Un investigador del ‘caso Villarejo’ apunta a un supuesto agente del CNI como cabeza del espionaje de ‘Pintor’

Uno de los investigadores de ‘Tándem’ ha apuntado este miércoles, durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por tres piezas separadas de esta macrocausa, a Gervasio Cañabate, uno de los muchos acusados, como un ex agente del CNI que habría dirigido el operativo de seguimiento al empresario y al ex juez que habrían sido espiados en el proyecto ‘Pintor’, uno de los supuestos encargos al comisario jubilado José Manuel Villarejo.

El inspector ha comparecido como testigo por ser el agente que se hizo cargo de las pesquisas policiales cuando el instructor principal, Gonzalo Fraga, tuvo que ausentarse unos meses. En ese tiempo se centró en la pieza 6 (‘Pintor’), sobre el encargo que los hermanos Fernando y Juan Muñoz Támara habrían hecho a Villarejo para espiar al empresario Mateo Martín Navarro y a su abogado y ex juez Francisco Javier Urquía en el marco de una disputa empresarial.

Según ha contado el agente de la Unidad de Asuntos Internos (UAI), la primera vez que escucharon el nombre de Cañabate fue porque Nuria Morales, una de las detectives subcontratadas por el comisario para este cometido, les indicó tras ser detenida que «es Gervasio quien la pone en contacto con Villarejo».

Les detalló que fue en esa primera reunión con Villarejo en la Torre Picasso de Madrid, el cuartel general de CENYT, el grupo empresarial del comisario, donde éste último le hizo entrega de «datos de bases policiales».

A lo largo del juicio ha sobrevolado la idea de que Cañabate fue agente del CNI. Villarejo lo perfiló como tal, pero el supuesto espía no corroboró este extremo durante su declaración del 13 de enero. Sí confirmó que puso en contacto al comisario, porque habían trabajo juntos, y a Morales, porque era como «familia» al ser hija de un antiguo compañero. Ella, días después, dijo que actuó convencida de que ‘Pintor’ era un trabajo para Policía y CNI.

«El señor Gervasio sí parece que era miembro del CNI o es miembro del CNI», ha dicho el inspector, puntualizando a preguntas del abogado de Cañabate que no hicieron ninguna verificación con la Inteligencia española, sino que dieron por bueno lo manifestado de Cañabate, Morales y el padre de ella.

«PODÉIS IR A DESAYUNAR»

Sobre el rol que habría jugado el supuesto espía en ‘Pintor’, el testigo ha asegurado que parecía ejercer funciones de dirección dentro del grupo de detectives que se ocuparon de las vigilancias y seguimientos a Martín Navarro y Urquía.

A este respecto, ha mencionado tres indicios, dos referidos a las conversaciones de WhatsApp. En un primer chat, del que formaban parte todos los implicados, ha comentado que Cañabate daba «instrucciones» –«Hay un mensaje donde dice: ‘Podéis ir a desayunar'», mientras que en un segundo chat entre Morales y otra detective, Elisa Gabán, la primera traslada a su subordinada que debe «analizar» una documentación con él.

En tercer lugar, el inspector ha destacado el hecho de que Cañabate habría sido la persona que recibió de Villarejo el sobre que completaba el pago final de 20.000 euros por ‘Pintor’, para dárselo después a Morales.

Además, ha recordado que Cañabate también estuvo presente en algunas de las vigilancias realizadas al empresario y al ex juez, algo que él atribuyó a una mera función de apoyo porque Morales se sentía insegura en la zona donde debían hacerlas.

Las defensas han intentado cuestionar el contenido de esos chat porque no se han encontrado en los teléfonos móviles de los demás acusados, sino que constan solo en un documento de texto que aportó la propia Gabán durante el registro de su vivienda.

El testigo ha subrayado que no había forma de encontrar los chat originales porque las compañías telefónicas no retienen ese tipo de información, al tiempo que ha reivindicado la indemnidad de lo encontrado en los registros, que durmió esa noche con él en un hotel de Andalucía hasta que al día siguiente volvieron a Madrid y quedaron depositados en un armario y un despacho de UAI, ambos cerrados con una llave que custodió.

PRECINTOS, SELLOS Y FIRMAS

A esta nueva sesión del juicio por ‘Iron’, ‘Land’ y ‘Pintor’, han asistido otros miembros de UAI que participaron en los registros efectuados en noviembre de 2017, los primeros realizados por la macrocausa y en los que se halló cuantioso material –digital y en papel– que constituye en buena medida los cimientos de ‘Tándem’.

En concreto, han testificado los inspectores encargados de los registros en la casa del socio de Villarejo, Rafael Redondo, y en una empresa de CENYT, los cuales han narrado que, un día antes de proceder, Fraga les hizo un ‘briefing’ donde les dio «nociones sucintas» del proyecto ‘King’ –el único que conocían entonces– y les encomendó que buscaran información relacionada con éste y otros «similares».

Tanto los fiscales Miguel Serrano y César de Rivas como las defensas han protagonizado un minucioso interrogatorio para dejar claro qué tratamiento dieron los agentes a la ingente cantidad de información que hallaron en dichos registros, poniendo nuevamente la lupa en la cadena de custodia, donde los acusados ven lagunas.

Así, los inspectores, aunque a veces les ha fallado la memoria, se han remitido a las actas levantadas por los Letrados de la Administración de Justicia (LAJ), defendiendo que ahí quedó reseñado de forma individualizada todo lo descubierto, con independencia de cómo se procediera al precinto, sellado y firma de cada elemento.

Las defensas han llamado la atención sobre el hecho de que en esas actas hay algunos efectos intervenidos –«más de 50», ha acotado un abogado– donde no se refleja expresamente que tuvieran esa triple garantía. Uno de los inspectores ha asumido que es posible que alguno se les «pasara». Pero «lo dudo mucho», ha añadido.

A su turno, una subinspectora que estuvo en algunos registros y cuando el material incautado se desprecintó en la Audiencia Nacional ha ratificado que «estaba todo tal cual figuraba en el acta (del LAJ), correctamente precintado y sellado», despejando cualquier duda en ese sentido.

El agente que comandó el registro en casa de Redondo, donde llegaron a localizar «dinero dentro de una carpeta, como muy escondido en el garaje», ha puesto de relieve el gran despliegue de UAI para estos registros simultáneos de 2017, que se extendieron más allá de Madrid. «Se movilizó a casi toda la unidad», ha afirmado.

EL «LIBRO» DE VILLAREJO

La subinspectora ha resaltado igualmente el esfuerzo realizado. «En esa época no teníamos horario (…) A veces hasta perdía la noción de si estaba de mañana o de tarde, en qué día vivía», ha confesado.

Pese a ello, ha aseverado que fueron «especialmente cuidadosos», reiterando que «la vida profesional de Villarejo en sí misma» no era el objetivo, solo si había alguna «conducta delictiva»; que se examinaron los papeles descubiertos para no llevarse todo –«Habríamos necesitado un camión»–; y que el análisis posterior se hizo «documento a documento» con una puesta en común.

«Es como cuando uno empieza un libro de nuevas. Uno empieza a descubrir los capítulos que le ofrece (…) y, según va avanzando, los personajes se van enlazando y la historia va cogiendo forma», ha ilustrado. Poco a poco «las piezas iban encajando en el puzzle», ha rematado.

Sobre este proceso de análisis, De Rivas se ha detenido en la transcripción de los audios localizados, a lo que otra policía ha contestado que hizo constar la información «relevante» para la causa, descartando «temas personales», como «hijos o enfermedades».

En cualquier caso, la testigo ha sostenido que «siempre se consultaba todo con el instructor» policial porque era el único que tenía un conocimiento íntegro de ‘Tándem’, «el que podía hilar todo». La subinspectora ha coincidido en que Fraga «era como el ordenador central».