Consejos para sortear las tres grandes barreras arquitectónicas a la accesibilidad física

La búsqueda de soluciones que mejoren la movilidad en espacios públicos y privados gana espacio entre las prioridades de los técnicos en urbanismo y construcción de instalaciones. Su incorporación está permitiendo eliminar obstáculos y mejorar la accesibilidad física de millones de personas. Barreras arquitectónicas que aún perviven en multitud de espacios públicos y privados, pero que tienden a desaparecer, aunque aún hay mucho camino que recorrer en nuestro país.

Así lo reconoce Alberto Badás, marketing manager de Stannah España, y asegura que “aunque existen leyes que abogan por la supresión de las barreras arquitectónicas en espacios públicos y privados, menos del 1 % de las viviendas en España cumplen los criterios de accesibilidad universal, una cifra que contrasta frente a los más de 2 millones de personas con movilidad reducida que hay en nuestro país”, subraya.

Como también señala el especialista, no hay excusas para mejorar las condiciones de vida de un amplio colectivo de ciudadanos, “porque ya contamos con medios técnicos para hacerlo realidad, como rampas, sillas salvaescaleras, ascensores domésticos o plataformas elevadoras”.

Stannah España, fabricante líder mundial en movilidad, propone soluciones para eliminar barreras arquitectónicas, como estas:

Barreras arquitectónicas urbanas (BAU).

Las BAU son aquellas que se encuentran en los espacios públicos y en las vías de libre circulación. Para acabar con este tipo de barreras, es necesario adaptar las aceras, eliminando desniveles —como los bordillos para acceder a un paso de cebra—; ensanchando el pavimento para permitir el paso de sillas de ruedas, scooters de movilidad o andadores; y suprimir señales que se encuentren en medio de la acera. La mayoría de las comunidades autónomas cuentan con normativas específicas que regulan la eliminación de estas barreras en espacios públicos e invierten grandes sumas de dinero para llevarlas a cabo.

Barreras arquitectónicas del edificio (BAE).

Situadas en edificios públicos o privados, solo pueden resolverse con la adaptación de accesos, eliminación de desniveles entre plantas o mejora de zonas de acceso, con un ancho de unos 90 centímetros para facilitar el paso de las sillas de ruedas. Para evitar escaleras entre plantas, se puede optar por diferentes soluciones; como rampas con una inclinación que no supere el 12 % y pasamanos a ambos lados para ayudar en la subida. También se pueden evitar las escaleras con elementos eléctricos. En este caso, las sillas o plataformas salvaescaleras son una alternativa de instalación sencilla, que apenas consumen electricidad y contribuyen al acceso en total libertad de las personas con movilidad reducida por todo el edificio.

“En muchas ocasiones solamente se tiene en cuenta las alternativas de la rampa o el ascensor, pero a veces es más práctica la instalación de una silla salvaescaleras, no solo por el tiempo del montaje sino por el tipo de desnivel. En Stannah, evaluamos cada caso de forma individual, buscando la solución más propicia para cada ocasión y espacio con el fin de adaptarlo de la forma más adecuada”, explica el marketing manager de Stannah España.

Barreras arquitectónicas del transporte (BAT).

Este tipo de barreras arquitectónicas son las que dificultan o impiden el uso del transporte público, tales como paradas de metro que no cuentan con ascensor o autobuses sin espacios habilitados para sillas de ruedas. Para garantizar el acceso de todas las personas al transporte público hay que instalar los elementos necesarios para salvar los desniveles, así como habilitar los espacios necesarios dentro del vehículo para el trayecto. Los autobuses y vagones de metro tienen que contar con rampas de acceso, al igual que las estaciones.

“Además de estas barreras arquitectónicas, que se centran en la accesibilidad física, existen también las barreras de comunicación, en las que muchas entidades públicas y privadas están ya trabajando. En ese sentido, al igual que instalar ascensores, rampas o sillas salvaescaleras como las que fabrica Stannah es un avance importante para mejorar la movilidad, situar semáforos y ascensores con sonido para personas ciegas, o letreros informativos para personas sordas”, concluye Badás.