Menos del 18% de las personas con problemas de salud mental tienen empleo

Sólo un 17,6% de las personas con problemas de salud mental tiene trabajo, lo que sitúa a este colectivo como el que peor tasa de empleo presenta entre las personas con discapacidad.

Así se recoge en el ‘Informe sobre la situación de los Derechos Humanos en salud mental 2019’, elaborado por la Confederación Salud Mental España y publicado este jueves.

En la investigación se aborda el incumplimiento de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en relación al trabajo, la educación, la salud, la igualdad de oportunidades y no discriminación, la libertad y la seguridad, la igualdad ante la ley, el acceso a la justicia y los derechos de las mujeres y de la infancia.

Además, aporta recomendaciones para mejorar dicha situación. Según el informe, la tasa de empleo de las personas con trastorno mental es la más baja entre todos los tipos de discapacidad. En 2018 fue del 17,6%, 0,4 puntos menos que en 2017.

Así, el trabajo advierte de que esta baja tasa de empleo pone en riesgo su autonomía y el respeto a sus derechos fundamentales. Muchos de estos son vulnerados «sistemáticamente», apunta, fruto en parte a las «graves carencias en la atención a la salud mental».

El presidente de la confederación, Nel González Zapico, subrayó la urgencia de «romper los falsos mitos», pues «un problema de salud no nos define como persona, es sólo una circunstancia más en nuestra vida».

LAS MUJERES, OLVIDADAS

El informe abunda en aspectos como la salud materna o el ‘sinhogarismo’, factores determinantes en la salud mental de la mujer de los que «ni se habla ni reciben la atención necesaria».

En relación con la salud mental materna, el documento denuncia la ausencia de datos en España y, con ello, la inexistencia de recursos que promuevan la prevención y su adecuado tratamiento. Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión posparto es la patología materna más frecuente y afecta a una de cada diez madres en países industrializados -el doble en países en desarrollo-.

Irene Muñoz Escandell, asesora jurídica de Salud Mental España, subraya que «hay momentos en la vida de las mujeres, como el embarazo, el parto, el puerperio y los primeros años de crianza, en los que su salud mental es más vulnerable.

«Cualquier distorsión en la vivencia de esos momentos se pasa en solitario, para no chocar con el perfil social sobre lo que ha de ser una buena madre y el estigma», y destacó que «esta ocultación continuada en el tiempo puede llegar a conducir al suicidio, en los casos más extremos».

Por otro lado, el trabajo denuncia que muchas mujeres que tienen problemas de salud mental y precisan un ingreso hospitalario se ven separadas de sus hijos e hijas, lo que supone un sufrimiento adicional de enormes dimensiones, cuyo impacto no se ha medido como merece.

En este sentido, propone abrir recursos sanitarios que permitan la convivencia de madres y bebés y eviten estas separaciones, que empeoran la salud mental de la mujer.

El documento dedica también un apartado a la «delicada» situación de las mujeres sin hogar con problemas de salud mental, que «quedan en el limbo de la violencia de género y sin posibilidad de acceder a los recursos de apoyo».

TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN

Por otro lado, el informe destaca que en España, en torno a 400.000 personas sufren algún trastorno de la conducta alimentaria, de las que 300.000 son jóvenes entre 12 y 24 años. Los trastornos alimentarios afectan en un 90% de los casos a mujeres y, a pesar de su elevada incidencia y de las consecuencias que tienen, son otro de los aspectos olvidados a la hora de hablar de salud mental.

Estos se presentan asociados a otros problemas de salud mental como depresión, ansiedad, trastornos de personalidad o abusos de drogas, prosigue, y “conllevan un alto índice de mortalidad por las complicaciones físicas que provocan y por los casos de suicidio”.

Por último, el informe dedica un apartado a denunciar las carencias en la atención a la salud mental de las personas migrantes, en «un sistema que olvida que forman parte de la población y que su salud también contribuye a la de la sociedad».

Entre las propuestas recogidas, el documento destaca la necesidad de coordinar y optimizar los recursos existentes, antes de invertir en nuevos. Además, defiende introducir una formación en psicología específica y con una mirada intercultural, ya que la consideración de la cultura en los casos de salud mental es clave para hacer los diagnósticos.

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