Arabia Saudí mejorará la biodiversidad del Mar Rojo un 30% en 2040

Arabia Saudí construye un proyecto de turismo regenerativo «de exquisito ultra-lujo» en el Mar Rojo que busca desarrollar este área de 28.000 kilómetros cuadrados prístinos, de modo que su impacto en la naturaleza sea positivo, es decir, que la actividad económica no solo no perjudique este entorno sino que el estado de su biodiversidad mejore un 30 por ciento de aquí a 2040.

Desde el inicio del desarrollo de ‘The Red Sea Develompent Company’ –una colaboración público-privada del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí bajo la dirección ejecutiva de John Pagano– en 2018, se sumó a la iniciativa el científico oceanógrafo español Carlos Duarte que, explica que el concepto de lujo ha evolucionado desde lo ostentoso hasta la naturaleza.

A su juicio, en el fondo, «lujo es lo escaso y ahora mismo, lo que es escaso lamentablemente son los ecosistemas saludables y los parajes que están en buen estado de conservación».

Así, justifica la convergencia del proyecto y los objetivos de mejorar el capital natural de la zona, que está «muy depauperado». Por ello, desde el inicio se volcó en el objetivo de Arabia Saudí de intervenir en 92 islas del Mar Rojo para evitar mediante la exquisitez que «precisamente el capital natural sea un lujo». Está convencido de que «utilizando los recursos de quienes quizá tienen más se pueda invertir en generar el capital natural y con ello mejore la vida de todos, también de los menos desarrollados».

La iniciativa partió en 2017 del Príncipe Mohammad bin Salman bin Abdulaziz Al-Saud que quiso emprender un ambicioso plan ‘Vision 2030’ para el país anclado en la contribución y cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Duarte, Premio Nacional de Investigación 2007, explica que en este momento, el país ocupa el puesto 66 a nivel global pero se ha propuesto situarse entre los 10 primeros del mundo al final de esta década.

En esa hoja de ruta, pone de ejemplo, que la participación de la mujer en el sector laboral de Arabia Saudí partía de un 0,5 por ciento cuando se aprobaron los ODS (2015) y en 2021 ya ha alcanzado el 28 por ciento, con el fin de alcanzar un 40 por ciento en 2030. Se queja así el científico, en parte, del «doble rasero» en las mentes de occidente respecto a los compromisos sociales, ambientales y climáticos adoptados por Arabia Saudí.

Pero garantiza que ‘Red Sea Project’ (Proyecto del Mar Rojo) es ya «una realidad tangible» que mejorará a nivel natural y social este entorno de 92 islas prístinas, de las que el 75% quedará sin explotar, junto a parajes naturales que incluyen desiertos, oasis, cañones e incluso volcanes, a través del establecimiento de «nuevos estándares de desarrollo sostenible pionero entre el turismo y el cuidado de la naturaleza».

LIBERTAD INTELECTUAL

El oceanógrafo es gran conocedor del país donde trabaja como profesor de Ciencias Marinas de la Universidad King Abdulá de Ciencia y Tecnología desde 2017. Allí se mudó por su «apoyo a la investigación, que le permite una gran libertad intelectual. En 2018 le convocaron a una reunión para el proyecto ‘Pristine’ –origen del Proyecto del Mar Rojo– para preguntarle si podía desarrollar una zona costera tan frágil sin impacto negativo.

«Tuve la certeza de que si decía que no, el proyecto no se habría llevado adelante. Inmediatamente me impliqué en como hacer que el desarrollo sea un motor positivo para el medio ambiente en vez de un motor del daño. Así empezó la andadura», recuerda.

Desde entonces, Duarte ha desarrollado junto a un equipo internacional multidisciplinar el plan maestro de desarrollo cuya obligación indispensable era el impacto positivo en el medio ambiente, la biodiversidad y a nivel social. En cada reunión rememora como desafiaban su propio plan maestro para «explorar todas las opciones» de cara a impulsar el desarrollo como «motor positivo» sobre todos los aspectos.

«Es la primera vez que una empresa privada hace una planificación espacial del espacio marino», comenta. Se acordó que el número de islas a desarrollar sería el más pequeño posible y se diseñaron las acciones cuantificables para lograr ese 30 por ciento de mejora de conservación para el año 2040.

Para determinar ese valor en primer lugar se evaluó el estado de conservación actual sobre toda la extensión de hábitats vulnerables como arrecifes de coral, praderas submarinas, zonas desérticas. Allí, por ejemplo, habita la tortuga de hogsmeade, en estado de peligro crítico de conservación; la tortuga verde; siete aves en estado de conservación vulnerable y numerosas especies endémicas.

«El Mar Rojo es uno de los mares con mayor biodiversidad del mundo. Una de cada cinco especies es endémica, no existe en ningún otro lugar del mundo. Continuamente estamos descubriendo especies nuevas, casi a diario y, a través de la genómica hemos empezado a descubrir numerosas especies a las que aún no hemos puesto nombre», subraya.

GATOS, RATAS, CAMELLOS Y PLÁSTICOS

Tras la evaluación, Duarte concluyó que las actuaciones de mejora debían pasar por eliminar los impactos «crónicos» como son las especies invasoras, por ejemplo los gatos, ya que en la zona no hay lugares elevados donde las aves puedan anidar y estos pequeños felinos las depredan. «Estas islas están desfaunadas de aves, de modo que con la simple erradicación de los gatos domésticos invasores en las islas se recuperarán las aves», comenta como ejemplo.

Otras especies que tendrán que erradicar dentro del plan son las ratas, que se comen los huevos, los pollos e incluso las aves que están empollando esos huevos, y que generan parásitos portadores de enfermedades.

Además, añade que regularán el acceso de los camellos, que se comen y pisotean los manglares y sus plántulas, fundamentales para la captura de carbono; acometer actuaciones contra la sobrepesca, para lo que el país está gestionando una moratoria de la actividad, así como un conjunto de actuaciones para evitar la muerte accidental de aves o tortugas, entre otras especies; planificar la extensión de las áreas de manglares y de praderas submarinas; iniciar actuaciones para evitar la contaminación por plásticos y fomentar la investigación y recuperación de corales.

Duarte destaca que todas estas acciones requieren de grandes inversiones y advierte de que si la zona hubiera sido declarada Parque Nacional y se hubieran prohibido todas las actuaciones, aquellas causas que eran crónicas permanecerían. «Eliminar las fuentes de impacto negativo mejora el estado anterior respecto al escenario de declarar un Parque Nacional y prohibir actuaciones», insiste.

Por todo ello, argumenta que el Proyecto del Mar Rojo ha adoptado el término de «turismo regenerativo» porque el desarrollo regenerará una zona que hasta la fecha se deterioraba a un ritmo de entre el 1 y 2 por ciento anual, perdiendo su biodiversidad.

El científico ha añadido que la iniciativa no solo se centra en mejorar la naturaleza sino también el desarrollo de las poblaciones de estas zonas más vulnerables evitando las fuentes de impacto incompatibles con el turismo regenerativo y buscando interacciones para impulsar su crecimiento a través de la exigencia de altos niveles de condiciones laborales para los empleados directos e indirectos. «Ahora mismo no puedo pensar en alguna acción que haya propuesto y que me hayan dicho que no es posible», celebra sobre las oportunidades que observa a todos los niveles de participar en este proyecto.

El Red Sea Project estará conectado al parque solar más grande que se está construyendo en Arabia Saudí y un parque de baterías, de modo que la electricidad tampoco dependerá de combustibles fósiles en un país productor de petróleo.