Especial 20 Aniversario

Las lentejas ‘viudas’ que saben a gloria: el truco de La Vera para un sabor ahumado sin usar chorizo

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Las lentejas son un plato que evoca recuerdos, hogar y tradición en la cocina española, un pilar fundamental en la dieta mediterránea que ha alimentado generaciones con su sencillez y contundencia. Sin embargo, muchas veces se asocian indefectiblemente con el compango, ese acompañamiento cárnico que le aporta sabor y carácter, pero que limita su acceso a quienes buscan opciones más ligeras o vegetarianas, o simplemente prefieren disfrutar de la legumbre en su máxima expresión.

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Desligar las lentejas de ese maridaje clásico, las convierte en lo que popularmente conocemos como «viudas», un término que lejos de implicar tristeza culinaria, abre la puerta a exploraciones de sabor inesperadas, a redescubrir matices que el chorizo o la panceta suelen eclipsar. El desafío reside en cómo dotar a estas lentejas huérfanas de carne de una personalidad propia y un fondo que las haga inolvidables, una tarea que, sorprendentemente, encuentra una solución magistral en un rincón concreto de nuestra geografía, un secreto ancestral que potencia su gusto hasta niveles insospechados sin recurrir a grasas animales.

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LA BÚSQUEDA DEL FONDO SIN HUMO CÁRNICO

Fuente: Freepik

Uno de los mayores dilemas al preparar lentejas ‘viudas’ es replicar esa sensación de «fondo» o sabor potente y ahumado que el chorizo, la morcilla o la panceta aportan de forma natural, ese toque inconfundible que hace que el guiso se sienta completo y profundo en boca. Sin esa contribución animal, las lentejas pueden resultar planas o insípidas para paladares acostumbrados a la versión carníca, un obstáculo que desanima a muchos a explorar esta variante más ligera y saludable.

El secreto para superar este escollo no reside en la cantidad de sal o en el tiempo de cocción, sino en la elección sabia de ingredientes y la aplicación de técnicas que aporten complejidad aromática sin recurrir a la grasa saturada. La clave está en encontrar un sustituto para ese sabor ahumado característico, un elemento que dialogue con la terrosidad de las lentejas y las verduras, aportando un matiz que eleve el plato de lo simplemente nutritivo a lo verdaderamente memorable, un objetivo que, como veremos, tiene nombre propio y origen geográfico bien definido.

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