Tamara Falcó e Íñigo Onieva, ¿nueva fiesta a la vista o es que Isabel Preysler les ha devuelto las sobras de su pedida?

El hermetismo continúa rodeando a la fiesta de compromiso de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Tal y como se venía especulando, y respetando así el deseo de la familia del empresario de mantenerse al margen del foco mediático, la pareja no ha vendido la exclusiva de su pedida de mano a su revista de cabecera y tampoco ha compartido ninguna imagen en sus redes sociales, por lo que la expectación sobre cómo fue este día tan especial no deja de aumentar.

Gracias a las ‘filtraciones’ que su entorno ha hecho a diferentes periodistas hemos sabido que la cordialidad fue la tónica dominante, que Isabel Preysler hizo buenas migas con los padres de Íñigo -especialmente con su padre, Íñigo Onieva Sr, con el que conversó largo rato- y que éste acogió a su futura nuera, Tamara, como una más de la familia.

Además, ha trascendido que la novia lució un vestido lila -mismo color que eligió su ‘suegra’, Carolina Molas- y que su madre se decantó por el azul; en cuanto a la decoración de la casa de la ‘reina de corazones’, se sabe que estaba repleta de lirios y de hortensias; e incluso conocemos qué tipo de música se escuchó durante la velada: al principio, una violinista amenizó la cena y posteriormente, durante la fiesta, actuó un grupo de rock en directo regalo del primo favorito de Tamara, Álvaro Castillejo.

Sin embargo, el menú que degustaron los invitados continúa siendo todo un misterio. Platos elegidos personalmente por la marquesa de Griñón de los que no se ha filtrado nada a la prensa. Lo que sí estamos en condiciones de confirmar es que la bebida corrió a cargo de la familia paterna de la socialité, propietarios de las bodegas Marqués de Griñón. Suyo fue el vino con el que brindaron por la felicidad de los novios.

Bebida que suponemos que hubo en abundancia; tanto es así que sobraron tantas botellas de alcohol que Isabel Preysler no ha dudado en devolver a la pareja. El chófer de la filipina llegaba a la casa de Tamara e Íñigo cargado con las bebidas que no se consumieron durante su pedida.

Una caja de plástico de una conocida superficie donde se adivinaban diferentes botellas de vino, otra de cartón de Verdejo de Marqués de Griñón, algún que otro estuche de madera -donde iba el champagne- y una bolsa de cartón roja entre otras cosas que la asistenta de la pareja bajó a recoger al portal. Lo que sí desconocemos es qué harán Tamara e Íñigo con tal cantidad de alcohol. ¿Nueva fiesta a la vista para celebrar su felicidad con su entorno más cercano antes de su boda?