Humillaciones en vídeo para ganar seguidores: más de 75.000 menores sufren ‘happy slapping’

Un informe presentado este jueves por Save the Children estima que algo más de 76.600 jóvenes entre 18 y 20 años han sufrido vejaciones en vídeo cuando eran menores mientras un tercero lo subía a las redes sociales para ganar seguidores, una forma de violencia que se está extendiendo en la Red y que puede tener consecuencias legales.

“Aumenta la popularidad de quien lo graba o de quien sube la agresión a las redes y es una forma de violencia de la que es muy difícil huir por la viralización de las imágenes”, explicó la directora de Políticas de Infancia de la ONG, Ana Sastre, en una rueda de prensa celebrada en Madrid para presentar los resultados de su investigación.

Según las estimaciones de Save the Children, esta nueva forma de violencia afecta a alrededor de un 5,74% de los niños, niñas y adolescentes españoles. Además, según su estudio, realizado entre 400 chavales entre 18 y 20 años, quienes sufrieron esta práctica apodada como ‘happy slapping’ conocían a sus agresores en el 61% de los casos, al tratarse de amigos o compañeros.

Y es que lo que diferencia esta violencia del resto de agresiones que se dan a través de Internet es la intencionalidad del agresor, que no estaría tan relacionada con hacer daño a su víctima sino con ganar popularidad o visibilidad en las redes sociales mediante “contenido entretenido o divertido”, explica el informe.

Aunque el término ‘happy slapping’ no aparece recogido como delito en el Código Penal, ya que se trata de una nueva forma de violencia como resultado del auge las redes sociales, sí se encuentra tipificado el trato degradante a través de Internet en el artículo 173, que establece una pena de prisión de entre seis meses y dos años para los autores.

Para el director general de Save the Children, Andrés Conde, la violencia en Internet se ha convertido en “un problema naturalizado”, ya que “decimos que son cosas de niños o, simplemente, que siempre ha existido o existirá”. Además, denunció la escasez de datos oficiales sobre el ciberacoso.

Según datos del Ministerio del Interior relativos a 2017, ese año se registraron 2.286 denuncias por ciberdelitos que tenían a menores de edad como víctimas. En su mayoría se trató de amenazas y coacciones o delitos sexuales, aunque los delitos contra el honor también estuvieron muy presentes con más de un centenar de casos denunciados.

De hecho, la ONG asegura que el 75% de los menores han sufrido violencia ‘online’ en algún momento de sus vidas, ya sea por acoso en redes, publicación de fotos íntimas (‘sexting’), chantajes de contenido sexual o sobornos o engaños a través de la red. Además, el informe sostiene que la mitad de los chavales habrían recibido material sexual o violento a través de las redes de forma involuntaria.

VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA INFANCIA

Según los autores del estudio, una de las violencias que más preocupan es la de género, que también se da entre los menores de edad. En este sentido, el informe apunta al ‘sexting’ sin consentimiento como una de las prácticas más extendidas, ya que el 3,74% de los encuestados afirman haberlo sufrido.

Esta práctica consiste en el envío de fotos íntimas en la pareja que, en el momento que surge un conflicto, una de las partes amenaza con difundir. “Cuando este material se difunde sin el consentimiento del menor, nos encontramos ante una forma de violencia”, señalan los autores, que cifran en los 14 años la edad en la que se comienza a dar esta práctica.

Ante esta situación, la ONG considera imprescindible que los padres estén formados para detectar cuándo sus hijos pueden estar siendo víctimas de violencia en la Red. Para ello, existen indicadores como un menor rendimiento en los estudios, irascibilidad o una merma en las relaciones sociales.

Asimismo, señalan a las empresas tecnológicas para que se les obligue a supervisar la edad a la que acceden los menores a las redes sociales e impidan el acceso a menores de 14 años, algo que se antoja difícil cuando el acceso de los menores a su primer teléfono inteligente se sitúa en los ocho años.

(SERVIMEDIA)