Un estudio encargado por Justicia descarta que García Lorca esté enterrado bajo un parque granadino

Un estudio encargado por el Ministerio de Justicia ha descartado que los restos del poeta Federico García Lorca y de otras personas estén enterrados en el subsuelo de un parque de Alfacar (Granada), zona en la que el artista fue asesinado en agosto de 1936 y donde testimonios aseguraban que en unas obras en 1986 se encontraron huesos humanos.

Justicia informó de que la investigación ha sido realizada por expertos del Área de Geofísica Aplicada del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada, que el pasado 21 de enero envió los resultados a la Dirección General para la Memoria Histórica del Ministerio de Justicia.

Los expertos han analizado el entorno de la fuente situada en la placeta principal del Parque Federico García Lorca en Alfacar (Granada), tras lo cual descartan “la existencia de restos humanos enterrados en su subsuelo”. Este parque fue construido en el lugar de Alfacar donde se cree fue asesinado el poeta el 18 de julio de 1936.

La Dirección General para la Memoria Histórica, en colaboración con su homónima de la Consejería de Presidencia de la Junta de Andalucía, fue la que encargó el pasado mes de diciembre los análisis de esa zona del parque García Lorca de Alfacar ante las informaciones sobre la existencia de restos humanos allí enterrados, que habrían sido detectados durante las obras de construcción del recinto ajardinado en los años ochenta.

SIN “ANOMALÍAS” EN EL TERRENO

En la investigación del área señalada, el equipo del Instituto Andaluz de Geofísica ha utilizado como equipo transmisor-receptor un radar de subsuelo monocanal modelo SIR 3000 con una antena de 400 megahercios.

Ese equipo ha permitido obtener información solvente sobre las distintas capas que presenta el terreno: una primera superficial, correspondiente al empedrado granadino, de unos 10 a 15 centímetros de profundidad; una segunda capa consistente en un cimiento con forjado de hierro de también unos 10 a 15 centímetros de espesor, y, debajo de las anteriores, una capa de regularización de grosor irregular bajo la que se encuentra el terreno natural. El radar utilizado ha permitido explorar el suelo hasta una profundidad de 2,5 metros.

El análisis de los radargramas (imágenes del subsuelo obtenidas mediante la emisión de pulsos de energía electromagnética en la banda de radio-frecuencia) procedentes del exhaustivo barrido del terreno ha permitido a los expertos del Instituto Andaluz de Geofísica concluir que no hay “anomalías” que permitan sospechar la presencia de restos humanos en el subsuelo.