Una escapada de verano no tiene por qué sacarnos del país. En el corazón del norte de España se esconde un lugar que sorprende por su belleza natural, fácil acceso y la posibilidad de disfrutarlo de cerca, incluso sumergiéndote en las espectaculares aguas de esta cascada.
Hablamos de un pequeño pueblo burgalés cuya cascada está conquistando a todos en las redes sociales y sigue dejando boquiabiertos a quienes la visitan por primera vez. Para este verano, si buscas un destino distinto, único, refrescante y accesible, este pequeño pueblo de Burgos puede tener lo que necesitas. Solo hace falta una toalla, calzado cómodo y ganas de desconectarte por un buen rato. El resto lo pone la naturaleza.
2Fácil acceso y experiencia completa

De las mejores cosas que tiene este lugar es lo accesible que resulta para los visitantes. Desde las carreteras BU-550 (Trespaderne) y BU-532 (Barcina), puedes llegar en coche hasta el pueblo o a pocos metros de la cascada. En temporada alta se recomienda llegar temprano, ya que las zonas de aparcamiento junto al bar Vélez o al asador Cobra son propensas a llenarse muy rápido. Desde allí, el recorrido está perfectamente señalizado y se puede llegar en pocos minutos hasta el mirador y la base de la cascada, solo andando.
Durante el recorrido podrás pasar junto a un antiguo molino, hoy conservado como parte del paisaje histórico del lugar. A lo largo del cauce del Jerea encontrarás diferentes zonas para sentarse, descansar o preparar un pequeño picnic. En épocas de deshielo o tras lluvias intensas, el caudal del agua aumenta y la vista del lugar resulta aún más espectacular. Pero también en verano, cuando baja el nivel, la laguna pasa a ser una piscina natural donde refrescarse, además de posible, es muy recomendable.