La Tierra batió en 2018 récords históricos de calor oceánico y subida del mar

El año pasado hizo historia en el planeta porque se batieron récords de calor oceánico y subida del nivel del mar, en tanto que los gases de efecto invernadero alcanzaron concentraciones “sin precedentes”, lo que ha elevado el aumento de las temperaturas mundiales hasta “niveles peligrosos”.

Así se recoge en la 25ª ‘Declaración sobre el estado del clima mundial’ de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que es la agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua, y que hizo público este jueves ese documento después de que el pasado sábado se celebrara el Día Meteorológico Mundial.

El informe indica que las señales físicas y los impactos socioeconómicos relacionados con el cambio climático son cada vez mayores debido a unas concentraciones “sin precedentes” de gases de efecto invernadero.

Además, en 2018 hubo una elevación récord del nivel del mar y el último cuatrienio incluye los cuatro años más cálidos jamás registrados. La OMM apunta que esta tendencia al calentamiento se inició a principios de este siglo y se prevé que continúe.

“Desde que se publicara la Declaración por primera vez, la climatología ha alcanzado un grado de robustez sin precedentes, y ha proporcionado pruebas fehacientes del aumento de la temperatura mundial y de circunstancias conexas, como el aumento acelerado del nivel del mar, la reducción de los hielos marinos, el retroceso de los glaciares y fenómenos extremos, tales como las olas de calor”, manifestó el secretario general de la OMM, Petteri Taalas.

Estos indicadores fundamentales del cambio climático se están haciendo más pronunciados. Así, los niveles de dióxido de carbono, que eran de 357,0 partes por millón (ppm) en 1994, cuando se publicó la Declaración por primera vez, alcanzaron las 405,5 ppm en 2017. Se prevé que las concentraciones de gases de efecto invernadero sean superiores en 2018 y 2019.

“NO PUEDE HABER MÁS DEMORAS”

La Declaración de la OMM sobre el clima mundial incluye aportaciones de los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales, una amplia comunidad de expertos científicos y organismos de las Naciones Unidas, y recoge con detalle los riesgos relacionados con el clima y sus impactos en la salud y el bienestar de las personas, las migraciones y los desplazamientos, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, y los ecosistemas oceánicos y terrestres.

“A principios de 2019 han continuado los fenómenos extremos, como es el caso reciente del ciclón tropical ‘Idai’, que provocó inundaciones devastadoras y la trágica pérdida de vidas humanas en Mozambique, Zimbabue y Malaui. Puede que se convierta en uno de los desastres meteorológicos más letales que hayan afectado al hemisferio sur”, señaló Taalas.

A inicios de este año, las temperaturas invernales diarias en Europa batieron récords de calor, mientras que se observó un frío inusual en América del Norte y olas de un calor abrasador en Australia; por su parte, la superficie del hielo del Ártico y la Antártida vuelve a estar muy por debajo de la media.

“Los datos que se publican en el presente informe suscitan gran inquietud. Los últimos cuatro años han sido los más cálidos jamás registrados, y la temperatura media mundial en superficie de 2018 estuvo aproximadamente 1°C por encima del valor de referencia de la era preindustrial”, indica en el informe el secretario general de la ONU, António Guterres, quien agrega: “Ya no puede haber más demoras”.

INDICADORES CLIMÁTICOS

Por otra parte, el informe indica que en 2018 se marcaron nuevos máximos de contenido calorífico de los océanos hasta los 700 metros de profundidad (datos desde 1955) y hasta los 2.000 metros (desde 2005), rebasando así los récords previamente establecidos en 2017. Más del 90% de la energía atrapada por los gases de efecto invernadero acaba en los océanos y el contenido calorífico brinda una medición directa de esa acumulación de energía en las capas superiores de los océanos.

Además, el nivel medio del mar a escala mundial fue aproximadamente 3,7 milímetros más alto que en 2017, lo que supone un nuevo récord. La pérdida acelerada de masa de los mantos de hielo es la principal causa del incremento en el ritmo de elevación del nivel medio del mar en el planeta.

En el decenio pasado, los océanos absorbieron aproximadamente el30 % de las emisiones antropógenas de CO2. El CO2 absorbido reacciona con el agua marina y modifica su pH. Este proceso se conoce como acidificación de los océanos y puede mermar la capacidad de los organismos marinos, como moluscos y corales que conforman arrecifes, para crear y mantener su caparazón y esqueleto.

La extensión del hielo marino en el Ártico se situó muy por debajo de la media durante 2018 y se mantuvo en niveles bajos sin precedentes durante los dos primeros meses del año. La máxima extensión anual, observada a mediados de marzo, fue la tercera extensión más reducida jamás registrada en un mes de marzo desde que en 1979 comenzaran las observaciones satelitales. La extensión mensual de hielo marino en septiembre registró el sexto valor más bajo para un mes de septiembre del que se tiene constancia.

La capa de hielo de Groenlandia ha perdido masa prácticamente cada año a lo largo de los dos últimos decenios. El balance de masa superficial se incrementó gracias a una caída de nieve superior a la media, en particular en la zona oriental de la isla, y a una estación de deshielo cercana a la media.

IMPACTOS CLIMÁTICOS

Por otro lado, el informe de la OMM indica que la mayoría de los peligros naturales que afectaron el año pasado a casi 62 millones de personas estuvieron asociados con fenómenos meteorológicos y climáticos extremos. Las inundaciones siguieron siendo el fenómeno con mayor número de afectados (más de 35 millones de personas).

Los huracanes ‘Florence’ y ‘Michael’ fueron dos de los 14 “desastres de miles de millones de dólares” que se produjeron en 2018 en Estados Unidos. El supertifón ‘Mangkhut’ afectó a más de 2,4 millones de personas y provocó la muerte de al menos 134 personas, fundamentalmente en Filipinas. En Europa, Japón y Estados Unidos se atribuyeron más de 1.600 muertes a las intensas olas de calor y a los incendios forestales.

En cuanto a la seguridad alimentaria, la exposición del sector agrícola a los fenómenos climáticos extremos amenaza con echar por tierra los avances realizados en la lucha para erradicar la malnutrición. Nuevos indicios apuntan a un aumento continuado del hambre en el mundo tras un período prolongado de disminución, según datos compilados por organismos de las Naciones Unidas.

De los 17,7 millones de desplazados internos que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) tiene registrados, el pasado mes de septiembre se contaban más de dos millones de personas en situación de desplazamiento debido a desastres relacionados con fenómenos meteorológicos y climáticos. Sequías, inundaciones y tormentas (incluidos huracanes y ciclones) son los fenómenos que ocasionaron la mayor cantidad de desplazamientos por desastres en 2018.

La OMM apunta que algunos efectos medioambientales del cambio climático son la decoloración del coral y la reducción de la concentración de oxígeno en los océanos, así como la pérdida de ‘carbono azul’ asociada con los ecosistemas costeros, como los manglares, las praderas marinas y las marismas; y la alteración de ecosistemas muy diversos. Cabe esperar que el calentamiento global contribuya a la disminución observada del oxígeno en alta mar y en las zonas oceánicas costeras, entre ellas en los estuarios y mares semicerrados.

(SERVIMEDIA)