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Unai Simón atraviesa uno de los momentos más trascendentales de su carrera profesional. A sus 27 años, el guardameta del Athletic Club vive un presente brillante, consolidado tanto en San Mamés como en la portería de la selección española. Lo que parecía estabilidad absoluta ha dado un giro inesperado. Una oferta poderosa ha llegado a su entorno y empieza a transformar esa sensación de continuidad en incertidumbre.
El posible adiós a Bilbao ya no es un escenario hipotético. Se ha convertido en una opción concreta, tan real como impactante. En el centro de esta historia aparece un protagonista que no necesita presentación. El FC Barcelona ha puesto su mirada en él con una convicción que no deja espacio a las dudas. No se trata de un simple interés de mercado, ni de una jugada improvisada.
El club catalán viene evaluando con seriedad el futuro de su portería. Lo hace con la frialdad de quienes saben que ningún ciclo es eterno. Y en ese diagnóstico, Unai Simón encaja de manera perfecta. Su sobriedad, su capacidad de liderazgo y su experiencia lo convierten en un candidato natural para liderar un nuevo tiempo bajo los palos azulgranas.
La caída del trono de Ter Stegen
Marc-André ter Stegen ya no es el intocable de otros tiempos. Su lesión al comienzo de la temporada dejó a la vista un declive que ya no es solo físico. Su rendimiento ha perdido esa frescura que durante años lo convirtió en símbolo de fiabilidad. La sensación en el entorno culé es clara. El Barça no quiere esperar a que el deterioro sea irreversible.
El arquero alemán, protagonista de grandes noches europeas, comienza a perder el respaldo absoluto de la directiva. Y en ese escenario, el nombre de Unai Simón toma fuerza con cada partido. Su figura representa todo lo que el club busca para su futuro. Seguridad, carácter, reflejos, pero también ese hambre competitivo que muchas veces marca la diferencia en la élite.
Desde la dirigencia ven en él un recambio natural. No uno que llegue para mirar desde el banco, sino alguien que pueda asumir el protagonismo desde el primer día. Un portero capaz de sostener la presión, de convivir con los focos, y sobre todo, de devolverle al Barça la sensación de invulnerabilidad en su última línea defensiva.
Entre fidelidades y ambiciones con Unai Simón
En Bilbao la lealtad es casi una religión. San Mamés no es solo el hogar del Athletic, es una declaración de principios. Allí, Unai Simón ha forjado su carrera con discreción y compromiso, convirtiéndose en emblema de una manera muy particular de entender el fútbol. Sin embargo, incluso las convicciones más firmes pueden tambalear cuando la oportunidad de subir otro escalón aparece en el camino.
La posibilidad de disputar la Champions de forma regular, de competir por títulos internacionales, y de proyectar su carrera a un nivel más alto, está presente. En los últimos encuentros, Julen Agirrezabala ha comenzado a compartir protagonismo bajo palos en duelos europeos. Una situación que en Barcelona leen como el inicio de un cambio de ciclo dentro del propio Athletic.
El contrato de Unai Simón con el club vasco se extiende hasta 2029. Pero los vínculos deportivos no siempre son tan sólidos como lo que está escrito en papel. Desde el Barça se preparan con paciencia. Ofrecen un proyecto ilusionante, minutos garantizados, y sobre todo, la posibilidad de dejar huella en una de las instituciones más grandes del mundo.
