En los últimos años, la ciencia ha reforzado lo que muchos intuían: lo que comemos puede ser decisivo para nuestra salud. Hoy, cada bocado importa. Y entre los alimentos más cotidianos, hay uno que despierta una preocupación particular entre los expertos: el pan blanco. Según el profesor Frank Hu, de la Universidad de Harvard, este alimento habitual puede ser más perjudicial de lo que imaginamos.
Aunque el pan blanco suele estar presente en la mesa de muchos hogares, su composición refinada lo convierte en un potencial aliado de la inflamación crónica, una condición silenciosa, pero de enorme impacto en enfermedades graves. ¿Por qué este alimento tan común debería preocuparnos? ¿Y cómo podemos protegernos sin renunciar al placer de comer?
1El pan blanco bajo la lupa: por qué Harvard sugiere evitarlo

Frank Hu, reconocido epidemiólogo y profesor de medicina en el Departamento de Nutrición de Harvard, fue claro en su advertencia: el pan blanco es un alimento que conviene evitar si buscamos reducir la inflamación en el organismo. ¿La razón? Está elaborado con harinas refinadas, un tipo de ingrediente que pierde gran parte de su valor nutricional en el proceso de producción.
Cuando los granos de trigo se refinan, se eliminan el salvado y el germen, es decir, las partes del grano ricas en fibra, vitaminas y minerales. Lo que queda es principalmente almidón, un carbohidrato simple que, al ingerirse, se transforma rápidamente en glucosa. Este aumento brusco de azúcar en sangre activa vías inflamatorias que pueden dañar a largo plazo nuestra salud.
Además de los picos de glucemia, este alimento contribuye al estrés oxidativo y a la producción de citoquinas proinflamatorias, elementos que, con el tiempo, alimentan un estado inflamatorio persistente. Y es precisamente ese estado de inflamación crónica de bajo grado el que se relaciona con enfermedades como la diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y trastornos neurodegenerativos.