El policía que auxilió a la víctima de un infarto denuncia que el binomio de los Mossos “no nos ayudó nada”

Uno de los testigos citados este jueves en el juicio del `procés´ que se celebra en el Tribunal Supremo fue el inspector de la Policía que asistió a la víctima de un infarto entre insultos en el centro de formación de adultos Juan Carlos I de Lleida. Durante su testimonio denunció que el binomio de los Mossos presente en ese centro de votación “no nos ayudó nada” y sólo se hizo cargo de la situación cuando la ambulancia procedía a trasladar al enfermo.

«Me percaté de que una persona de avanzada edad estaba en el suelo. Me hice hueco empujando a la gente y le practiqué las maniobras de primeros auxilios. Le busqué el latido y no encontré nada. Llamé a la sala de coordinación de Lleida para que pidiera una ambulancia”, pero con el griterío de los congregados “no se oía nada” y acabó llamando con su teléfono móvil personal para pedir ambulancia.

“Mientras tanto”, continuó relatando, “intenté auxiliarle pero la gente congregada empezó a amenazarme, a chillarme `asesino, lo has matado´». “Dos chicos” se presentaron como médicos, agregó, le practicaron «unas primeras maniobras de reanimación (…) Entonces apareció una persona con un desfibrilador y los dos chicos lo estabilizaron”.

«La situación cada vez era más violenta y más hostil», aseguró. «No le dejé en ningún momento. Hasta que llegó la ambulancia estuvimos esperando ahí». Durante todo es proceso que se producía en paralelo a la entrada en el colegio, «la pareja de Mossos no nos ayudó en nada, ni como mediadores ni dando cumplimiento al auto del juez. Tampoco nos ayudaron cuando nos vieron apurados ni a la salida para parar el tráfico. Sólo se personaron cuando apareció la ambulancia», explicó.

Ante las preguntas de las defensas, el agente de la Policía Nacional aseguró que «nadie” le comunicó que la persona que fue atendida “había sufrido una patada en la zona de los genitales”.

Acabó habiendo un rifirrafe entre el presidente de la sala, Manuel Marchena, y el abogado Jordi Pina. El magistrado advirtió al letrado de que sus preguntas escapaban a la capacidad de juicio del tribunal y le dijo: «No vamos a perder ni un minuto más con este incidente». Ante las protestas de Pina, Marchena fue contundente y le advirtió: “Cuando declaro la impertinencia de una pregunta, usted no me puede decir que estoy errando», y dio por terminada la controversia.

Un agente que actuó en el distrito de Sant Martí (Barcelona) explicó que en el colegio Catalonia pudo presenciar cómo, ya “por la noche, el binomio de los Mossos d´Esquadra que había en el colegio se besaba, se abrazaban… se congraciaban con las personas que había en el colegio”.

SEAT IBIZA DE PRESIDENCIA

Más tarde, durante su presencia en el colegio Provençal observó la presencia de un vehículo Seat Ibiza gris, cuya matrícula pasó al mando y resultó estar a nombre de la Consejería de Presidencia de la Generalitat. Este mismo vehículo fue visto por otros agentes que han ido declarando a lo largo de la semana haciendo tareas de contravigilancia.

Según dijo, la de los Mossos «era una actitud vigilante en sentido inverso, no hacia la actividad declarada ilegal sino hacia los vehículos que estaban en la calle, intentando ver quiénes eran los ocupantes. Si podía haber albergado alguna duda de si actuaban bien o mal se me disipó cuando uno de los del colegio se dirigió a la masa con un megáfono o micrófono diciendo: `los mossos nos acaban de informar que tengamos cuidado porque en la zona hay vehículos con policías´».

Un compañero del anterior agente, también destinado al distrito de Sant Martí y Poble Nou, corroboró la versión sobre la anuencia de los Mossos: «Había dos agentes tomando café que no hacían nada para impedir el referéndum», señaló.

Recordó, además, que los concentrados dejaban a “personas mayores en silla de ruedas en la puerta de los colegios bajo la lluvia, eso lo tengo especialmente grabado», así como la súplica de un hombre mayor que le pedía “no me pegue” cuando “sólo le estaba acompañando a la puerta”.

Este testigo relató cómo un mosso respondía a las preguntas de un periodista que le preguntó “qué pasaba con las urnas. El mosso dijo que eso no importaba, que lo que importaba era el recuento». A continuación los allí presentes “le dieron la mano, le abrazaron y le vitorearon”.

El agente se lamentó de haber tenido de romper varias puertas de uno de los colegios y afirmó que si se les hubiera entregado las llaves “habrían evitado la rotura de puertas”. También relató que les llamaron “torturadores” y aseguró a las defensas que no recuerda a los manifestantes cantando cuando se marchaban “os acompañamos, somos educados”.

AGRESIONES

Declaró a continuación un inspector del Cuerpo Nacional de Policía que actuó en Girona. En el primero de los colegios se hizo necesaria la actuación de las unidades de intervención, ya que de otro modo habría sido “imposible” entrar. Tardaron 45 minutos en acceder al interior, uno de sus compañeros recibió un puñetazo en un ojo y a él le arrancaron la cámara go-pro, con la que grababa la intervención policial. Más tarde, dijo, “las imágenes salieron publicadas en medios de comunicación, pero editadas”.

El siguiente testigo actuó en calidad de policía judicial en Girona. En el primer colegio en el que actuó, dijo, “no se pudo entrar. La actitud de la gente era violenta contra nosotros desde el principio”. De hecho, relató, «me arrancaron el equipo de transmisiones del cinturón», que acabó encontrando un compañero en el suelo. “En el vehículo donde me pude meter tiraron una maceta”, contó.

En su tercera actuación en un colegio de Girona encontraron a su llegada “una pareja de Mossos que estaba allí como si no estuviera. Parecían estar más con complicidad hacia la gente”. Además, allí se toparon con los Bomberos, que formaron «una cadena humana» en la puerta del local, lo que obligó a los policías a acceder finalmente por una puerta lateral.

PASIVIDAD DE LOS MOSSOS

A continuación declaró una agente de policía judicial desplazada a Lleida. Allí participó en la sede territorial del departamento de Treball. “La primera línea era de gente mayor, la segunda de gente que presentaba más resistencia. Llegamos a contabilizar unos 10 niños en brazos de adultos”, explicó. Como sus compañeros, vió mossos d’Esquadra en los dos colegios en los que intervino: «Estaban ajenos a los problemas».

En concreto, en el colegio La Caparrella la testigo recuerda que “una pareja de Mossos estaba allí delante. Ante su pasividad me decidí a acercarme a ellos, saludarlos y pedirles su carné profesional; se giraron, no me saludaron y al principio no quisieron dármelo, finalmente acabaron dándomelo”.

El siguiente testigo fue un inspector de la policía que actuó en la Escuela Oficial de Idiomas y en el Colegio Ronda de Lleida, que corroboró la inacción de los mossos y la agresividad de los manifestantes, que incluso motivo el lanzamiento de “salvas” por los antidisturbios. Las lesiones a agentes que se produjeron en esas intervenciones fueron “fruto de quitar a la gente, contusiones, arañazos…», concluyó.