Los problemas de los festivales de 2023 no han sido ningún secreto. Protestas de los vecinos de Getafe que terminaron por hacer complicado el uso del «Espacio Mad Cool» para varios eventos, la cancelación del Dcode tras perder a su cabeza de cartel, un problema que el Mad Cool Sunset tuvo que afrontar el año pasado, y la decisión del Primavera Sound de abandonar la capital tras un intento de tener dos ediciones en España han mostrado que a pesar de haber cumplido en taquillas el modelo de los macrofestivales empieza a mostrar grietas.
Los problemas son varios, pero todos parecen salir de la saturación de macrofestivales que vive el país. Solo repasando los nombres más conocidos: Cala Mijas, BBK, Primavera Sound, Mad Cool, Dcode y Arenal Sound tienen que competir por fechas, precios, cabezas de cartel y asistentes. Esto genera una situación en que si un artista se cae del cartel sea complicado, sobre todo para un festival mediano o pequeño.
La situación es delicada, como lo demostró la semana en Madrid en que se cancelaron el Reggaetón Beach Festival y el festival Dcode casi al mismo tiempo que se anunció que de momento no habría más ediciones madrileñas del Primavera Sound, además este último festival tuvo que cancelar una fecha, pues su terreno no estaba preparado para las lluvias que hubo esos días en la capital. Si bien cada uno tuvo una explicación distinta para su cancelación, la suma es suficiente para activar las alarmas.
A pesar de eso de momento los más importantes se mantienen con la idea de volver el año que viene. El Primavera Sound de Barcelona y el Mad Cool ya tienen fechas oficiales, el primero del 30 de mayo al 1 de junio y el segundo del 11 al 13 de julio, pero el madrileño mantiene la incógnita de donde se realizará su próxima edición después de las controversias generadas por el conocido como «espacio Mad Cool», llamado oficialmente Iberdrola Music, en Getafe. Dado que el ayuntamiento está intentando que no se sigan haciendo eventos en el recinto parece una situación complicada de enfrentar.
El propio Parc Del Fórum donde se realizan el Primavera Sound o el Crüilla, ha recibido críticas de algunas organizaciones de vecinos como la llamada ‘Stop Concerts’ que ha presentado denuncias contra los festivales por el ruido varias veces, aunque no han podido hacer que cambien de sitio, ni han conseguido el mismo apoyo que han conseguido los vecinos de Getafe de su ayuntamiento.
LA IMPORTANCIA DE LOS FESTIVALES
A pesar de que hay problemas evidentes en el formato es necesario señalar que los festivales son parte necesaria del ecosistema musical moderno. De hecho en un país como España hay artistas como Lizzo, Kendrick Lamar, Sam Smith, Blur o Queens Of The Stone Age claves en la escena pop moderna y que seguramente no podrían hacer acto de presencia y llenar un gran escenario que justifique su costo sin la fuerza de un festival detrás.
Además, en el caso del Primavera Sound su organización también organiza los «Primavera Tours» que permite la presencia en salas de concierto españolas, uno de los mercados que sigue sufriendo por el golpe pandémico, de artistas internacionales como King Gizzard and the Wizard Lizard o los argentinos de ‘Él mató a un policía motorizado’, nombres de «mitad de cartel» pero que son los que permiten a las salas sobrevivir.
También es cierto que las dos principales ciudades del país son las que reciben la mayoría de las críticas. Tanto el BBK de Bilbao como el Cala Mijas de Málaga han podido evitar este tipo de protestas al celebrarse lejos de centros residenciales, de hecho el segundo ha conseguido tan buena prensa que el propio Pedro Sánchez se dejó ver por la prensa entre los asistentes.
OTRAS OPCIONES DE FESTIVALES «TALLA MEDIANA»
Pero además de la recuperación de los grandes festivales, 2023 ha sido un buen año para los eventos «medianos», o que se presentan en forma de ciclo de conciertos. Propuestas como la de Inverfest, Noches del Botánico, el Alma Festival o el Río Babel han sabido construir su espacio sea separándose a modo de ciclo o bien manteniendo el techo en 20.000 asistentes, un número que, por otro lado, no es nada despreciable.
En 2022 solo la venta de entradas en festivales generó unos 429 millones de euros en la economía
Pero esto no quiere decir que un país como España pueda dejar de lado los macrofestivales. En 2022 solo la venta de entradas generó unos 429 millones de euros en la economía, esto sin contar los gastos de consumo durante estos eventos de cada uno de los asistentes que dependiendo del cálculo oscilan en un promedio de 400 a 500 euros más la entrada por el fin de semana, que la industria cultural perdiera este ingreso sería un golpe complicado de encajar.
Es un tema que se tendrá que explorar también desde el ministerio de cultura que asuma tras la formación de un nuevo gobierno. Aunque no se puede negar el apoyo que ha recibido el sector para afrontar 2020 y 2021 sigue sin ser suficiente para estabilizarse. Pero no deja de ser preocupante que mientras países como Reino Unido o Bélgica usen Glastonbury y Tomorrowland como cartas de presentación en España se tenga dudas de si hay espacio para estos eventos.
