Francesc Colomer es mucho más que el niño que deslumbró en ‘Pa negre’ y se llevó un Goya que pesaba casi tanto como él. Tras aquella noche de focos y alfombra roja, su carrera siguió un rumbo discreto pero firme, lejos del ruido mediático que devora a otros talentos precoces. Entre rodajes puntuales, temporadas sin trabajo y la llegada de una vida adulta con facturas que pagar, el actor ha ido ajustando sus sueños a la realidad.
La suya es también la historia de un ‘Goya maldito’, esa etiqueta que reaparece cada vez que alguien se pregunta por el niño de ‘Pa negre’. Detrás del titular hay un chico de comarca, con familia y amigos, que ha tenido que aprender a gestionar las expectativas ajenas y propias. En estas líneas repasamos qué papeles ha encadenado, por qué decidió buscar un empleo estable fuera del plató y de qué manera sigue ligado a la interpretación hoy.
DEL GOYA A LA DUDOSA FAMA
Cuando Francesc Colomer subió al escenario de los Goya tenía trece años y acababa de encarnar a Andreu en la posguerra de ‘Pa negre’. Aquel trabajo le dio el premio a Mejor Actor Revelación y lo colocó de golpe en el mapa del cine español, con más focos que experiencia para manejarlos. Mientras la película sumaba premios, el adolescente volvía al instituto en Vic y empezaba a notar el peso de un éxito que otros bautizaron como ‘Goya maldito’.
Tras el éxito, lo sorprendente no fue verlo encadenar estrenos, sino comprobar que durante un tiempo apenas trabajó y regresó a una vida bastante normal en su comarca. Él mismo ha contado que, después de la vorágine, llegaron audiciones que no cuajaban y una calma incómoda, mientras muchos daban por hecho que su camino ya estaba resuelto. Ese parón le permitió seguir estudiando lejos del foco, pero alimentó la sensación de que el Goya adolescente podía quedarse en anécdota.
ENTRE LA ADOLESCENCIA Y LOS NUEVOS RETOS
Mientras sus compañeros de clase pensaban en exámenes y salidas de fin de semana, Colomer negociaba con algo tan delicado como crecer bajo una etiqueta de “niño prodigio”. La adolescencia le llegó a la vez que las primeras decisiones profesionales importantes: seguir formándose en interpretación, terminar los estudios y no dejar que el premio lo definiera para siempre. Ese equilibrio entre la vida normal y la fama puntual ayudó a que no se quemara demasiado pronto, aunque también alargó los silencios entre proyectos.
En 2013, ya algo más mayor, volvió a la gran pantalla con ‘Barcelona, noche de verano’ y con un papel en ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’, la película de David Trueba inspirada en la figura de John Lennon. Aunque sus personajes eran más pequeños, le sirvieron para salir del encasillamiento de la víctima de posguerra y probar registros más cercanos a la comedia y al retrato generacional. Eran pasos discretos, casi sin alfombra roja, pero mostraban que seguía queriendo aprender el oficio sin prisas y sin repetir fórmula.
FRANCESC COLOMER DESPUÉS DEL GOYA
Con el tiempo, la pregunta “qué fue de Francesc Colomer” empezó a aparecer en titulares que jugaban con la idea del Goya maldito y la desaparición del radar. Frente a esa mirada simplista, su trayectoria demuestra más bien una carrera a fuego lento, hecha de decisiones prudentes y de la voluntad de no vivir solo de la nostalgia de aquel niño de ‘Pa negre’. No ha protagonizado grandes taquillazos, pero sí ha encadenado un puñado de proyectos de cine y televisión que le han permitido seguir creciendo como actor.
Su nombre figura en repartos de películas como ‘Morlers’, ‘La vampira de Barcelona’ o ‘Beach House’, además de varios cortometrajes que refuerzan ese perfil de intérprete de nicho. No es la carrera vertiginosa que muchos imaginaban cuando lo vieron levantar el Goya, pero sí un camino coherente con alguien que prefiere cuidar los personajes y compaginar rodajes con una vida relativamente anónima. Esa distancia respecto al foco constante, paradójicamente, le ha permitido seguir trabajando sin quedar atrapado por la imagen congelada del niño prodigio.
DEL CINE DE AUTOR A LAS SERIES
Tras el impacto de ‘Pa negre’ y sus incursiones en el cine de autor, Colomer se abrió también a la televisión, un territorio clave para cualquier actor que quiera continuidad. Participó en ficciones como ‘39+1’ y, más adelante, en la serie diaria ‘Com si fos ahir’, un clásico de la franja catalana que le dio rodaje, tablas y contacto con un público muy fiel. Estas apariciones quizá no ocuparon portadas estatales, pero consolidaron su presencia en la escena audiovisual catalana.
Más recientemente, ha reaparecido en producciones como ‘Vintage’, una serie del entorno de 3Cat en la que interpreta a Teo, un joven con poca iniciativa que busca su sitio en un mercado laboral hostil. Ese personaje, obligado a espabilar después de que su familia lo pierda casi todo, dialoga de forma curiosa con la propia biografía de Colomer, que también ha tenido que reinventarse fuera de la pantalla. El trabajo en series le ha dado continuidad, le ha permitido madurar delante de la cámara y le ha ofrecido papeles ya claramente adultos, lejos del recuerdo del niño de posguerra.
UNA VIDA ENTRE VIÑEDOS Y RODAJES
Lejos de los platós, Francesc Colomer ha ido arraigando cada vez más a su tierra, en la comarca de Osona, donde la familia cuida un pequeño viñedo. En entrevistas ha explicado cómo ha aprendido a plantar, podar, tratar las cepas y elaborar vino casi de forma artesanal, pasando de pisar la uva con los pies a utilizar una pequeña prensa y depósitos propios. No aspira a crear un gran vino de autor, dice, sino a mantener una tradición familiar que le conecta con lo que ha visto desde niño.
Ese trabajo entre viñas y tierras de secano le ofrece un contrapeso físico y mental a la fragilidad del mundo audiovisual. Mientras el cine y la televisión dependen de subvenciones, audiencias y agendas ajenas, el cuidado de la viña responde a ritmos más lentos, al clima y a la paciencia, algo que el propio Colomer valora como una escuela de carácter. Esa doble vida, entre botas manchadas de tierra y sets de rodaje, ayuda a entender por qué no se ha aferrado a la fama pasajera como única forma de realización personal.
UN PRESENTE CON DOS CARRERAS
Hoy, ya adulto, Francesc Colomer compagina la interpretación con un trabajo estable en una empresa de automatización industrial, un giro que tomó tras una etapa de inestabilidad laboral. Él mismo reconoce que su idea inicial era dedicarse solo al cine y al teatro, pero que la precariedad del sector le llevó, durante la pandemia, a buscar un plan B que le diera tranquilidad económica. Esa decisión no significa renunciar a actuar, sino evitar malvivir mientras espera a que lleguen los proyectos adecuados.
En la práctica, su vida se organiza ahora entre horarios de oficina, ensayos, rodajes puntuales y, cuando toca, tareas en la viña familiar. El resultado es un modelo de actor alejado del tópico de la estrella, más cercano al de un trabajador que se toma muy en serio su oficio, pero que no quiere que este sea su única tabla de salvación. Sigue ligado a la interpretación, representado por agencia y activo en cine, series y teatro, pero con la serenidad de saber que su identidad no depende solo de aquel Goya adolescente.










