Caminar por las calles empedradas de Besalú equivale a retroceder varios siglos en el tiempo. Este pueblo medieval catalán, situado en la comarca de la Garrotxa, representa uno de los conjuntos arquitectónicos más extraordinarios de la península ibérica, donde cada piedra susurra historias de épocas pasadas. La magia que desprende su entramado urbano no surge únicamente de su belleza arquitectónica, sino de la perfecta conservación de un legado que ha desafiado el paso de los siglos.
La primera impresión al divisar Besalú desde la distancia resulta sobrecogedora. El imponente puente románico fortificado se alza como guardián eterno sobre las aguas del río Fluvià, creando una postal que parece extraída directamente de los libros de cuentos medievales. Esta construcción del siglo XI no solo constituye la entrada natural al casco histórico, sino que simboliza el umbral entre la modernidad y un pasado que permanece vivo en cada rincón de esta joya gerundense.
5BESALÚ HOY: TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN PERFECTA ARMONÍA
La transformación de Besalú en destino turístico de primer orden no ha comprometido su autenticidad ni ha alterado el equilibrio de su trama urbana histórica. Los establecimientos comerciales y hosteleros se han integrado discretamente en las antiguas construcciones, respetando las tipologías arquitectónicas originales y manteniendo la escala humana que caracteriza al pueblo medieval catalán. Esta aproximación respetuosa al desarrollo turístico constituye un modelo de referencia para otras localidades históricas que buscan compatibilizar conservación patrimonial y dinamización económica.
Las actividades culturales que se desarrollan a lo largo del año refuerzan el vínculo entre pasado y presente, convirtiendo el patrimonio histórico en protagonista de eventos que atraen visitantes de toda Europa. La Fira Medieval, celebrada cada septiembre, transforma las calles en un gran escenario donde artesanos, músicos y actores recrean ambientes medievales con notable rigor histórico. Estas iniciativas no solo dinamizan la economía local sino que contribuyen a mantener viva la memoria histórica y a transmitir conocimientos sobre la cultura medieval a las nuevas generaciones.
La declaración de Besalú como Conjunto Histórico-Artístico Nacional en 1966 supuso el reconocimiento oficial de sus valores patrimoniales y estableció el marco legal necesario para su protección. Esta figura de protección, complementada posteriormente con la declaración de Bien de Interés Cultural, garantiza que las futuras generaciones podrán seguir disfrutando de este extraordinario testimonio del pasado medieval. El equilibrio alcanzado entre conservación, investigación y difusión cultural convierte a Besalú en un ejemplo exitoso de gestión patrimonial que demuestra cómo el legado histórico puede constituir la base de un desarrollo sostenible y respetuoso con la identidad local.