Nutri-Score y una campaña para explicar lo inexplicable

¿Por qué el Nutri-Score y no un sistema que defienda los productos Marca España? ¿Por qué conformarse con un sistema imperfecto que aleja a los consumidores de la dieta mediterránea? Estas son algunas de las dudas que genera la polémica decisión del Ministerio de Consumo de implantar de manera voluntaria en España el sistema de etiquetado francés, el semáforo nutricional NutriScore. Un proyecto que parece estar cada vez más lejos de concretarse, tal como lo ha demostrado la aprobación reciente de una moción en la Comisión de Sanidad y Consumo del Senado por la que se insta al Gobierno  a detener la implantación del sistema NutriScore hasta que la Comisión Europea anuncie la adopción de un sistema armonizado en la UE.

Mientras tanto, ajena a la creciente oposición al NutriScore en España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), ha lanzado una campaña de “información” sobre el semáforo nutricional. Una campaña que generó polémica incluso antes de ser desarrollada debido al escaso presupuesto establecido por Consumo para este contrato, lo que causó un gran descontento entre las asociaciones de agencias publicitarias españolas.

“Este concurso pone la realización de una campaña de enorme importancia ciudadana al mismo nivel que la reforma del baño de un Ministerio”, habían denunciado la FEDE y ACT (Asociación de Agencias de Creatividad Transformadora) cuando se dio a conocer el presupuesto para la campaña. Ahora que ya está en marcha, la campaña vuelve a generar polémica al no responder con claridad la gran cantidad de incertidumbres que genera el NutriScore y que causan cada vez más preocupación.

Como por ejemplo, por qué el sistema penaliza a los productos españoles y fundamentales en la dieta mediterránea, alejando a los consumidores de los productos tradicionales. Tampoco explica por qué una gran cantidad de productos malsanos obtienen buenas calificaciones, como las patatas fritas de McDonald’s (NutriScore B) o los cereales Chocapic Bio de Nestlé con casi 25g de azúcar (NutriScore B), algo que hasta el propio desarrollador del NutriScore, Serge Hercberg ha reconocido como una “laguna” en el sistema.

Lo que Hercberg califica de “laguna”, es en verdad una falla gravísima que tiene que ver con el funcionamiento del algoritmo que condiciona las califiaciones del NutriScore. En resumen, como lo ha explicado el Doctor y coordinador del proyecto sobre Prevención con Dieta Mediterránea (PREDIMED), Ramón Estruch, durante la conferencia”Ciencia Vs Ideología – Más allá de NutriScore » organizada por Competere.eu, “el NutriScore contiene muchos fallos ya que mezcla energía, alimentos y nutrientes, no evalúa la calidad de las proteínas, las grasas o los hidratos de carbono y no destaca aspectos positivos como la alta densidad de nutrientes -minerales y vitaminas- o el contenido en compuestos bioactivos. Por último, no tiene en cuenta el grado de elaboración”. Aunque por supuesto, la campaña de Aesan no hace mención a ninguna de estas limitaciones. Ni siquiera presenta tampoco, suficiente evidencia científica independiente para respaldar la adopción del sistema.

Todas estas incertidumbres que quedan fuera de la campaña “informativa” de Aesan, son cuestiones fundamentales para entender por qué el NutriScore no es el mejor sistema para España. Quien lo explicó a la perfección es el portavoz del PP, Juan María Vázquez: “En este camino de incertidumbre, con el etiquetado nutricional frontal en España, Nutri-Score está más cerca en estos momentos de ser una etiqueta publicitaria, una campaña de marketing, que una estrategia para mejorar la salud de los consumidores”.

Sin duda, la campaña de Aesan llega tarde. Ya no es momento de explicar cómo funciona el sistema, algo que hubiese sido pertinente en 2018 cuando Consumo anunció por primera vez su deseo de implantar este sistema en España. A esta altura, lo mejor sería dejar de destinar recursos a promocionar este modelo de etiquetado y focalizar los esfuerzos en el análisis de sus numerosas limitaciones y en encontrar alternativas más pertinentes.

Una de las alternativas que mejor se adapta a la dieta de los españoles es el sistema de etiquetado Nutrinform Battery. Este modelo fue desarrollado por tres Ministerios italianos, con la colaboración de científicos y siguiendo las indicaciones nutricionales aprobadas por la EFSA y teniendo en cuenta además la normativa vigente en Europa en cuanto a etiquetas nutricionales. Según el profesor del Campus Biomédico de la Universidad de Roma, Luca Piretta, el modelo Nutrinform “ayuda al consumidor en su educación alimentaria, dice el profesor Pifetta, a seguir una alimentación diaria sana, variada y equilibrada según los principios de la dieta mediterránea”. Algo fundamental, teniendo en cuenta la importancia de esta dieta, reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco y cuyos beneficios para la salud han quedado demostrados en numerosos estudios científicos. Este nuevo modelo supera las limitaciones del Nutri-Score al no basarse en un algoritmo, sino en las ingestas de referencia europeas y en la frecuencia de consumo. De esta forma, ayuda al consumidor a comprender el verdadero impacto de cada porción en su dieta diaria.

Teniendo en cuenta la aparición de una nueva alternativa al NutriScore y sobre todo, considerando la incertidumbre generalizada que causa el modelo francés, la pregunta obvia es porqué Consumo sigue interesado en adoptar este modelo. Tampoco queda claro por qué el ministro Alberto Garzón, sigue defendiendo este sistema tras él mismo haber declarado: “El NuriScore es insuficiente y no es perfecto, pero este ministerio va a promover el sistema y lo hacemos por convicción”. Una convicción que es más bien una obstinación ilógica en defender un sistema cuyas limitaciones han sido expuestas por la comunidad científica internacional y que generan controversias hasta en Francia, tierra natal del NutriScore.

Queda esperar entonces que Consumo entre en razón y entienda que está luchando esta batalla solo con el apoyo de las grandes multinacionales que quieren utilizar el NutriScore para mejorar la imagen de sus productos malsanos. Ni sus pares en el Gobierno creen que el NutriScore sea el modelo más adecuado para la dieta de los españoles. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ya ha dejado en claro que “nada que dañe la dieta mediterránea puede ser aprobado por el Gobierno”. Incluso la ex presidente del Comité Científico de la Aesan, Montaña Cámara, había expresado sus dudas sobre el Nutri-Score, alegando que se trataba de un sistema confuso.

Como bien lo ha dicho el portavoz Juan María Vázquez, “mientras los países mediterráneos, los países del aceite de oliva, hacen una defensa a a ultranza de sus productos y de la dieta mediterránea, aquí nos alineamos juntos a los países de la mantequilla y calificamos como mucho más saludables los productos fast food, como las patatas fritas, las bebidas edulcoradas, o hamburguesas, que nuestros productos tradicionales”. Por lo que resulta injustificable la forma en la que Consumo está manejando la adopción del etiquetado frontal, sin tener en cuenta las graves consecuencias que esta decisión tendrá para la industria agroalimentaria española y para los consumidores.