Cómo evitar la sensación de asfixia al llevar la mascarilla

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A estas alturas ya todos conocemos esa sensación. Tras un rato caminando, o al subir escaleras, o haciendo la compra, o en el metro…Nos fatigamos, respiramos hondo y sentimos que no llega aire a los pulmones. La mascarilla agobia y no permite respirar profundamente. Sudamos y el aire que nos entra por la nariz está viciado. Y deseamos con todas nuestras fuerzas poder quitarnos la mascarilla.

Este es sin duda el inconveniente más molesto de las mascarillas. El ahogamiento, la angustia y la sensación de falta de aire son los motivos por los que muchas veces renunciamos a ella o nos la bajamos. Hay algunos trucos y estrategias para evitar esta situación.

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¿Cómo respiramos con la mascarilla?

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La mascarilla sumada a la situación de tensión o nervios hace que cambie nuestra forma de respirar. Tendemos a respirar de forma más rápida o superficial, lo que provoca hiperventilación, es decir un desequilibrio entre el nivel de oxígeno y dióxido de carbono en los pulmones. En consecuencia, el cerebro interpreta que falta dióxido de carbono en la sangre y envía una señal al cuerpo para que respire menos. Y de ahí viene la sensación de ahogo.

Además, también influye en esto la falta de costumbre, el uso de mascarilla durante varias horas seguidas, la reutilización de mascarillas más allá del tiempo adecuado, la temperatura ambiente y la sensación de calor.