Pocas frutas tienen el poder refrescante, ligero y saludable que ofrece la sandía, especialmente en los meses más calurosos del año. Con su sabor suave, su abundante contenido de agua y su perfil nutricional casi perfecto, se ha ganado el corazón —y la mesa— de muchos hogares españoles. Sin embargo, no todas las sandías que vemos en los estantes del supermercado son igual de seguras.
El nutricionista y divulgador Pablo Ojeda lanzó recientemente una advertencia contundente. Su mensaje fue claro: evitar comprar sandía ya cortada si no se encuentra perfectamente refrigerada, ya que su consumo podría suponer un riesgo real para nuestra salud. A continuación, te contaremos qué ocurre exactamente con estas piezas partidas y por qué deberías pensarlo dos veces antes de llevarte una a casa.
6Conclusión: La reina del verano, pero con responsabilidad

La sandía seguirá siendo una de las grandes protagonistas del verano. Su sabor refrescante, su contenido hídrico y sus propiedades nutricionales la hacen irresistible, especialmente cuando las temperaturas son elevadas. Pero como todo alimento fresco, exige ciertos cuidados.
Aunque resulte tentador llevarse una porción ya cortada, lo más sensato es apostar por piezas enteras, manipuladas únicamente en casa y conservadas en frío. Porque lo que empieza como un gesto de comodidad puede terminar en una molestia evitable o, en el peor de los casos, en una intoxicación.