La Santa Sede ha vuelto a reducir por tercer año consecutivo el presupuesto para el año 2022 con unos gastos previstos de 289 millones de euros, frente a los 293 del año pasado, para hacer frente al déficit previsto de 33 millones de euros que deja la pandemia y a la caída en las donaciones.
Según anuncia en un comunicado de la Secretaría para la Economía, en el que se detalla la aprobación del presupuesto para la Curia Romana este año, la partida que más dinero se lleva son las nunciaturas apostólicas: un total de 127 representaciones diplomáticas en todo el mundo, que se llevan 41 millones de euros; seguida por el Dicasterio de la Comunicación con 38 millones de euros.
Se trata de la primera vez que la Santa Sede aprueba un presupuesto a mediados de diciembre y no en febrero, como lo había hecho hasta ahora, lo que supone un avance en la gestión de los fondos.
Tal y como ha explicado en una entrevista con los medios de comunicación del Vaticano el prefecto de la Secretaría para la Economía, el sacerdote español Juan Antonio Guerrero Alves, este año los gastos de la curia alcanzan un nuevo mínimo histórico al presupuestar 289 millones de euros frente a los 293 millones de euros del año pasado: se reducen en 4 millones de euros.
Este año, como novedad, además de los dicasterios y los organismos de la Curia Romana, se han incluido otros entes que son propiedad de la Santa Sede y, por tanto, están bajo su responsabilidad económica, como, por ejemplo, el Hospital pediátrico Bambino Gesù.
Si bien, el balance de la situación financiera real de la Santa Sede será presentado en junio de este año, Guerrero Alves ha explicado que se prevén unos ingresos de 770 millones de euros este año, mientras que los gastos se sitúan en 803 millones, lo que supone un déficit total de 33 millones frente a los 42 millones que en la práctica fueron presupuestados el año pasado.
El año pasado se publicó por primera vez el desglose de fondos para el Óbolo di San Pietro, con unos ingresos de 47,3 millones de euros y unos desembolsos de 17 millones. Este año, no se presentan datos precisos de las cuentas del Óbolo porque aún no están cerradas. «Aún nos están llegando los donativos de la colecta de 2021 de algunos países a través de las nunciaturas», ha asegurado Guerrero Alves.
Sin embargo, ha puesto de manifiesto que esta colecta se ha reducido drásticamente. «Grosso modo puedo decir que en 2021 se ha vuelto a experimentar un descenso respecto al año anterior que me atrevo a cuantificar en no menor del 15%. Si en 2020 la colecta total del Óbolo fue de 44 millones de euros, en 2021 no creo que supere los 37 millones de euros. La disminución de 2021 se suma a la que hubo entre 2015 y 2019, del 23%, y del 18% de 2020, primer año de pandemia», ha asegurado.
El sacerdote ha subrayado que se espera que muchas de las fuentes de ingresos que han disminuido con la pandemia puedan reanudarse cuando la situación general mejore. No obstante, ha reconocido que tienen que pensar «en otros métodos de solicitar la ayuda de los fieles y de recibir donativos». En este sentido, ha explicado que están pensando estrategias para «mejorar la eficiencia interna, optimizando el rendimiento del patrimonio».
«Necesitamos también buscar modos de atraer más donaciones. El primer requisito es la transparencia y el dar cuenta con limpieza, en lo que creo que hemos dado muchos pasos. Aparte de dar cuenta cada año por este medio del presupuesto y del balance, este año esperamos dar cuenta de las entradas y salidas del Óbolo y enviar a las Conferencias Episcopales para su conocimiento las cuentas de la Santa Sede», ha añadido
El sacerdote jesuita, que gestiona la cartera de la Santa Sede, también ha entrado a valorar la repercusión que tendrá en las arcas de la Santa Sede la compra irregular de un lujoso edificio en pleno centro de Londres que, según el Financial Times, dejará un agujero de unos 116,68 millones de euros, en las arcas del pequeño Estado.
Guerrero Alves ha revelado que el contrato de venta del edificio ya está firmado y que la operación se concluirá en junio de 2022. La pérdida por la presunta estafa, de la que tanto se ha hablado y sobre la que ahora juzgan los tribunales vaticanos, ya estaba considerada en balance. El edificio ha sido vendido por encima de la valoración que teníamos en balance y de la valoración que hicieron las instituciones especializadas», ha asegurado