En las carreteras españolas, cada infracción cuenta. Lo que puede parecer una simple distracción o una decisión apresurada al volante, para la Dirección General de Tráfico (DGT), puede convertirse en una sanción económica de gran envergadura. Y es que no todas las multas cuestan lo mismo: algunas llegan a cifras verdaderamente desorbitadas, dependiendo de su gravedad y del impacto que puedan tener en la seguridad vial.
Con el objetivo de garantizar el cumplimiento de la ley y proteger tanto a conductores como peatones, la DGT ha establecido un sistema de sanciones que va desde los 100 euros por infracciones leves, hasta los temidos 20.000 euros por aquellas conductas que ponen en serio peligro la vida de los demás. A continuación, detallaremos cuáles son las infracciones más caras que podrías cometer y cómo evitarlas.
4Quién impone la sanción final: la justicia toma la palabra

Aunque muchas sanciones son impuestas directamente por agentes de la DGT, en los casos más graves la decisión final no depende de ellos. Si la infracción se encuentra dentro del rango de las “gravísimas”, será necesaria la intervención de un juez. En estos casos, el procedimiento pasa a manos de la autoridad judicial, quien será la encargada de establecer la cuantía definitiva de la multa tras un proceso en el que el infractor podrá aportar pruebas y justificar su comportamiento.
Pero que nadie se lleve a engaño: aunque exista la posibilidad de defensa, las sanciones suelen mantenerse, especialmente si hay pruebas claras de la infracción. La DGT colabora activamente con los juzgados para asegurar que las sanciones reflejen con exactitud la gravedad del acto cometido. Y, en caso de que existan agravantes —como reincidencia o presencia de menores en el vehículo—, el juez podrá aplicar el máximo castigo previsto por la ley.