Fundación Fernando Buesa denuncia la presencia de los asesinos de ETA en los espacios públicos vascos

La Fundación Fernando Buesa y Gogoan-Memoria Digna han reclamado a los ayuntamientos vascos que construyan «un paisaje urbano» que recuerde a las víctimas del terrorismo en coherencia con el tiempo post-ETA que se vive. En este sentido, han denunciado la «presencia constante y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos» de determinados municipios y la escasa presencia de las víctimas.

En un comunicado, ambas organizaciones han reclamado a los consistorios que contribuyan a que los espacios públicos sean «lugares que fomenten la convivencia, la deslegitimación de la violencia y la memoria de las víctimas».

Fundación Fernando Buesa y Gogoan han subrayado que el espacio público «es un bien común y, por ello, en él se deben fomentar valores conciliadores». «Inundar las calles de nuestros pueblos con pancartas que piden ‘presoak etxera (los presos a casa), que es tanto como pedir impunidad ante crímenes gravísimos, supone copar el paisaje urbano con mensajes que no ayudan a la paz ni a la memoria», han advertido.

Convencidos de que «el espacio público no tiene por qué ser neutral», han apuntado que, «al menos, sí se debe respetar la memoria de los cientos de damnificados y damnificadas por la violencia y su odio».

Las dos organizaciones han destacado que, en el tiempo post-ETA, «se trata de construir un paisaje urbano que recuerde al agredido, que ayude a deslegitimar la violencia y que lleve a la plaza y la escena pública a la víctima, no al victimario».

LOS PRESOS, «COMO MÁRTIRES»

Gogoan por una Memoria Digna y la Fundación Fernando Buesa consideran que «es absolutamente legítimo criticar la política penitenciaria de alejamiento de los presos, pero es muy distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de los pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra sus víctimas y contra la convivencia en la sociedad».

Por ello, ambas asociaciones lamentan que «se utilice una reivindicación justa, como es la de terminar con el alejamiento, para trasladar una épica en torno a los presos, como si éstos no hubieran generado un daño enorme en las víctimas, en su entorno familiar, social y político y en el conjunto de la sociedad».

«Sin duda, a pesar de que sus crímenes nos repugnan, las personas presas tienen derechos, pero llama la atención la presencia constante, evidente y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos de determinados municipios y la poca presencia de las víctimas. En esto hay un desequilibrio enorme que debería provocar una reflexión de fondo sobre la construcción de nuestra memoria», han aseverado.

En esta línea, han añadido que «la consideración hacia los victimarios y la connivencia de instituciones públicas, evidencian una carencia importante» en un sector de la sociedad vasca, «que aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia».

«Una apuesta coherente por la convivencia también implica una defensa integral y completa de los derechos de las personas agredidas y, sin duda, el respeto a la memoria de las víctimas está entre esos derechos», han concluido.