El segundo premio de interpretación recayó en Los Sombreritos, la murga más antigua de Gran Canaria, historia viva del Carnaval de Agüimes, en el que participan de forma ininterrumpida desde 1975. Con la elegancia que les caracteriza y con una rejuvenecida puesta en escena, los piratas puretas levantaron al público de sus asientos en varias ocasiones. Mejoraron en la final la gran actuación que ya habían tenido en la fase preliminar y solo la brillantez de las ganadoras les privó de un premio aún mayor. Es el primer galardón conseguido por Los Sombreritos en mucho tiempo. Y es que lo suyo, más que ganar, ha sido siempre participar y animar como nadie en las carnestolendas de su pueblo.
La murga Ni Quito Ni Pongo, otra histórica del carnaval lagartero, en el que está presente desde 1984, se alzó con el tercer premio de interpretación y con el premio 'Paco Macías' a la letra más pícara, gracias a unas rimas desternillantes con las que despertaron las carcajadas de los asistentes. Disfrazados inicialmente de surferos, se transformaron sobre el escenario en los laureles de indias de la Plaza del Rosario, epicentro del Carnaval de Agüimes, para contar todo lo que los árboles saben y nunca habían contado. Crítica y guasa a partes iguales con un doble reconocimiento por parte del jurado, más que merecido.Las murgas gustan tanto en Agüimes que, además de los participantes en la final, la noche contó con las actuaciones fuera de concurso de Los Serenquenquenes, la murga afilarmónica de Agüimes multipremiada en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria, y de Los Hijos de Chano el Negro, quienes habiendo quedado empatados en el octavo puesto para acceder a la final, decidieron renunciar a concursar para evitar el sorteo de desempate que marcaban las bases. Un gesto de generosidad y hermandad entre los grupos del Carnaval de Agüimes que fue unánimemente reconocido por el resto de murgas y muy aplaudido por el público que abarrotaba la Plaza del Rosario. Los "Chanos", junto con la Batucada Makana, fueron los encargados de mantener la fiesta durante la deliberación del jurado, poniendo así el colofón perfecto a uno de los actos más esperados del carnaval lagartero.







