El Banco Central Europeo (BCE) se ha comprometido a acelerar de manera significativa el volumen de sus compras de deuda durante el próximo trimestre, aprovechando la flexibilidad del programa de emergencia contra la pandemia (PEPP), con el objetivo de garantizar unas condiciones de financiación favorables y apuntalar la recuperación de la economía, que rebotará este año un 4%, mientras que la inflación alcanzará el 1,5%.
«El Consejo de Gobierno espera que las compras bajo el PEPP durante el próximo trimestre se realicen a un ritmo significativamente mayor que durante los primeros meses del año», ha subrayado el organismo presidido por Christine Lagarde.
A este respecto, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno de la institución, la banquera central ha insistido en el enfoque «holístico y multifacético» empleado por la entidad a la hora de evaluar la idoneidad de las condiciones de financiación y la necesidad o no de intervenir.
«Las condiciones de financiamiento se definen mediante un conjunto de indicadores holístico y multifacético, que abarca toda la cadena de transmisión de la política monetaria, desde las tasas de interés libres de riesgo y los rendimientos soberanos hasta los rendimientos de los bonos corporativos y las condiciones del crédito bancario», ha tratado de explicar Lagarde, asegurando que la posición del BCE no implica que el banco central esté buscando controlar la curva de rendimientos de la deuda.
A este respecto, la exministra francesa de Finanzas y ex directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha apuntado que el aumento de los tipos en el mercado desde principios de año puede llegar a suponer un riesgo para las condiciones de financiación generales, por lo que en caso de ser considerables y persistentes, estos incrementos de tipos podrían traducirse en un endurecimiento prematuro de las condiciones de financiación para todos los sectores de la economía.
«Esto no es deseable en un momento en el que sigue siendo necesario mantener unas condiciones de financiación favorables para reducir la incertidumbre y reforzar la confianza, apuntalando así la actividad económica y salvaguardando la estabilidad de precios a medio plazo», ha asegurado Lagarde.
En cualquier caso, la presidenta del BCE ha querido enfriar las expectativas al señalar que no debería buscarse ninguna señal relevante del compromiso de la entidad anunciado hoy en los datos de compra semanales, que se darán a conocer este lunes.
La semana pasada, la institución incrementó sus compras de deuda amparadas en el programa PEPP a 18.200 millones de euros, un 7,7% más en términos brutos que la semana anterior, después de que las perspectivas de recuperación y los estímulos en Estados Unidos impulsasen al alza los rendimientos de la deuda soberana ante las renovadas expectativas de inflación.
Sin embargo, como consecuencia del importante volumen de vencimientos de deuda contabilizados por la entidad, que la semana pasada sumaron 6.300 millones de euros, frente a los 4.900 millones de los siete días anteriores, el importe neto de las compras del BCE se limitó a 11.900 millones en la semana, su segundo retroceso consecutivo en términos netos, lo que provocó dudas entre los analistas sobre la disposición del BCE a intervenir.
Desde su lanzamiento en marzo de 2020, el BCE ha empleado ya 878.568 millones de euros de los 1,85 billones del importe del programa de emergencia frente a la pandemia de Covid-19, cuyo alcance fue ampliado por segunda vez el pasado mes de diciembre desde los 1,35 billones fijados en junio de 2020, frente a los 750.000 millones originalmente previstos.
MÁS INFLACIÓN.
Por otro lado, Lagarde ha anunciado durante su rueda de prensa las nuevas proyecciones macroeconómicas del BCE, que contemplan un crecimiento de la zona euro del 4%, en 2021, una décima más de lo previsto el pasado mes de diciembre, aunque en 2022 el rebote será del 4,1% en vez del 4,2% estimado previamente, mientras que la tasa de inflación del bloque se acelerará como consecuencia de factores «temporales» este año y el siguiente.
En concreto, el banco central espera que la tasa de inflación de la eurozona se situará en 2021 en el 1,5%, frente al 1% que preveía el pasado mes de diciembre, mientras que un año después los precios subirán un 1,2%, una décima más de lo esperado anteriormente.
De cara a 2023, las proyecciones macroeconómicas del BCE se mantienen sin cambios respecto de los pronósticos anunciados en diciembre de 2020, con un crecimiento del PIB del 2,1% y una tasa de inflación del 1,4%.
«Si bien se espera que la situación económica general mejore a lo largo de 2021, persiste la incertidumbre en torno a las perspectivas económicas a corto plazo, relacionadas en particular con la dinámica de la pandemia y la velocidad de las campañas de vacunación», ha señalado Lagarde en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Gobierno del BCE.
«En general, los riesgos que rodean las perspectivas de crecimiento de la zona del euro a medio plazo se han equilibrado, aunque persisten los riesgos a la baja a corto plazo», ha advertido la banquera central.
De este modo, mientras que, por una parte, las mejores perspectivas de la demanda mundial, impulsadas por el importante estímulo fiscal, y los avances en las campañas de vacunación son alentadoras, por otro lado, la pandemia en curso, incluida la propagación de mutaciones del virus, y sus implicaciones para las condiciones económicas y financieras siguen siendo fuentes de riesgo a la baja.
En cualquier caso, Lagarde ha reiterado que la información disponible constata que es necesario un amplio grado de acomodación monetaria para sustentar la actividad económica y la convergencia de la inflación hacia la meta del BCE, a niveles inferiores, pero cercanos al 2% en el mediano plazo.
Asimismo, la presidenta del BCE ha reconocido que las últimas previsiones del banco central no incorporan de manera directa el previsible impacto del nuevo paquete de estímulos de Estados Unidos, dotado con 1,9 billones de dólares (1,6%) y que instituciones internacionales como el FMI o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sí han incluido en sus actualizaciones macroeconómicas al considerar que afectará sustancialmente al crecimiento global.