Lastra pide a Unidas Podemos que sean «socios leales» y no «guardianes de las esencias de la izquierda»

La portavoz del PSOE en el Congreso de los Diputados, Adriana Lastra, pidió este martes a los miembros de Unidas Podemos que se comporten como «socios leales» en un posible gobierno progresista, y no como «guardianes de las esencias de la izquierda».

En su turno en el debate de investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, Lastra subrayó que el Parlamento es el lugar del entendimiento, pero además ahora existe un «imperativo funcional» y la realidad es que están «obligados a entendernos».

Insistió en que no hay alternativa viable a la investidura de Pedro Sánchez y en que Unidas Podemos es el «socio preferente» para dar continuidad al proyecto de los últimos meses. «La izquierda sabe, puede y debe entenderse», aseguró, y por eso el Salario Mínimo Interprofesional subió a 900 euros, la sanidad pública volvió a ser universal y se acordaron los Presupuestos Generales del Estado «más sociales de la historia».

A pesar de las «discrepancias profundas», se mostró convencida de que existe «un camino para el entendimiento» y sería «un error histórico no conformar un gobierno progresista» que debe estar muy por encima de «legítimos intereses partidistas» y que exige dejar atrás «reproches» y «catastrofismo».

Lastra explicitó que la puerta al gobierno de coalición sigue abierta, «les esperamos en esa propuesta», a pesar de que la suma no llega a la mayoría absoluta y de la existencia de «diferencias sustanciales». Pidió a continuación de forma expresa a Pablo Iglesias que Unidas Podemos «respeten a este centenario partido», porque «ustedes no son la prueba del algodón de la izquierda de mi partido. Lo que necesitamos no son guardianes de las esencias de la izquierda, sino socios leales», le dijo, saludando a Concha Andreu, espectadora del debate desde la tribuna, que no es presidenta de La Rioja «por el maximalismo de una diputada» que acusaba a los socialistas de quererla solo «para llevar las maletas», lo cual recuerda al «mero decorado» del que hablaba Iglesias en sus reproches a Sánchez.

En su intervención, Lastra agradeció el acuerdo con el PRC, el tono y el compromiso del PNV, y la disposición de ERC aunque «a nadie se le escapan las diferencias». «Si somos capaces de bajar el tono de la discrepancia», dijo, «podemos llegar a entendimientos importantes para toda España y también para Cataluña».

Reprochó a Coalición Canaria que no esté junto a los partidos dispuestos a facilitar la formación de un gobierno, como corresponde a su trayectoria, y se dirigió después al PP y a Ciudadanos para concentrar sus críticas. A Albert Rivera, que el día anterior intentó «arrojarnos el terrorismo políticamente a la cabeza», le recordó que los socialistas tenían compañeros arriesgando su vida por defender la libertad mientras él «solo se jugaba un constipado por salir despelotado en carteles electorales».

Le pidió por ello «un poco de respeto cuando hable de valentía», y le recordó las palabras del histórico dirigente socialista Ramón Rubial cuando alertaba de que se pueden ganar y perder elecciones pero nunca se puede perder el alma. «¿Dónde está su alma?», preguntó a Rivera, reprochándole que se erija en baluarte de la regeneración mientras se convierte en «muleta» del PP en territorios donde lleva más de 20 años gobernando; que hable de «dignificación» de las instituciones negándose a hablar con quien ganó las elecciones y ha sido designado por el Rey para someterse a la investidura, y que se llame liberal mientras abre la puerta a la ultraderecha con «acuerdos tan vergonzosos que no se atreven a llamarlos por su nombre».

Le acusó de haberse acercado tanto a la ultraderecha «que ha perdido las referencias», y le recordó la necesidad de combatir la homofobia y el machismo, no a quienes se manifiestan contra ellos. Ante las quejas de los diputados de Ciudadanos, les pidió con sorna «que no monten el pollo hoy, eso ya lo hacen en las manifestaciones».

Dijo a Ciudadanos y al PP que son constitucionalistas y hombres de Estado «solo de boquilla», y recordó a Pablo Casado sus palabras cuando se preguntaba qué posición tendrían los socialistas si sacaran a su partido 52 escaños y dos millones y medio de votos. «No son 52, son 57, y son más de tres millones de votos», añadió, preguntándole si acaso «sus principios caducan a los tres años».

Acusó a esos dos partidos de haber «vendido su alma» y de tener un «extraño patriotismo» consistente en «proteger su parcela de poder pisoteando los derechos de sus compatriotas», y de haber rechazado a quien tiene la mano tendida para decantarse por «los del brazo alzado».