El motivo por el que los hombres no encuentran las cosas según la ciencia

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De los hombres, sobre todo casados, se dicen muchas cosas. Pero hay una especialmente molesta para ellas. Y es que los varones nunca encuentran las cosas. Siempre deben acudir a su pareja para acordarse de dónde han dejado un objeto o algo que necesitan en ese momento. Otro de los mitos es el de que no pueden hacer dos cosas a la vez. Este no sabemos por qué puede suceder, pero sí que la ciencia ha dado una explicación razonada a no encontrar las cosas.

Y es que eso de no saber dónde guardamos los objetos no solo nos pasa al género masculino. Ellas también olvidan dónde dejan los objetos. Sin embargo, sí que esta pérdida temporal de la memoria afecta más a los hombres. Pero lo que molesta realmente no es que el hombre pierda algo, lo que de verdad enfada a sus parejas viene a continuación. Ellos comienzan a preguntar a toda la familia que si han visto el objeto en cuestión. Preguntan prácticamente casi hasta al perro. Y al final, cuando ya nadie lo ha visto, se levantan a buscarlo. Y eureka! Se encontraba justo a su lado. Vamos a ver por qué los hombres no encuentran nunca las cosas.

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Los hombres necesitan mover la cabeza

Y llegamos al punto en el que perdemos un objeto. Tenemos una visión diseñada para ver a lo lejos. Para cazar mamuts y distinguirlos a varios kilómetros de distancia. Ellas, al no tener que visualizar tanta distancia, han conservado el poder ver mucho más de cerca.

Esto, a la hora de buscar un objeto en una mesa desordenada, les permite a las señoras el observar todo el entornos in tener que mover la cabeza. Con una sola ojeada tienen en su punto de visión mucho más trozo de mesa.

Por su parte, los hombres no tenemos la visión tan ancha. Como hemos contado antes, nuestro campo de visión se reduce a los 30 grados. Es por eso que cuando nos ponemos a buscar en una mesa, tenemos que estar moviendo la cabeza de un lado para el otro y de arriba para abajo. Es nuestra forma de identificar los objetos.

Otras veces no encontramos el objeto sencillamente porque en nuestra imaginación es de una forma y en la realidad es de otra. Por eso mismo, al no identificarlo como lo imaginamos, estamos “ciegos” ante él.

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