Aparentemente, la relación entre la Moncloa y Zarzuela estaría atravesando un momento delicado, según las informaciones que maneja el periodista Javier Portillo del diario ‘La Razón’. Fuentes cercanas a la Casa Real habrían confirmado que existe una supuesta «orden no escrita» para limitar al máximo el contacto entre el Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reduciendo sus apariciones conjuntas a lo estrictamente protocolario.
El conflicto entre ambas instituciones habrían sido los disturbios de Paiporta durante una visita real el año pasado, un episodio que afectó tanto a Presidencia como a Zarzuela. Esta distancia parece haberse hecho todavía más evidente en las recientes visitas a zonas afectadas por incendios forestales en España, donde los Reyes mostraron una proximidad con los afectados muy diferente al dispositivo de seguridad del presidente de Gobierno.
Las fuentes consultadas por el medio ‘La Razón, que son cercanas a la Casa Real, no dudaron en calificar la relación entre Felipe VI y Pedro Sánchez como «rota», describiendo además que la comunicación se limita exclusivamente a los canales oficiales de sus respectivos gabinetes.
2La orden no escrita y el distanciamiento protocolario entre ambas instituciones

En el seno de la Casa Real existiría lo que las fuentes citadas denominaron una «orden no escrita» con el objetivo de apartar en la medida de lo posible a Felipe VI de Pedro Sánchez. Esta directriz, aparentemente no oficial, buscaría limitar su coincidencia a lo estrictamente protocolario y agendando que contemplan las relaciones institucionales marcadas por la Constitución, aislando así al Jefe de Estado de la «atmósfera de crispación» que rodea al líder socialista.
Esta minuta se habría comenzado a ejecutar desde el año pasado, pero se haría evidente en la planificación de las visitas a las zonas afectadas por los incendios de agosto. Mientras los Reyes Felipe VI y Letizia recorrieron a pie de calle y hablaron directamente a los afectados, el presidente Sánchez estableció un dispositivo de seguridad con cordones de hasta 200 metros y tres anillos de seguridad que evitaban el contacto con los damnificados, una planificación de seguridad “normal” que aplican para resguardar la integridad física de los mandatarios.