la pantalla más grande posible por la belleza de su animación artesanal. Aunque en ‘El chico y la garza’ Miyazaki recurre por primera vez a la animación digital, en una secuencia que brilla precisamente por qué se permite romper estéticamente con el resto de la obra, la mayoría de la cinta está hecha a mano, y se nota en su belleza, así como con el cuidado con el que se construyen las imágenes y las ideas. 

UN BUEN AÑO PARA LOS VIEJOS MAESTROS MÁS ALLÁ DE MIYAZAKI Y ‘EL CHICO Y LA GARZA’

Pero el japonés no es el único de los genios históricos que está trabajando en clave crepuscular en este momento. Scorsese acaba de sorprender con ‘Los asesinos de la luna‘ y Ridley Scott juega de nuevo en el lienzo más grande posible en ‘Napoleón’, además Clint Eastwood espera estrenar ‘Jurado número 2’ el año próximo y Francis Ford Coppola ha terminado su ya mítica obra inconclusa ‘Megalópolis’, que debería ver la luz el año que viene. 

El propio Miyazaki, quizás ya cansado de anunciar su propio retiro, ha dicho que se encuentra ya listo para empezar la producción de su próxima cinta. A sus 82 años cualquiera de sus estrenos puede ser el último, por lo que es buena idea mantenerse cerca de la obra.