Refugiadas procedentes de Ucrania dicen que Putin les ha «estropeado la vida»

Las jóvenes ucranianas Ania Tokaruk y Alexandra Fomiuk, recién llegadas a San Sebastián en el convoy fletado por DYA Guipúzcoa desde la frontera con Polonia, han lamentado que con esta invasión el presidente ruso, Vladimir Putin, les ha «estropeado la vida» y desearían poder volver a su país porque allí lo han dejado «todo».

Tokaruk y Fomiuk, vecinas de la población ucraniana de Kotsubinskoe, forman parte del grupo de 17 personas procedentes de Ucrania que, junto a voluntarios de DYA, han llegado este viernes a la capital guipuzcoana. En el País Vasco se alojarán con familias, a excepción de cinco de ellos, que estarán de paso ya que van dirección Oviedo.

Ania y Alexandra, de 19 y 20 años, han explicado a los periodistas que ambas han estado viniendo entre cuatro y cinco años a España para pasar los veranos con familias de acogida, por lo que conocen la zona y les «gusta muchísimo».

Tokaruk ha explicado que han tenido que realizar un viaje de cuatro días desde su salida de Kiev, pasando por la frontera polaca, hasta que han sido recogidas por el equipo de DYA. «El viaje ha sido muy duro, estamos muy cansados pero muy contentos, y les agradecemos muchísimo por hacer esto».

La joven no ha podido evitar las lágrimas al señalar que lo han «dejado todo» en Ucrania. «Es muy difícil, hemos dejado toda la familia, todo, toda nuestra vida, pero espero que aquí vayamos a estar mejor», ha expresado.

Alexandra ha detallado que, en su casa, su familia de acogida les ha recogido junto con su madre y su hermana. Ania, por su parte, irá con otra familia, y le recogen este sábado en Valencia, donde está su hermana.

Las dos jóvenes desconocen cuánto tiempo vamos a tener que estar aquí, pero desean volver a su país porque, según ha dicho una de ellas, «he dejado allí a casi toda mi familia y mis amigos».

«Ahora no se puede volver porque hay mucha guerra y eso da miedo, duermes con los disparos y las bombas y da mucho miedo, espero que acabe todo pronto», ha afirmado Ania, quien ha lamentado que Putin «nos ha estropeado toda la vida». «Queremos estar en nuestra casa y en nuestra vida como siempre la hemos vivido, estudiar. No he acabado los estudios, de momento no soy nada en esta vida porque no tengo nada, estoy sola y eso da mucha pena», ha lamentado.

Oksana, una ciudadana ucraniana que vive en Guipúzcoa y que ha acudido a recoger a su nieta y su nuera y que ha participado en el viaje como intérprete, ha querido mostrar el «agradecimiento profundo» del pueblo de Ucrania a los que se han implicado en esta iniciativa y que han prestado su ayuda en «estos momentos tan duros».

En esa línea, ha reiterado que el viaje ha sido «muy duro» para estas persona. «Había gente que llevaba días sin dormir, pero están todos muy emocionados» tras su llegada a Euskadi, ha señalado esta mujer, quien ha destacado que «hay mucha gente a la que ayudar». «En Ucrania están organizando trenes de evacuación, pero no caben todos y cada día hay miles de personas intentando cruzar los corredores», ha asegurado.

VIAJE «DURO Y SATISFACTORIO»

Por su parte, el voluntario de DYA Guipúzcoa Javier Barace ha explicado que han estado en la frontera de Ucrania con Polonia, concretamente en el campo de refugiados de Medyka, con el objetivo de llevar material sanitario, dejarlo para las necesidades de la población ucraniana, y también para aprovechar el viaje y, una vez vacías las furgonetas, «llenarlas con refugiados».

Según ha explicado, «las cosas han salido bien, el viaje ha sido pesado, duro, pero la estancia allí ha sido muy productiva, muy dura y a la vez muy interesante y muy satisfactoria, sobre todo porque hemos visto las dos caras de la moneda, por un lado lo que sufre la gente y por otro la solidaridad que despierta esa desgracia».

Barace ha destacado que «los polacos que hemos visto allí trabajando con los refugiados son un ejemplo de entrega, de solidaridad, de amor a los demás, que nos ha dejado emocionados».

En esa línea, ha reiterado que «el viaje ha sido duro» puesto que son «2.600 kilómetros cargados en vehículos que no son precisamente los más cómodos, pero que nos ha permitido hacer lo que nos proponíamos, que era salir de Gipuzkoa, hacer algo por los demás en unas condiciones difíciles». «Ha sido un viaje muy duro, muy bonito y muy cansado», ha añadido.

Así, ha explicado que esta iniciativa surgió de unos voluntarios de DYA que pensaron que «podríamos echar una mano allí» y ha querido resaltar que en la asociación cuentan con «un equipo extraordinario, que han hecho un trabajo que no tiene precio».

«Empezamos con esto a trabajar el jueves y el martes 8 salíamos con los vehículos llenos para Polonia. Han trabajado lo indecible, nosotros al final hemos hecho la parte más sencilla, que es coger los coches, conducir, ir hasta allí dejar unas cosas y recoger a unas personas, pero detrás hay mucho trabajo», ha asegurado.

Preguntado por si tienen intención de realizar un nuevo viaje hacia la frontera polaca, el voluntario de DYA ha señalado que primero van a «descansar, evaluar cómo ha sido esto, qué podemos mejorar y si tenemos capacidad de hacerlo mejor y una vez que hayamos hecho todo eso decidiremos».

«Vamos a seguir ayudando en todo lo que podamos a las necesidades que puedan tener los ucranianos que están aquí y en su país sufriendo. Si vemos que tenemos oportunidad de volver volveremos, pero todavía es prematuro poder afirmarlo», ha concluido.