No hay duda de que cada vez somos más conscientes de cuál es la verdadera importancia de construir una buena estabilidad emocional, que nos permita disfrutar de vínculos personales y sociales sanos y contribuya a una mejora de nuestra autoestima. En este sentido, en los últimos años se ha hablado mucho sobre el concepto de Responsabilidad afectiva y cómo nos permite ser mucho más conscientes y estables a la hora de construir relaciones, así sea con nuestras parejas, amigos o familia.
Aprender a relacionarnos con otras personas desde la responsabilidad afectiva es, sin duda, uno de los elementos que más nos puede ayudar a transformar nuestra vida emocional hacia un punto mucho más positivo. Desarrollar esta cuestión fundamental para mantener una buena salud emocional empieza en nosotros mismos y, además, es algo que todo el mundo está capacitado para alcanzar si lo trabaja, por ejemplo, con un buen psicólogo o psicólogo online.
Por todo esto, en este artículo queremos tratar todo aquello que rodea al término de responsabilidad afectiva, desde su conceptualización hasta qué problemas pueden surgir cuando no la practicamos, qué causa esta falta de responsabilidad o cómo puede aportar algo muy positivo si la practicamos.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva es un término utilizado en psicología para describir la capacidad que tenemos los seres humanos de reconocer y asumir las consecuencias emocionales de nuestras acciones. Esto no solo implica aquellas cuestiones negativas, si no también las positivas y cómo somos capaces de comunicarlas a las demás personas que nos rodean. De esta manera, la responsabilidad afectiva parte de la empatía, la honestidad y de la capacidad de transmitir mensajes claros con aquellas personas con las que mantenemos una relación, así sea laboral, amorosa, familiar o de amistad.
La responsabilidad afectiva no consiste en hacernos cargo de las emociones de los demás, si no de ser conscientes de cómo nuestras decisiones, palabras y comportamientos pueden afectar a otros. En términos prácticos, podríamos resumir el concepto de responsabilidad afectiva como la capacidad de comunicar con claridad nuestros sentimientos y expectativas, sin dar falsas esperanzas, respetando nuestros propios límites y los de los demás. Básicamente, a través de la coherencia, la empatía y el compromiso, la responsabilidad afectiva se encarga de cuidar el impacto emocional que generan las relaciones que tenemos, tanto en nosotros mismos como en el resto de personas.
Problemas que pueden surgir por falta de responsabilidad afectiva
Aquellas relaciones personales en las que no existe o no se trabaja la responsabilidad afectiva a menudo se convierten en espacios tóxicos, ambiguos o que dan lugar a malentendidos y enfados. Generalmente, la falta de responsabilidad afectiva se traduce en frustración, ansiedad, desconfianza o dependencia emocional por alguna de las partes, al no poder comprender qué le ocurre exactamente a la otra persona que forma parte de la relación.
Esto, como decíamos, no es exclusivo únicamente del plano romántico o de las relaciones de pareja, si no que también se puede dar dentro de las dinámicas familiares, laborales o, incluso, con las amistades más cercanas. Hay que tener en cuenta que la falta de responsabilidad afectiva muy probablemente va a derivar siempre en vínculos inestables, que probablemente generen más problemas a nivel emocional y que se caracterizan por no dar espacio para la escucha activa y el respeto de las necesidades de las personas.
¿Qué causa la falta de responsabilidad afectiva?
A pesar de que la falta de responsabilidad afectiva puede deberse a muchas causas diferentes, por lo general, lo más común es que esto esté relacionado con la educación emocional que se ha recibido durante la infancia. Crecer en entornos donde no se prioriza la gestión consciente de las emociones, donde los sentimientos se invalidan o en contextos agresivos o evasivos sin duda dificultará la construcción de vínculos personales saludables durante la vida adulta.
Por otra parte, la falta de responsabilidad afectiva también puede deberse a una carencia de habilidades emocionales, a una baja autoestima o a la falta de autoconocimiento. Si no somos conscientes de nuestras propias emociones, de qué necesidades tenemos o de cómo podemos comunicar todas estas cuestiones, se dificulta también actuar con responsabilidad emocional con los demás.
¿Cómo podemos construir relaciones más saludables desde la responsabilidad?
Construir relaciones saludables desde la responsabilidad afectiva no es una cualidad innata, si no que es algo que se debe aprender, trabajar y practicar cada día. Para fomentar este tipo de responsabilidad en nuestras relaciones es importante desarrollar el autoconocimiento emocional, aprendiendo a identificar nuestras emociones y siendo conscientes del impacto que tienen nuestros actos en las personas con las que nos relacionamos.
Además, también es importante aprender a comunicarnos de manera clara, empática y honesta, dando información y respuestas que eviten confusiones o que escondan la verdad. Otra de las claves de la responsabilidad afectiva es aprender a poner nuestros propios límites y ser conscientes de cuáles son los límites y las necesidades de las otras personas, respetándolos en todo momento. Finalmente, la última clave para construir relaciones más saludables a través de la responsabilidad emocional es tener la humildad de asumir la responsabilidad de nuestros actos, sin utilizar evasivas, culpas cruzadas ni justificaciones.
Terapia psicológica online: aprender y aplicar la responsabilidad afectiva
Para poder construir una relación personal sólida, honesta y saludable es muy importante tomar conciencia de qué errores podemos estar cometiendo y estar dispuestos a encontrar una solución que nos ayude a corregirlos. En este sentido, para trabajar la responsabilidad afectiva acudir a una consulta con un Psicólogo online puede ser la clave para hacer de este proceso algo mucho más sencillo y cómodo. Así, en las sesiones se puede trabajar desde las causas hasta las consecuencias de la falta de responsabilidad afectiva, así como también aprender herramientas fundamentales para fomentar la construcción de relaciones sanas, tanto con los demás como con nosotros mismos. Además, se pueden tratar temas como la dependencia emocional, el miedo al compromiso, la incapacidad para poner límites o la gestión de la culpa, desarrollando habilidades más positivas como la comunicación asertiva, la validación emocional y la empatía que ayudan enormemente a potenciar la responsabilidad afectiva.