El capítulo de "Los electroduendes" que nunca se volvió a emitir por ser un "psicólogo destructivo", y TVE lo retiró​

Cada cierto tiempo reaparece en redes la historia de un capítulo maldito de Los electroduendes que TVE habría retirado para siempre a finales de los ochenta. Muchos recuerdan escenas corrosivas, chistes políticos y una supuesta denuncia por ser un programa “psicológicamente destructivo” para los niños.

Los electroduendes fueron mucho más que unas marionetas gamberras en un programa infantil de los sábados; para toda una generación simbolizaron una manera distinta de hablar de política, tecnología y sociedad delante del televisor. Con los años, alrededor de ellos ha crecido una leyenda negra sobre capítulos censurados, frases demasiado radicales y presiones internas en la casa. Entre mito y realidad, su historia sigue despertando curiosidad y debate.

En este artículo repasamos qué ocurrió con La bola de cristal y con la sección de Los electroduendes, qué está documentado en archivos y prensa, y qué pertenece al terreno del recuerdo confuso. También veremos por qué el programa chocó con la dirección de TVE, cómo influyó el clima político y de qué manera se fue apagando su presencia en pantalla. Todo ello sin perder de vista el cariño con el que aún se recuerdan sus sketches más afilados.

UN MITO TELEVISIVO QUE SIGUE VIVO

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Antes de hablar de polémicas conviene recordar el contexto. La bola de cristal fue un programa de TVE emitido entre 1984 y 1988, creado por Lolo Rico y pensado para las mañanas de los sábados. Mezclaba música, humor, guiños a la cultura pop y secciones muy distintas entre sí, desde presentadores en plató hasta marionetas y dibujos animados. Ese cóctel hizo que muchos niños y adolescentes lo vivieran casi como un ritual semanal.

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La primera sección la protagonizaban Los electroduendes, un grupo de marionetas ligadas al mundo de la electrónica que vivían dentro del televisor y jugaban con la idea de cámaras, micrófonos y cintas de vídeo. Bruja Avería, Bruja Truca, Hada Vídeo, Maese Cámara y Maese Sonoro encarnaban esos elementos técnicos, pero con mucho sarcasmo y mala leche. Sus diálogos en rima y chistes cargados de crítica social marcaron para siempre la identidad del programa.

LA TELEVISIÓN PÚBLICA MARCÓ LOS OCHENTA

En los años ochenta la televisión pública tenía un peso enorme en la construcción del imaginario colectivo, y TVE era prácticamente la única ventana audiovisual de muchas casas. Cualquier programa que se saliera de la norma infantil, más aún si incluía referencias políticas explícitas, llamaba rápidamente la atención de directivos y partidos. La bola de cristal aprovechó esa grieta para hablar de marxismo, OTAN o paro juvenil de forma juguetona, pero nada inocente.

Ese tono crítico llegó en un momento en que el gobierno socialista de Felipe González intentaba proyectar modernidad, pero al mismo tiempo cuidaba mucho la imagen de la radiotelevisión pública. Determinados sectores vieron con recelo que, en horario infantil, unas marionetas comentaran economía, militarismo o religión con ironía descarada. A partir de ahí, las presiones para “moderar” el contenido del programa empezaron a hacerse notar detrás de las cámaras.

LOS ELECTRODUENDES ENTRE LA LEYENDA Y LA CENSURA

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Lo que sí está documentado es que la parte más incómoda para algunos directivos eran precisamente los bloques de Los electroduendes, donde la crítica al gobierno, al capitalismo o a la guerra era más directa. Diversos testimonios y reportajes recuerdan cómo se pidió rebajar chistes, suavizar consignas y eliminar los segmentos más políticos. Tras retirarse esa sección, el programa perdió buena parte de su personalidad y poco después desapareció de la parrilla.

Con el tiempo, de aquella censura general han nacido todo tipo de historias: críticas en prensa, informes de pedagogos y hasta supuestas denuncias que tachaban el programa de “psicológicamente destructivo” para la infancia. Esa expresión no aparece en los documentos oficiales ni en las crónicas más serias sobre el final de La bola de cristal, pero sí en recuerdos y anécdotas que circulan por foros y redes. Ese caldo de cultivo alimenta la leyenda del capítulo prohibido.

LAS CRÍTICAS Y LOS MIEDOS ENCENDIERON LAS ALARMAS

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Que un programa infantil hablara de capitalismo, paro o guerras desde el sarcasmo resultaba revolucionario para muchos padres… y profundamente inquietante para otros. Artículos de opinión y debates en radio cuestionaron si aquellos muñecos eran adecuados para niños pequeños, o si estaban introduciendo mensajes demasiado complejos y corrosivos. Desde la dirección de la cadena se empezó a pedir que se rebajaran algunas referencias políticas y se limaran los chistes más ácidos.

En paralelo, el cambio de etapa en TVE y en el propio gobierno hizo que se mirara con lupa cualquier contenido conflictivo en la franja infantil. Distintas crónicas señalan que primero se sacrificaron los bloques más incómodos de marionetas y, cuando Los electroduendes desaparecieron de la escaleta, La bola de cristal perdió gran parte de su sentido original. Poco después, en 1988, el programa se despidió definitivamente de la audiencia.

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Hoy podemos ver de nuevo buena parte de las aventuras de la pandilla en RTVE Play, donde se han remasterizado varios episodios de La bola de cristal con presencia destacada de los muñecos más rebeldes. En plataformas como YouTube hay, además, recopilatorios de sketches de Los electroduendes que recuperan canciones, diálogos y gags emblemáticos. Si hubiera existido un capítulo realmente vetado, resultaría difícil que no quedara rastro alguno en estas recuperaciones parciales.

LA HUELLA DEL PROGRAMA SIGUE CRECIENDO

Cuatro décadas después, el regreso del programa en forma de episodios restaurados, documentales y libros de guiones ha confirmado que su influencia va mucho más allá de la nostalgia. Críticos y académicos lo señalan como un ejemplo único de televisión infantil que trataba a los niños como ciudadanos capaces de entender la ironía y la crítica política. Esa mirada adulta, envuelta en humor y marionetas, explica por qué aún hoy se discute tanto sobre su censura y su final.

En el fondo, la historia del supuesto capítulo perdido de Los electroduendes dice tanto sobre nuestra memoria como sobre la propia televisión. Esa mezcla de datos ciertos, recuerdos infantiles y rumores demuestra hasta qué punto aquel rincón irreverente de La bola de cristal nos enseñó a desconfiar de los mensajes oficiales. Tal vez por eso la leyenda del episodio censurado sigue circulando: porque mantiene vivos a unos duendes que nunca dejaron de hacer preguntas incómodas.

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