El ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, ha defendido nuevamente que España y Marruecos trabajan en forjar una «relación del siglo XXI» y por tanto «lo importante es el resultado final», no los tiempos.
«Tras una crisis muy profunda con Marruecos estamos construyendo una relación del siglo XXI», ha defendido el ministro en rueda de prensa con su homóloga alemana, Annalena Baerbock, en referencia a la crisis abierta con el país vecino a raíz de la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
Según Albares, «construir una relación sólida, tan rica y tan compleja, en el mejor sentido de la palabra», como la que hay con Marruecos, «requiere un tiempo y una tranquilidad que no son los tiempos mediáticos y de Twitter».
«Lo importante es el resultado final y que sea un resultado sólido y que evite futuras crisis», ha defendido el ministro, en línea con su mensaje de que superar el actual desencuentro con Marruecos aún llevará cierto tiempo.
También Alemania ha atravesado una grave crisis diplomática con Marruecos, que llevó al reino a retirar a su embajadora en Berlín, igual que hizo con la embajadora en Madrid, si bien con la llegada del nuevo Gobierno de coalición al poder la tensión se ha relajado en este caso.
El detonante en ambos casos era la negativa de ambos gobiernos a reconocer el Sáhara como marroquí después de que Estados Unidos, con Donald Trump aún en la Casa Blanca, hiciera lo propio en diciembre de 2020.
En el caso de Alemania, Rabat ha valorado positivamente el que el Ministerio de Exteriores germano señalara en su web que el plan de autonomía marroquí para el Sáhara presentado en 2007 es una «importante contribución» a la resolución del conflicto y a la consecución de un resultado «justo, sostenible y aceptable» para todas las partes.
Baerbock ha considerado que «redunda en el interés europeo y marroquí el continuar unas relaciones que hasta marzo del pasado año fueron buenas».
Al mismo tiempo, ha apostado por «buscar una solución aceptable para todos en el marco de Naciones Unidas», alinéandose así con la postura que también viene manteniendo España, de que la solución al conflicto debe ser política y mutualmente aceptable para las partes.