La Audiencia Nacional juzga a cinco acusados de crear una red yihadista en distintas cárceles

Desde este mismo lunes la Audiencia Nacional (AN) juzga a cinco presuntos miembros de una red yihadista formada mientras cumplían condena en prisión entre los años 2014 y 2019, por organización terrorista. Al parecer, los presos habrían intentado unirse a otros reos relacionados con el terrorismo islamista para que ninguno de ellos estuviera tentado a «abandona la yihad con armas». Se comunicaban por carta, en muchos casos. 

Esas son, de momento, las conclusiones provisionales de la Fiscalía, que pide 12 años de cárcel y 10 de libertad vigilada para cada uno de ellos, a los que acusa del delito de constitución de grupo terrorista. De manera subsidiaria, el Ministerio Público solicita 8 años de prisión y 3.600 euros de multa por colaboración con organización terrorista o por captación y adoctrinamiento.

Se da la circunstancia de que los cinco que se sientan en el banquillo ya habían sido condenados por la propia AN. En 2008 y a 14 años de cárcel lo fue Abderrahmane T., conocido como Mohamed A.; en 2019 y a 8 años, Mohamed E.; en 2016 y a 12 años, Karim A.; también en 2016 pero a 10 años, Abdelah A., y en 2019 y a 12 años, Lahcen Z.

«Actuando de común acuerdo», los cinco acusados decidieron formar una red para liderar a «todos» los encarcelados por terrorismo yihadista en diferentes cárceles del país para que «no abandonaran dicho ideario» y «actuaran conforme a directrices comunes», según la Fiscalía.

Con todo, la red habría extendido sus tentáculos más allá de condenados por terrorismo para «adoctrinar, radicalizar y captar» a nuevos adeptos difundiendo consignas afines a Estado Islámico.

Para el Ministerio Fiscal, los acusados mantuvieron contacto mediante cartas, de las cuales «muchas» escaparon del control de Instituciones Penitenciarias. Una, en la que el líder de la red denunciaba sufrir violaciones de sus derechos en la cárcel, acabó publicada en internet. En las misivas había sobre todo textos religiosos y ‘nasheeds’, cánticos utilizados por las organizaciones yihadistas para alentar el ánimo de sus militantes y combatientes.

SEGUIR LA YIHAD FUERA DE LA CÁRCEL

Siempre según el fiscal, los acusados de integrar la red querían que la radicalización no se limitara al tiempo de estancia en prisión y animaban a continuar como un «grupo compacto» la difusión de la yihad en la calle, una vez cumplido el castigo entre rejas.

Abderrahmane T. ingresó en la cárcel de Estremera (Madrid) en diciembre de 2015, estuvo allí hasta febrero de 2018 y habría sido el promotor de la red. «Con intención de llamar la atención de los reos que pudieran mostrar simpatía con la organización terrorista DAESH o que hubieran sido condenados por actividades relacionadas con el terrorismo islámico», hizo en 2017 una serie de pintadas, como la bandera de Estado Islámico, en el interior de la cárcel.

Realizadas en las zonas comunes, las pintadas contenían mensajes como «nosotros somos los soldados del Califato», «el Estado Islámico somos nosotros», «somos un Califato según el método del profeta«.

Abderrahmane T. defendía ante sus compañeros que estaban encarcelados como «presos políticos islamistas». La Fiscalía relata que él trataba como fuera de contactar con los presos vinculados o simpatizantes del DAESH: «Los buscaba en el patio, hablaba con ellos, no sólo con los que estaban en su galería sino también en galería próximas, a voces, para salvar los muros de separación». Y cuando le era difícil ser escuchado, se comunicaba por gestos.

Tras pasar por la cárcel madrileña, el acusado fue trasladado a Murcia, donde siguió «de nuevo» actuando como «guía» de los presos. Reclamó a la dirección del centro que agrupara a los reos «islamistas» en el mismo módulo, pero su petición fue rechazada, a lo que él respondió iniciando una huelga de hambre, que se prolongó 45 días, pues quería hacerles ver que la yihad conlleva sacrificios.

CARTAS A LOS CONDENADOS POR EL 11M

El intercambio epistolar entre los acusados, que decían formar parte de «frente de cárceles», comenzó entre Abderrahmane T. y Mohamed E., que coincidieron entre los muros de Estremera, donde a su vez estuvo Karim A., alias ‘Marquitos’. El presunto líder de la red ya conocía a Lahcen Z. de su paso por prisión en Castellón.

Las cartas escritas por el líder de la red llegaron a un gran número de presos, mencionaban de manera recurrente al DAESH y festejaban las victorias yihadistas en plena guerra civil de Siria. Tres días después de los ataques de Barcelona, en agosto de 2017, el número de misivas aumentó a la vez que el «discurso de odio». Las misivas llegaron a otros presos por terrorismo, como a algunos de los condenados por el atentado del 11 de marzo de 2004 en Madrid.

Uno de los acusados, Abdelah A., se erigió en imán, en un «referente espiritual» dentro de la cárcel. Convencido de ello, llamaba al rezo cinco veces al día desde la ventana de su celda al resto de reos musulmanes, «siempre según la interpretación radical del islam». Y tomaba nota de quién no lo hacía, asegura la Fiscalía.