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¿Por qué el calor nos quita el hambre? La ciencia detrás de un fenómeno muy clásico del verano

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Con termómetros que superan los 40 grados en varios puntos del país, muchos se sorprenden al notar que, a pesar de sudar sin parar, el hambre parece tomarse vacaciones. En pleno verano, cuando el calor lo invade todo, el apetito se reduce sin previo aviso. Pero ¿es esto normal? ¿O se trata de una simple percepción?

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La respuesta, como casi todo lo que involucra al cuerpo humano, tiene matices. El calor típico del verano no elimina el hambre de forma directa, pero sí modifica cómo y cuándo sentimos la necesidad de comer. A continuación, te contaremos por qué ocurre esto y qué podemos hacer para mantenernos sanos, incluso cuando el cuerpo dice “no quiero”.

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¿Quiénes corren más riesgos con la pérdida de apetito?

¿Quiénes corren más riesgos con la pérdida de apetito?
Fuente: Agencias

Aunque todos notamos el cambio, no a todos nos afecta igual. La falta de apetito puede ser especialmente peligrosa para niños, personas mayores y embarazadas, ya que son grupos que necesitan un aporte constante y equilibrado de nutrientes.

En el caso de los mayores, por ejemplo, la combinación de calor, menor apetito y deshidratación puede derivar en déficits nutricionales importantes, pérdida de masa muscular o alteraciones en la presión arterial. En los niños, el impacto puede afectar al crecimiento y a su sistema inmunológico. Y en mujeres embarazadas, la ingesta insuficiente puede repercutir directamente en el desarrollo del bebé.

Por eso, aunque el cuerpo diga “no tengo hambre”, es fundamental entender que sigue necesitando alimento de calidad. A veces, una simple infusión fría, un yogur con frutas o una porción de frutos secos puede hacer una gran diferencia en la salud diaria.

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