Los dispositivos móviles abocan a los menores de 8 años a una miopía precoz

Los niños menores de ocho años pueden presentar una miopía ocasionada por el uso diario del móvil. Puede parecernos un dato de escasa trascendencia, pero le concederemos la relevancia que merece si tenemos en cuenta que la miopía precoz incrementa los riesgos de desarrollar entre los más jóvenes una miopía magna o problemas oculares serios. El dato asusta y nos obliga a actuar.

Lo cierto es que la miopía que padecen los españoles ha aumentado una media de 1,75 dioptrías en los cinco últimos años, según una encuesta del Colegio Oficial de Ópticos y Optometristas de Cataluña (COOOC). Una vez más, el abuso de la tecnología parece esconderse tras estos datos ya que cerca de un 30 % de los menores de ocho años emplea a diario un móvil o tableta. De esta manera, su uso sin cortapisas está lastrando la vista de los más pequeños.

Debemos tener presente que el desarrollo temprano de este defecto refractivo tiene consecuencias, ya que lo más habitual es que el número de dioptrías de miopía de estos niños aumente paulatinamente con el paso de los años mientras su ojo crece. Así, cuando alcanzan el umbral de las cinco dioptrías, el riesgo de sufrir un desprendimiento de retina se eleva hasta veinte. También la posibilidad de padecer maculopatías –que pueden comportar la pérdida de la visión central del ojo– se incrementa hasta cincuenta. Por lo tanto, el dato resulta alarmante pues puede comprometer la salud visual de toda una generación.

¿Y qué hacemos al respecto? Pues, en primer lugar, restringir el uso de esos dispositivos y echar mano de algo tan sano y gratuito como el aire libre. Pues está comprobado que el sol estimula la producción de dopamina, que es una sustancia que impide el desarrollo de la miopía.

Pero si nos fijamos en los adultos, también observaremos que nuestra vista ha empeorado con el paso del tiempo con respecto a la de nuestros padres. Sin ir más lejos, en España existe un 62,3 % de personas que necesitan gafas para una correcta visión, mientras que un 9,4 % recurre a las lentillas.

Y puestos a analizar qué región es la que goza de mejor visión, advertiremos que son los castellano manchegos, ya que solo un 51,4 % lleva gafas. Por su parte, los canarios son los que peor ven, pues nos encontramos con 69,2 % que necesita sistemas de corrección.

Dicho todo esto, parece claro que toca tomar cartas en el asunto, pues la miopía tiene visos de convertirse en una pandemia que, además, es capaz de afectar a nuestros bolsillos. Así, para una persona miope este defecto de refracción puede acarrear un gasto de 300 euros anuales que deberá invertir en gafas o en lentillas, entre otros. Por su parte, quienes padecen miopía magna necesitan dedicar anualmente unos 11.000 € a su problema. En suma, la cuestión se pone seria y debemos esforzarnos por modificar las costumbres digitales de nuestros hijos y apostar por más horas de parque y juego al aire libre.