Junto a su compañero Salva Reina, el actor Alejo Sauras, llegó a ‘El Hormiguero' para una noche de risas y revelaciones. Pero en medio de las anécdotas divertidas, hubo un momento de sorpresa total. Sauras confesó un pequeño delito que cometió en el pasado por pura necesidad. Una historia de juventud, viajes y un delito menor que dejó al público del plató totalmente adepto a. La dupla formada por Salva Reina y Alejo Sauras trajo una energía contagiosa a ‘El Hormiguero’.
La entrevista en ‘El Hormiguero', de Antena 3, derivó hacia los viajes de juventud de Alejo Sauras. El actor, de 46 años, explicó que gracias a que su padre trabajaba en una aerolínea, podía volar a casi cualquier rincón del mundo. Pablo Motos, conectando con esa realidad, le lanzó una pregunta que posteriormente tendría una interesante respuesta:"Has viajado mucho, pero no tenías dinero para comer ni para dormir. ¿Cómo hacías? ¿Robabas comida?".
La pregunta que desencadenó la confesión de Alejo Sauras en ‘El Hormiguero’
La pregunta no era retórica. Motos intuyó que detrás de esas aventuras podía haber anécdotas interesantes e incómodas. Y acertó. Sauras, lejos de eludir la cuestión, comenzó a relatar su historia con total franqueza. Su respuesta fue: contexto: "No por costumbre, pero alguna vez sí. Soy de un barrio de las afueras de Madrid. De Cuatro Vientos. Tuve la suerte de que mi padre trabajaba en el aeropuerto y a los empleados les daba billetes. Mi mayor cosa en la vida es que no acabara un año sin poder usar todos los que hubiera a mi disposición e ir a todas las partes del mundo que pudiera".
Para él, el dinero para el transporte no era el problema, ya que viajaba gratis. El problema surgía una vez aterrizaba en un país lejano, cuando los fondos para comida y alojamiento se agotaban.
El robo de la pizza en una estación de Roma
La anécdota se remonta a un viaje por Italia. Sauras contó en ‘El Hormiguero’ cómo se quedó completamente sin dinero en Florencia. "Se me acabó en Florencia, me quedé sin nada", explicó. En un intento por salir del apuro, recordó que una amiga de su hermana vivía allí. La buscó, la encontró, y aunque era estudiante y en una época de monedas (antes del euro), ella le prestó algo de efectivo.
Con ese dinero justo, pudo pagar los trenes para llegar a Venecia, luego a Roma y finalmente al aeropuerto. Con lo que le sobró, compró lo único que podía: "Una tarrina de queso crema y pan de molde". La situación era bastante precaria, como él mismo detalló: “Lo tuve que untar con el dedo. No me dio ni para comprar un cuchillo".
Pero el problema llegó a Roma. Con uno o dos días antes de volver a casa, muerto de hambre y cansado de la dieta de pan con queso, ocurrió el momento decisivo. En un tren, su olfato captó algo irresistible. "En el tren, al subir al otro lado, había unos japoneses con una caja de pizza que olía que alimentaba", recordó.
Sauras admitió en ‘El Hormiguero’ que estuvo todo el viaje pensando: "ojalá me invitaran". Pero la invitación no llegó. En cambio, cuando vio su oportunidad, actuó. "Cuando se levantaron a por sus maletas de arriba, cogí la caja y salí corriendo", confesó. Su relato transmitió el pánico y la urgencia del momento: "Dije 'me van a pillar' y me van a decir 'ladrón'. Iba corriendo y comiendo a la vez por si me cogían. Yo pensaba que los japoneses iban a correr detrás de mí, pero no me perseguía nadie".
Además de eso, Sauras, habló sobre cómo el deporte cambió su vida. Dijo que comenzó a practicarlo hace muchos años y aseguró que le ha hecho un bien enorme a nivel psicológico. Su conclusión fue clara y contundente: "Estar en forma es muy bueno para la cabeza". Esta frase resumía su filosofía, mostrando a un hombre que valora el cuidado físico no solo por la estética, sino por el equilibrio mental.
La presencia de Salva Reina junto a Sauras aportó un contrapunto de humor constante. Salva, por su parte, también aportó su grano de arena con una anécdota peculiar. Reveló una de sus manías más extrañas: siempre lleva confeti en el bolsillo. Según contó en ‘El Hormiguero’, durante un control de la Guardia Civil, decidió tirarlo.







