Las cautelas arqueológicas previas a la construcción de una vivienda con piscina en el casco urbano de Valencina de la Concepción (Sevilla) han supuesto el descubrimiento de una «estructura de adobe» vestigio de una «cabaña circular» datada en la Edad del Cobre y por ende legado del gran asentamiento humano que, en aquella etapa de la Prehistoria, habría acogido el entorno de la cornisa del Aljarafe actualmente abarcado por los términos municipales de Valencina y Castilleja de Guzmán.
En la memoria de esta actividad arqueológica preventiva, firmada por los arqueólogos Mario Delgado Canela y Pablo Garrido González, estos investigadores detallan que el hallazgo deriva de las cautelas previas a la construcción de una vivienda con piscina en un solar de la calle Huelva de Valencina de la Concepción, toda vez que 779 hectáreas de los términos municipales de dicha localidad y Castilleja de Guzmán están declaradas bien de interés cultural (BIC) con la categoría de zona arqueológica, dado el gran número de yacimientos de alberga este entorno.
La mayoría de tales restos arqueológicos están relacionados con el asentamiento humano que, con mayor o menor periodicidad, habría acogido este territorio durante la Edad del Cobre, con los ‘tholos’ de La Pastora, Matarrubilla y Montelirio como máximos exponentes de dicha cultura.
En ese sentido, un estudio publicado tiempo atrás en la revista científica Journal of World Prehistory exponía que con una extensión calculada de unas 450 hectáreas, -unas 230 de ellas como necrópolis y unas 220 de poblado-, el asentamiento de Valencina y Castilleja de Guzmán sería «de lejos el mayor asentamiento de la Edad del Cobre» en toda la Península Ibérica y «posiblemente uno de los mayores de Europa occidental en la Prehistoria tardía.
A tal efecto, Mario Delgado Canela y Pablo Garrido precisan en la memoria de las cautelas preventivas del mencionado proyecto de vivienda con piscina en la calle Huelva de Valencina, que «el solar objeto de intervención se hallaba a apenas cien metros lineales de la zona arqueológica conocida como El Algarrobillo», donde han sido datados vestigios de «hábitat, enterramientos y actividades artesanales».
HALLAZGO DE ADOBES «AMARILLENTOS»
Con ese contexto, las actividades arqueológicas fueron desarrolladas durante marzo de 2017, como «control de los movimientos de tierra» necesarios para el planteamiento de las obras, siendo detectados «adobes de color amarillento y buena compacidad, muy fragmentados en un primer nivel a escasos 40 centímetros bajo la tierra de cobertura vegetal y del plano de inicio de los trabajos».
Según estos arqueólogos, la excavación manual de estos restos de adobe permitió «delimitar un derrumbe de forma semicircular de 3,8 metros de diámetro, de un fuerte color amarillo anaranjado» en el que «se apreciaban (elementos) cocidos por la acción del fuego».
«Toda la estructura presentaba en su cara interior la impronta de una estructura vegetal trenzada, sobre la que el adobe actuaría como enlucido e impermeabilizador», explican Mario Delgado Canela y Pablo Garrido González, detallando que «bajo esta primera capa» fue localizada «una segunda con las improntas de la estructura vegetal en sentido inverso, es decir, con las marcas hacia la parte superior, lo que llevó a pensar en una estructura hemiesférica de materia vegetal trenzada, enlucida en su interior y exterior con adobe».
A juicio de los arqueólogos, una estructura con este «grosor y características, construida con un desarrollo totalmente vertical, debió presentar serios problemas de estabilidad», con lo que en principio no se trataría de «una estructura concebida para una larga duración», lo que de otro lado «no excluye en absoluto su perduración a lo largo de varios meses e incluso unos pocos años», mediante labores de reparación y «adecuación».
DESCUBRIMIENTO DE ALCANCE INCLUSO EUROPEO
La «rareza de la conservación de un elemento arqueológico de estas características, tanto a nivel del propio yacimiento (de Valencina-Castilleja), como a nivel nacional, e incluso europeo», según estos investigadores, motivó que los mismos contactasen con el arqueólogo municipal de Valencina, Juan Manuel Vargas, para «la extracción y posterior conservación de este excepcional» hallazgo que ellos mismos definen como una «cabaña» legado de la Edad del Cobre, acompañada de «material cerámico del típico repertorio calcolítico pleno de la zona, como platos de borde almendrado, cuencos o vasos globulares».
Gracias a la ayuda del equipo de la doctora de la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla María Arjonilla Álvarez, según figura en esta memoria técnica, fueron extraídos «tres fragmentos coherentes del sector mejor conservado de la edilicia emergente de la estructura», para su depósito en el Museo de Valencina.
«ESTRUCTURA HABITACIONAL ÍNTEGRA»
En sus conclusiones, los arqueólogos destacan «la singularidad» implícita en el hallazgo de «una estructura emergente, positiva y en tan buenas condiciones», porque «se certifica por primera vez la conservación de una estructura habitacional íntegra de tipo cabaña, derrumbada sobre sí misma», lo que «indica la existencia de un tipo de estructuras domésticas muy diferentes a los clásicos fondos de cabaña documentados hasta la fecha en Valencina».
«El registro arqueológico ha permitido avanzar notablemente en el conocimiento exacto de estas cabañas, construidas por medio de un armazón de cañizo enlucido con adobe tanto al interior como al exterior, formando una estructura seguramente hemiesférica y dotados de un óculo cenital para la salida de los humos», exponen los arqueólogos insistiendo en «la notable singularidad del hallazgo de una cabaña completa de estas características en el interior del BIC de Valencina, suponiendo un documento histórico y arqueológico de vital importancia».