Un guardia civil: “Nuestro grado de agresividad siempre estuvo por debajo de la que recibimos”

Continúa el juicio que se desarrolla en el Tribunal Supremo contra los organizadores del 1-O con las declaraciones de decenas de agentes de la Guardia Civil que intervinieron en los colegios en la jornada del referéndum. Uno de ellos aseguró que el grado de agresividad que aplicaron en sus intervenciones “siempre estuvo por debajo de la que recibimos”.

En estas sucesivas declaraciones, las defensas están tratando de dejar en evidencia a los agentes y demostrar que no están contando toda la verdad de lo que sucedió en los centros de votación. La Sala ha prohibido la exhibición de vídeos en este tramo de la vista oral, pero los letrados los están viendo en sus ordenadores portátiles mientras se están produciendo las declaraciones y preguntan a los testigos por detalles de esas imágenes.

Un agente de la Guardia Civil que intervino en un colegio de Dosrius (Barcelona) aseguró este jueves en el juicio del `procés´ que el grado de “agresividad” con la que respondieron a los manifestantes “siempre estuvo por debajo de la que recibimos y fue proporcionada”. Insistió en que “no estábamos preparados para ese grado de agresividad. Mi pelotón no sacó las defensas”, afirmó.

Relató que los agentes llevaban boinas. “No íbamos equipados como control de masas porque no esperábamos una reacción tan agresiva», indicó. A preguntas de la Fiscalía dijo que “había entre 150 y 200 personas” que “nos empezaron a pegar patadas y puñetazos desde el primer momento de poner un pie en el suelo». Relató que hubo gritos de “somos gente de paz” de personas que les habían dado “patadas y puñetazos”.

Asimismo, manifestó que el momento más tenso fue el que se produjo cuando «un señor con las dos manos me agarró la pistola y me la intentó quitar. Por suerte tenemos unas fundas que tienen un sistema de seguridad importante» y no logró arrebatarla. Con motivo de ese forcejeo el agente sufrió un esguince en el cuarto dedo de la mano izquierda. Acudió a un centro sanitario, donde acabó poniendo una queja por el deficiente trato recibido de una facultativa, tal y como también relataron esta mañana varios de sus compañeros.

UN NIÑO EN LOS HOMBROS

Explicó también que «la gente se nos echó encima. Un hombre me escupió en la cara y llevaba un niño de 8 años en los hombros. Había caras de odio. Llevo muchos años de servicio y nunca había visto una cara así. Lo que más pena me dio es que el niño jaleaba lo que hacía el padre», indicó.

Preguntado por si en ese colegio había dos mossos d’esquadra, el agente respondió que no les vio porque “cuando llegamos se apartaron a unos 50 metros y desde allí se pusieron a mirar cómo trabajábamos».

Ya en el turno de las defensas, Marina Roig, abogada de Jordi Cuixart, preguntó al agente si «su pelotón tiró a gente al suelo y la arrastró». «La gente se tiraba al suelo por propia iniciativa y desde allí nos daban patadas», le respondió molesto el guardia civil.

A continuación declaró un guardia civil herido durante la intervención en Fonollosa (Barcelona) el 1-O. Explicó que dejaron los vehículos apartados y fueron a pie hasta la plaza, donde «había barricadas hechas con paja». El agente aseguró que fue golpeado y «un señor aprovechó para darme una patada en la tibia izquierda”, que le provocó un hematoma que le llegaba hasta el empeine del pie. En este lugar intervinieron cerca de 80 efectivos de la Guardia Civil. «Posiblemente había más guardias civiles que personas concentradas», admitió.

“USAMOS LAS PORRAS”

El siguiente declarante actuó en el instituto Querqus de Sant Joan de Vilatorrada, donde “usamos las porras para evitar las agresiones de la gente». Sólo al finalizar la operación “la policía judicial nos contó que había intervenido material» para el referéndum.

En esta actuación, explicó, «a un agente le lanzaron una silla metálica que le impacto en mitad inferior del cuerpo, cayó al suelo y se desvaneció. Estuvo en el suelo unos 20 o 30 segundos» y sólo recibió ayuda de otro agente. Ante el aumento de manifestantes, dijo, “el capitán tuvo que llamar a otra unidad para ayudarnos». Aseguró que en ningún momento dio orden de “golpear” a la gente y explicó que su actuación está siendo investigada por un juzgado en Cataluña por si fue desproporcionada.

El siguiente en declarar fue el agente que recibió el sillazo. Él era el que portó la maza para abrir la puerta del instituto de Sant Joan de Vilatorrada. Su grupo no tuvo problemas para acceder hasta allí porque los concentrados estaban atentos a otro grupo de guardias civiles que trataban de abrirse paso entre los manifestantes.

«Desde fuera solo vi gente en el interior. Al entrar me arrojaron una silla y caí al suelo. Quedé un poco aturdido al golpearme contra el suelo, pero no perdí el conocimiento. En la zona cervical y en la muñeca tuve dolor», aseguró. Días después detuvieron a la persona que le lanzó la silla y el asunto está judicializado.

En su respuesta a los abogados defensores insistió en que no usó su defensa, en que no vio a personas sangrando, ni a compañeros suyos golpeando a los manifestantes. Uno de los defensores le preguntó entonces por los 14 ciudadanos heridos en el instituto Quercus: «No tengo ninguna explicación», respondió el agente.

El siguiente en declarar intervino a lo largo de la jornada del 1 de octubre en tres centros de votación de distintas localidades. Fue herido en la última de las intervenciones, en Vilalba Saserra (Barcelona). Allí se encontró, según dijo al fiscal, a una «masa hostil” y resultó lesionado en un hombro. «Había una muleta por ahí y alguien golpeó con la muleta al casco de un compañero. Hubo enfrentamiento y yo recibí bastantes golpes”, dijo.

Este sargento de la Guardia Civil explicó que «el día 2 (de octubre) fui a que me atendiesen porque me dolía la espalda, pero fue imposible. Nos dijeron que había mucha gente y que el médico no iba a llegar. Es cierto que no era una urgencia.»

Ya en respuesta al abogado Andreu Van den Eynde negó haber golpeado con el puño cerrado a un ciudadano. “¿No dio un manotazo a una persona que le grababa con un móvil?”, le preguntó el letrado. “Desde luego que no”, le respondió.