En los últimos años, la ciencia ha reforzado lo que muchos intuían: lo que comemos puede ser decisivo para nuestra salud. Hoy, cada bocado importa. Y entre los alimentos más cotidianos, hay uno que despierta una preocupación particular entre los expertos: el pan blanco. Según el profesor Frank Hu, de la Universidad de Harvard, este alimento habitual puede ser más perjudicial de lo que imaginamos.
Aunque el pan blanco suele estar presente en la mesa de muchos hogares, su composición refinada lo convierte en un potencial aliado de la inflamación crónica, una condición silenciosa, pero de enorme impacto en enfermedades graves. ¿Por qué este alimento tan común debería preocuparnos? ¿Y cómo podemos protegernos sin renunciar al placer de comer?
3Más allá de evitar: construir una dieta antiinflamatoria

El especialista de Harvard no solo advierte sobre los peligros del pan blanco. Su enfoque es más amplio y propone algo fundamental: adoptar un patrón dietario saludable. Evitar un alimento aislado puede ayudar, pero es el conjunto de nuestras elecciones lo que determina el rumbo de nuestra salud.
En ese sentido, la dieta mediterránea se alza como un modelo respaldado por múltiples investigaciones científicas. Rica en frutas, verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva virgen extra, cereales integrales y pescado azul, esta forma de alimentación es un poderoso escudo contra la inflamación.
Diversos estudios han demostrado que quienes siguen este patrón tienen niveles más bajos de marcadores inflamatorios en sangre. Y lo mejor: no se trata de una dieta restrictiva, sino de una manera de comer sabrosa, variada y culturalmente aceptada, especialmente en países como España.
Los expertos coinciden en que el equilibrio es la clave. Reducir el consumo de alimentos proinflamatorios —como el pan blanco, las carnes rojas, las bebidas azucaradas y los productos ultraprocesados— e incrementar la presencia de alimentos naturales y ricos en fibra puede marcar la diferencia.