Normativa de 2019 sobre bicicletas eléctricas en España

El auge de las bicicletas eléctricas en toda Europa las dejó, en un primer momento, en un limbo legal. Por ese motivo, tanto la Unión Europea como los Estados miembros han tenido que legislar sobre su uso, incluyendo a España. La intención era regular su uso y definir qué se considera exactamente una bicicleta eléctrica, diferenciándolas claramente de las motocicletas.

En este último aspecto, conviene remarcar que existen varios tipos de bicicletas con motor. Algunos de ellos pueden alcanzar velocidades muy altas, por lo que la legislación ha marcado unos límites claros que las distinga de otro tipos de vehículos. Un ejemplo de su variedad y de las distintas características de cada una la podemos encontrar en https://todobiciselectricas.com/ .

Las bicicletas eléctricas

Una bicicleta eléctrica combina los tradicionales pedales con un pequeño motor incorporado a su chasis. Al combinar ambas fuerzas, el desplazamiento es más suave y, por supuesto, más rápido, pudiendo superar sin dificultad las pendientes o el viento de cara.

La autonomía de los motores suele ser de entre 30 y 60 kilómetros, dependiendo del tipo de batería, de la capacidad de almacenaje, del peso del conductor y del uso que se le de. La velocidad, por su parte, alcanza un máximo de 25 km/h en llano y con ayuda del motor.

Legislación

En la actualidad las bicicletas de este tipo están reguladas por la legislación sobre vehículos a motor. Todas tienen que cumplir las normas nacionales que aparecen en el Artículo 22 del Real Decreto 2822, así como las europeas recogidas en la Directiva 2002/24/EC. Si se quiere profundizar, aquí puedes comprobar la legislación sobre bicicletas eléctricas.

Requisitos

Aunque es un punto al que no se le suele prestar mucha atención, es interesante conocer que las normativas correspondientes obligan a que ninguna bicicleta eléctrica supere los 40 kilos de peso. Otro aspecto importante es que el motor solo puede prestar asistencia mientras se pedalea y no cuando las piernas permanecen quietas. En caso contrario, la legislación considera que se trata de una especie de motocicleta.

Aparte de lo anterior, uno de los puntos más importante es el que señala que el motor de las bicicletas eléctricas debe parecer de manera automática cuando se alcancen los 25 km/h. En caso de que eso no suceda, el vehículo dejará de ser considerado legalmente como una bici.

Por último, aunque igualmente importante, es que la potencia del motor no puede sobrepasar los 250 W en su batería. De superarlo, pasará a ser considerada como un vehículo ciclomotor y, por lo tanto, será obligatorio contar con una permiso para conducirlo.

Aspectos legales sobre su uso

En principio, las bicis eléctricas deben cumplir la misma normativa que el resto de las bicicletas. Esto implica que, en ciudad, no es obligatorio usar el casco, pero sí en las vías interurbanas y carreteras. De igual forma, está prohibido circular por la acera a menos que existan carriles específicamente diseñados para ello.

Como comentábamos, tampoco se necesita licencia de ningún tipo para conducirlas. En cambo, sí es conveniente conocer el código de la circulación, reconocer las señales viales y, obviamente, respetarlas. La bicicleta tiene que incorporar una luz delantera blanca y trasera de color rojo siempre que circule en condiciones de luminosidad reducida o de noche.

Uno de los puntos más controvertidos entre algunos sectores es la no obligatoriedad de contratar algún tipo de seguro de daños a terceros. Esto implica que, en caso de accidente que afecte a otra persona, el conductor deberá hacerse cargo de los posibles gastos.

Por último, las bicicletas eléctricas no pagan ningún impuesto de circulación, al contrario de lo que sucede con los vehículos de tracción mecánica.

Inconvenientes de una bicicleta eléctrica

Aunque el crecimiento de sus usuarios es innegable, incluido la aparición de empresas de alquiles por horas, las bicicletas eléctricas no están exentas de presentar algunos inconvenientes.

El primero es el precio. En caso de querer comprar una, el costo es superior al de las bicis tradicionales. La complejidad del motor y de las baterías son la causa de ese sobrecoste, haciendo que el precio medio casi alcance los 1500€.

Otro aspecto negativo es el peso del vehículo, que ronda los 20 kilos, bastante más que el de las bicis sin motor. Hay que tener en cuenta que solo el motor y las baterías aportan 8 kilos al peso base. Aunque en carretera no suponga un gran problema, sí puede ser un inconveniente en el caso de que haya que subirla a un piso todos los días.

La carga de baterías es otra de las preocupaciones de los usuarios. La mayoría de los modelos permiten extraer la batería y enchufarla a la corriente. Otras, sin embargo, tienen que conectarse directamente, sin poder separar la batería. Esto obliga a contar con un espacio amplio que cuente con toma eléctrica. Como ocurre con otros aparatos eléctricos con batería recargables, con el tiempo estás pueden ir deteriorándose y obligando a cargas cada vez más continuadas o, simplemente, a comprar una nueva batería.