El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha presidido este viernes en la Catedral la eucaristía de envío de los 600 peregrinos que harán el camino, hasta el próximo domingo, al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en una peregruinación al Real Monasterio cacereño que este año cumple su vigesimosexta edición y discurre, durante tres días, por las provincias de Córdoba, Toledo y Cáceres.
Según ha informado la Diócesis de Córdoba, en su homilía, el obispo ha invitado a vivir la «gran aventura de participar de la alegría que supone la convivencia de días caminando juntos», una experiencia que los jóvenes cordobeses comparten con Demetrio Fernández y al que, a menudo, han contado que este camino es para ellos «una experiencia fuerte de encuentro con Dios, la Virgen María y con la Iglesia», según ha explicado el obispo en su alocución.
El pastor de la Diócesis cordobesa ha señalado ante los jóvenes, que la Iglesia suele identificarse con un lugar y las personas consagradas, pero en el camino a Guadalupe, se descubre que la Iglesia es joven, ya que quienes lo recorren «son chicos y chicas, no es cosa de mayores», de manera que «Guadalupe, para muchos a lo largo de estos 25 años, ha supuesto el descubrimiento de la Iglesia en su aspecto juvenil».
Demetrio Fernández ha continuado explicando que la Iglesia «somos todos nosotros, la comunidad de los bautizados y de los que caminamos juntos, ayudándonos unos a otros, al encuentro del Señor» y, precisamente, a los jóvenes peregrinos, el obispo ha dirigido una recomendación para la vida de fe, que ha de hacerse «personal y propia» para encontrar la experiencia de «quién es Jesucristo para mí».
Para eso, esta peregrinación que comienza «será una ocasión para vivir todas esas experiencias, unida a la fuerza de la amistad que llega a cristalizar en algo más hondo, porque en este camino se descubre y se afianza la propia vocación al matrimonio, la vocación sacerdotal o la vocación a la vida religiosa».
En este sentido y a los seminaristas se ha dirigido el prelado para explicar cómo en Guadalupe han surgido vocaciones al sacerdocio al comprobar que la evangelización a los jóvenes y sus futuras familias es una necesidad y, esa voluntad de servicio, ha llevado a muchos al orden sacerdotal, porque «en una de las peregrinaciones se encontró con alguien que afianzó su vocación al sacerdocio».
Antes de la partida, Demetrio Fernández ha recomendado disfrutar de esta experiencia de vida cristiana, «de jóvenes que quieren encontrarse con el Señor y que tienen como estrella en su camino a María Santísima», y ha animado a los jóvenes a poner «el corazón a tono», a través de la confesión, para acudir a la adoración y a la eucaristía, «de donde brotará una alegría que viene de Dios y que puedes compartir con los demás: iniciemos este camino», ha finalizado.