España es líder en pagos digitales... y en riesgos: el boom de compartir datos preocupa a los expertos

España paga cada vez más con móvil, tarjeta y wallets, pero también entrega más información que nunca. Mientras el país lidera la revolución digital, los expertos alertan: la comodidad tiene un precio que no siempre vemos.

¿En qué momento pasamos de sacar la cartera a sacar el móvil? Parece que fue ayer cuando pagar con tarjeta era “moderno”, y hoy España ya lidera Europa en uso de medios de pago digitales. Todo muy cómodo, muy rápido… y también un poco inquietante si miramos lo que está ocurriendo con nuestros datos.

Mientras nos acostumbramos a pagar con un gesto, a muchos se nos escapa el precio oculto de esta transformación, qué cedemos, a quién, y para qué. Lo digital avanza sin pedir permiso y, aunque la experiencia se vuelve más fluida, la sensación de control no siempre acompaña, sobre todo en las generaciones anteriores a la generación Z.

Y en medio de esta revolución silenciosa, surge la gran pregunta, ¿sabemos realmente en qué terreno estamos pisando cuando pagamos con el móvil, usamos una wallet o dejamos que una app gestione nuestras cuentas?

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España, primera en la fila digital… con dudas que crecen

España, primera en la fila digital… con dudas que crecen
El 79% de los españoles prefiere pagar con tarjeta, wallet o app antes que usar efectivo. Fuente: Agencias

El 79% de los españoles prefiere pagar con tarjeta, wallet o app antes que usar efectivo. No es una moda pasajera, en 2018 esa cifra era del 51%, y el cash dominaba casi la mitad de las preferencias. Ahora es apenas un 21%. Lo digital ha ganado la batalla, y la ha ganado rápido. Las tarjetas de débito se han convertido en compañeras inseparables, las de crédito ganan terreno, y hasta los pagos con aplicaciones empiezan a ser parte de la rutina.

Pero este avance también viene con una sombra. Aunque confiamos más que nunca en los bancos (el 55% los señala como los más fiables para gestionar datos financieros) la sensación de estar entregando más información de la necesaria empieza a incomodar. La disponibilidad a compartir datos llega ya al 70%, pero suele ser un “sí” matizado, sí, pero que no se les vaya de las manos. Sí, pero sin sustos. Sí, porque no hay otra. Y ese es el punto que está empezando a levantar cejas entre expertos en privacidad.

El atractivo de las apps… y el precio que queda fuera de pantalla

El atractivo de las apps… y el precio que queda fuera de pantalla
Cada app que instalamos, cada permiso que activamos y cada pago que realizamos alimenta un ecosistema donde nuestros datos valen oro. Fuente: Agencias

España también destaca por la diversidad de apps de pago que usa. Aquí no hay un único ganador, convivimos entre xPay, apps bancarias tradicionales y soluciones locales. La experiencia es fluida y la mayoría agradece tenerlo todo en el móvil, desde el datáfono invisible hasta las tarjetas que antes abultaban en la cartera. Y sin embargo, esa comodidad tiene un coste que no siempre vemos venir.

Cada app que instalamos, cada permiso que activamos y cada pago que realizamos alimenta un ecosistema donde nuestros datos valen oro. Los expertos ya advierten que, mientras nos acostumbramos a hacer “tap” sin pensar, las plataformas ganan una visión cada vez más detallada de nuestros hábitos. No se trata de llevarnos las manos a la cabeza, pero sí de entender que el mercado no solo compite por ofrecer mejores experiencias, compite por información. Y es ahí donde la balanza se desequilibra si no sabemos qué cedemos.

Entre la seguridad y el control: el lado menos glamuroso del pago digital

Entre la seguridad y el control: el lado menos glamuroso del pago digital
La recomendación oficial es clara, débito para el día a día, efectivo como respaldo, crédito solo para grandes compras. Fuente: Agencias

El Banco de España insiste en algo que a veces olvidamos, la seguridad no depende solo del método, sino del uso. El debate se ha calentado este año, con advertencias sobre el riesgo de acumular pequeñas deudas con tarjetas de crédito o de depender por completo del móvil para todo. La recomendación oficial es clara, débito para el día a día, efectivo como respaldo, crédito solo para grandes compras. Pero la realidad es que la inercia del pago rápido y sin fricción suele pesar más que las advertencias.

A eso se suma que el escenario regulatorio cambia, los cajeros desaparecen y el efectivo se estrecha entre normas y restricciones. Mientras en Europa se prepara el terreno para el euro digital, en España más de la mitad de los consumidores ni siquiera ha oído hablar de él. Y aun así, cuando se les explica, la mayoría dice que lo usaría. Esa mezcla de desconocimiento y confianza automática pinta un panorama en el que avanzamos más rápido de lo que entendemos. Y, aunque suene exagerado, es justo ahí donde los expertos empiezan a frenar.

En resumen, vivimos un momento emocionante, pagar nunca fue tan fácil. Pero también es un momento para no bajar la guardia. España lidera la digitalización de pagos, sí, pero también está entrando en una etapa donde la comodidad exige una contrapartida, atención, criterio y un poco de sano escepticismo. Al final, lo importante no es renunciar a lo digital, sino usarlo con la misma consciencia con la que revisamos un extracto bancario.

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