El acusado de acosar y violar a su ex lo niega

El acusado de acosar y violar a su expareja, a la que durante dos meses envió casi 500 mensajes de WhatsApp, ha negado los hechos en el juicio celebrado este martes contra él, en el que ha asegurado que «entre ella y yo nunca ha habido ningún problema».

El hombre, que solo ha contestado a las preguntas de su abogado, ha rechazado que agrediera sexualmente a la víctima -«eso es mentira», ha zanjado-, que falleció un par de meses después de la denuncia por causas naturales.

El procesado, que se enfrenta a doce años y medio de cárcel que pide la Fiscalía, únicamente ha reconocido que durante el periodo enjuiciado, entre abril y junio de 2017, se encontró en el aparcamiento de un supermercado de Torrelavega con la mujer y una amiga suya.

Pero ha indicado que fue ella quien se acercó a saludarle y preguntarle cómo estaba, a lo que respondió que «bien» y metió la compra en el maletero.

«Yo me di la vuelta y me fui», ha indicado el hombre, que para llevar a cabo el acoso -presencial y por teléfono- y la violación que le imputan tuvo que saltarse las órdenes de alejamiento y de prohibición de comunicación con su expareja que pesaban sobre él, de manera «sistemática y reiterada» según la fiscal.

El juicio se ha celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria y ha quedado vista para sentencia, después de que todas las partes -acusación particular y defensa, además del ministerio público- hayan elevado a definitivas sus conclusiones.

En el interrogatorio de su letrado, el acusado ha negado los hechos por los que se ha sentado en el banquillo, y que según la fiscal constituyen un delito continuado de quebrantamiento de pena y medidas de seguridad en concurso con otro de violencia de género en la modalidad de coacciones; y un delito de agresión sexual en concurso con uno de violencia de género en la modalidad de lesiones leves.

Así, por ejemplo, el procesado ha rechazado que se encontrara con quien había sido su pareja por la calle y la ‘lanzara un beso’, que fuera a la vivienda de sus padres y la amenazara con subir al domicilio si no bajaba ella, o que en otro encuentro la subiera a su coche para llevarla a su casa y forzarla sexualmente: «Eso es mentira», ha sentenciado.

De acuerdo con su versión, como estaba en paro solía ir a pasear por una conocida ruta de la ciudad. Así, aparcaba el coche y tras andar, «tomaba un café y me iba para casa». Y ella también, «normalmente por las tardes», iba al lugar en su vehículo y, según ha agregado, se encontraban y «proponía ir a dormir a mi casa».

En otro orden de cosas, a propósito de una foto de ambos que coincidiría en el tiempo con la violación y en la que él aparece con una herida en la cara, ha explicado que se hizo él mismo el «corte» con un «cuchillo», mientras que ella aseguró que le había «arañado» cuando interpuso la denuncia.

MIEDO Y VÍDEOS

A las pocas semanas de denunciar los hechos la mujer murió, por lo que durante la vista oral el presidente de la sala ha leído la declaración que prestó en su día ante el juez instructor.

Entre otros episodios recoge el encuentro en la calle en el que él la ‘lanzó’ un beso, cuando fue a casa de sus padres o el día en que el acusado la metió «a la fuerza» en su coche y la llevó a su vivienda, donde la agredió sexualmente.

De ese testimonio se desprende que la víctima tenía «mucho miedo» a su ex, que quería recuperar la relación con ella, para lo que según la acusación pública «vigilaba su día a día» mientras «buscaba continuamente el contacto físico o telefónico».

Así, del dispositivo de control telemático que se puso al acusado se desprende que a lo largo de dos meses le envió 479 mensajes de whatsapp, incluso de madrugada, y tras bloquearle en esa aplicación, insistió con enviándole mensajes SMS.

En este sentido, en la vista se han reproducido varios vídeos que el procesado envió a la víctima, en la que entre sollozos y declaraciones de amor –«te quiero», «estoy enamorado de ti» o «te amo más que a mi vida, gitana mía»– le advertía de que «no te puedo olvidar», «no puedo vivir sin ti», «no aguanto más» o «voy a morir», al tiempo que le rogaba «por lo que más quieras no me dejes» o «por favor vuelve conmigo».

«Nunca pensé que me ibas a volver tan loco» y que «me ibas a enamorar tanto», se oía en otros mensajes, y en uno más le cantaba que ella ha sido y es «el amor de mi vida», antes de admitir que sabía que ella no le quería, tal vez -reflexionaba a continuación- porque era «pobre» o «tonto».

En el marco del prueba pericial han declarado, por un lado, un técnico experto en telefonía, que ha indicado que en el móvil del acusado examinado tenía instalada la aplicación de WhatsApp pero faltaban archivos en el terminal, que podrían estar almacenados en una tarjeta de memoria.

NO CONTROLA IMPULSOS, PERO ES CONSCIENTE DE SUS ACTOS Y CONSECUENCIAS

Por su parte, los forenses que entrevistaron al procesado se han ratificado en la conclusión a la que llegaron: que presenta un «déficit» en el control de impulsos, pero que en cualquier caso no «anula» su capacidad volitiva ni tampoco la altera «gravemente».

«Es consciente de las consecuencias que derivan de sus actos, pero teniendo capacidad de controlar las lleva a cabo por una actuación impulsiva» y, por tanto, «asume» esas consecuencias, han explicado.

Entre los testigos citados, ha comparecido una vecina de la víctima que presenció el encuentro con su ex en el aparcamiento de un supermercado. Según ha indicado, la mujer estaba en un lateral de su vehículo y el hombre en el otro, y ella «intentaba dar vueltas» alrededor del coche para «evadirle».

Ante eso, y sabiendo los problemas entre ambos, instó a la víctima a abandonar el lugar, metiéndose en su coche y acompañándola durante el trayecto, en el que fueron seguidas por el marido de esta testigo. «Estaba muy nerviosa, muy aterrada», ha recordado.

También ha rememorado la existencia de pintadas en el domicilio y el paseo por donde solía ir a andar en las que el procesado la manifestaba «te quiero» o «te amo».

COINCIDIERON EN EL LUGAR Y HORA DE LA AGRESIÓN

Además, han prestado declaración los policías encargados del control y vigilancia a víctimas de violencia de género, en concreto la pareja que asistía a esta mujer.

Uno de ellos ha indicado que «nunca» vio «ningún contacto directo» entre denunciante y denunciado, aunque «en muchas ocasiones» en controles aleatorios observaron al hombre «cerca» de la zona por donde solía pasear ella.

En una ocasión, en la que ella se había «olvidado» en casa el dispositivo de protección, les llamó ante la presencia del sospechoso y cuando la citaron en comisaría intuyeron que «pasaba algo» y no les había «contado todo» pues era «muy introvertida» y «tímida».

Al hilo de esto último, y en relación con otro episodio, les dijo que había dejado el equipo de control en su domicilio porque cuando entraba a un comercio «saltaba el aparato y tenía que dar explicaciones», lo que la hacía sentirse «muy mal».

Pero han reafirmado que la víctima tenía «mucho miedo» al agresor o que le hiciera algo a su hija pequeña. «La tenía aterrorizada», han expresado uno de ellos.

Finalmente, la agente encargada de cruzar los datos del dispositivo GPS con los de las antenas de repetición facilitados por una compañía telefónica, llegó a la conclusión que el día y hora de la violación, entre las siete y media de la tarde y las nueve y media de la noche, víctima y acusado coincidieron en los mismos lugares y zona, incluida la de la vivienda de él donde sucedieron los hechos denunciados.