El Círculo de la Sanidad advierte de los efectos psicológicos que la crisis del coronavirus puede causar en los profesionales sanitarios

El Círculo de la Sanidad advirtió este jueves de los efectos psicológicos que la pandemia puede ocasionar en los profesionales sanitarios, por lo que exige que las administraciones les garanticen la atención que precisen para paliar potenciales secuelas o tratar de evitarlas en lo posible.

En este sentido, el presidente del Círculo de la Sanidad, Ángel Puente, señala que, si bien las consecuencias más tangibles de la pandemia que estamos viviendo “serán la enorme cantidad de pérdidas de vidas y una grave crisis económica y social”, no se pueden obviar otros efectos que perdurarán en el tiempo, “como los daños en la salud mental de los profesionales sanitarios”, así como de otros trabajadores esenciales que han seguido desarrollando su labor profesional durante lo peor de la pandemia bajo presión y en constante sensación de alerta.

Asimismo, avisa de efectos perniciosos en la salud mental de la población en general que ha visto su vida paralizada, estando confinada en su casa, con importantes pérdidas patrimoniales, como es el caso de autónomos, empresarios y personas que se han quedado sin trabajo, aunque sea de forma temporal, etc. “El mundo se ha parado y una crisis sin precedentes en casi un siglo va a dejar un enorme destrozo emocional, con duelos por el fallecimiento de seres queridos sin resolver”, añade Ángel Puente.

Por ello, reivindica la importancia de la salud mental, “que tradicionalmente ha sido poco valorada”, para hacer frente a esta situación. En este punto, elogia la labor de profesionales como psiquiatras, psicólogos, enfermeras especialistas en salud mental o de los trabajadores sociales.

ATENCIÓN A PROFESIONALES SANITARIOS

En concreto, Puente subraya la relevancia de prestar atención inmediata y suficiente a los profesionales de la salud, “porque no los podemos abandonar a su suerte tras la labor que han realizado y porque debemos asegurarnos de que estén en las mejores condiciones posibles por si volvemos a sufrir una nueva pandemia de este u otro virus en el futuro”.

Una postura que defiende el psiquiatra Alfonso Clemente, de HM Hospitales, quien, en primer término, destaca que se debe diferenciar entre dos grupos de profesionales sanitarios: los que tenían antes de la pandemia algún problema de salud mental, “que pueden sufrir recaídas o empeoramientos de su patología”, y los que carecen de afectaciones psíquicas previas, “que podrían verse afectados por alteraciones en su equilibrio emocional, aunque sea de forma transitoria, y se les debe prestar también atención”.

Del mismo modo, el doctor Clemente distingue entre los profesionales sanitarios que han atendido directamente a pacientes con COVID-19, pero de bajo perfil clínico y/o asintomáticos y estando “en primera línea de batalla” y, por tanto, inmersos en una permanente situación de alarma y sensación de exposición al riesgo, lo que, según explica, conlleva una carga tensional enorme.

Por otro lado, incide en el grupo de profesionales sanitarios que afrontan la atención al paciente grave, muy grave o crítico, “lo que les supone unos sufrimientos añadidos de frustración o impotencia por no haber podido hacer, en ocasiones, todo lo que querían debido a la limitación que hemos tenido de recursos”.

“Tampoco podemos olvidar al resto del personal sanitario que no ha trabajado con coronavirus, ya que ha afrontado y afrontan una sobrecarga de trabajo añadida, al asumir carga asistencial de otros compañeros que han pasado a asistir a pacientes con COVID-19”, precisa este especialista.

En cuanto a las alteraciones emocionales que, con más frecuencia pueden ir apareciendo, el doctor Clemente destaca los trastornos de ansiedad, trastornos del sueño, episodios depresivos leves y duelos tardíos. Eso sí, considera que el trastorno por estrés postraumático, con síntomas como ansiedad; pensamientos intrusivos reviviendo momentos dramáticos repetidamente; pesadillas; elevado tono de irritabilidad; alteraciones conductuales con tendencia al abuso de sustancias, y conductas evitativas, va a ser la afectación “más difícil de resolver”. Además, agrega que su incidencia está directamente relacionada con la proximidad y el tiempo que el profesional estuvo expuesto a la situación extrema.

Para afrontar y prevenir durante la pandemia estos posibles trastornos, el doctor Clemente apunta claves como intentar respetar el tiempo de la jornada laboral, encontrar espacios de desconexión, emplear técnicas de relajación y, “muy importante a la vez que fundamental, tratar de dormir lo mejor posible, pues es esencial para que el organismo pueda hacer su labor de reparación física y psíquica”. Para lograrlo, afirma que “existen unos consejos básicos de higiene del sueño que se deben de respetar pero, en caso de que no resulten efectivas y se dé la necesidad perentoria e inminente de mantenerse en plenitud de facultades para afrontar un día de duro trabajo, el individuo debería de vencer miedos y reticencias para que, siempre bajo control médico especializado , recurra durante un corto periodo de tiempo a algún tipo de fármaco para dormir, porque son muchos más los beneficios de poder descansar que los daños que el insomnio nos puede causar”.

En todo caso, el doctor Clemente destaca la importancia de que el Sistema Nacional de Salud (SNS) esté preparado para proporcionar atención psicológica suficiente a los profesionales sanitarios: “Cuanto más se demore la actuación, la probabilidad de cronificación de los efectos y de un posible desequilibrio emocional será mayor. Y no podemos permitirnos el lujo de perder a profesionales de esta valía y sobre todo con la experiencia de haber afrontado una pandemia, más aún si las previsiones apuntan a que pueden repetirse circunstancias muy similares”. Asimismo, defiende que “el sistema tendría que hacer un esfuerzo en gratificar con hechos a estos profesionales, como algún tipo de descanso añadido al margen de lo que corresponde”.

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