La relación entre el Covid-19 y el alzhéimer

El gran problema del Covid-19, hasta que por fin logre descubrirse una vacuna que sea efectiva y válida para gran parte de la población, de modo que se alcance la tan ansiada inmunidad de rebaño, no es tanto el índice de mortalidad de la enfermedad, que es relativamente bajo, sino su grado de desconocimiento y la afección que supone controlar la pandemia mediante medidas de aislamiento social, especialmente desde el punto de vista económico.

Además, sobresaturar los centros de salud para acoger a enfermos de coronavirus implica dejar de lado otros tratamientos e intervenciones que, en algunos casos, pueden ser urgentes. Ese es el caso de cirugías que se están posponiendo, tratamientos de enfermedades crónicas, e cáncer o las enfermedades neurodegenerativas.

La llegada de la vacuna supondría poder conocer a fondo cómo funciona este virus y que los especialistas sanitarios y científicos no dieran palos de ciego, como ha ocurrido especialmente durante la primera mitad del año, cuando no se conocía muy bien cómo actuaba la enfermedad.

No obstante, el desarrollo de una vacuna implica un tiempo muy elevado, en ocasiones incluso años de trabajo. Con el Covid-19 todo este proceso se está acelerando, pero esto no debe implicar resultados menos seguros. Es decir, la prisa no puede vencer a la ciencia.

Mientras llega esto, cada vez se van descubriendo más certezas sobre el coronavirus, una de ellas es que puede generar problemas graves de salud, en concreto sobre enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.

¿Cómo se relacionan coronavirus y alzhéimer?

Los enfermos de alzhéimer, según leemos en Tododisca, donde podemos estar al tanto de actualidad sobre salud, pueden verse más afectados por toda la crisis del coronavirus. Los expertos apuntan a que los pacientes con esta enfermedad y otras de carácter neurodegenerativo, así como sus cuidadores, son también grandes olvidados de la pandemia.

Una de cada seis personas mayores de 65 años y casi una de cada tres que superan los 85 padecen alzhéimer en España. El confinamiento ha afectado negativamente a este colectivo poblacional, pues se han visto cortados los núcleos de conexión con la sociedad. Además, en los casos en que estas personas residen en centros geriátricos o residencias, se ha sumado la alta incidencia del coronavirus.

Desde el inicio de la crisis se ha producido una ruptura con la asistencia a centros de día y asociaciones. Al igual que en los hospitales muchas intervenciones y tratamientos se han visto paralizados, con estas actividades que pretenden devolver calidad de vida a los enfermos de alzhéimer ha ocurrido lo mismo.

Un gran reto del coronavirus es no solo convivir con la enfermedad hasta que se diseñe la vacuna, sino que el propio Covid-19 no suponga un filtro o una brecha para la calidad de vida de personas ya enfermas.

La detección precoz como tratamiento preventivo de enfermedades neurodegenerativas

El alzhéimer, y otras enfermedades neurodegenerativas, tienen más opciones de ser controladas cuanto antes se detecten. Existen muchos síntomas que pueden advertir que se está desarrollando esta enfermedad, pero la clave es saber verlos a tiempo.

Esta detección precoz también comienza a ser propuesta para enfermos que han superado el Covid-19, pues varios estudios apuntan que estas personas tienen más posibilidades de sufrir enfermedades neurodegenerativas en el futuro, incluyendo también la demencia.

Un 36% de las personas que han pasado el coronavirus sufren problemas neurológicos, según la Universidad de Bonn en Alemania y las de Massachusetts y Michigan en Estados Unidos. El coronavirus puede generar cefaleas y dolores musculares, así como ictus, disminución del nivel de conciencia y crisis epilépticas, afirma Marta Marquié, de la Fundación ACE, dedicada a la investigación del alzhéimer.

El coronavirus invade el cerebro vía sanguínea o por transmisión neuronal, lo que obliga a una respuesta del sistema inmunitario que provoca una inflamación general de los órganos. A su vez, la falta de aire en los pulmones debido a la neumonía que produce el virus hace que no llegue suficiente oxígeno al cerebro. Se trata de todo una catarata de reacciones que acaba siendo importante en el inicio y progresión de enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.

La solución, a falta de más certezas médicas y científicas, pasa por proponer revisiones de memoria a las personas que han superado el coronavirus, especialmente aquellas que superan la barrera de los 50 años. El alzhéimer, así como otras enfermedades neurodegenerativas, no tiene cura a día de hoy, de modo que la detección precoz es la mejor vía para controlar la enfermedad.

El Párkinson, un ejemplo similar al alzhéimer

El impacto del coronavirus sobre los enfermos de alzhéimer se suma al que ejerce este mismo virus sobre los pacientes de Párkinson, otra de las enfermedades neurodegenerativas más extendidas de España.

En nuestro país, a pesar de que un altísimo porcentaje de estas personas están llevando a cabo medidas rigurosas de prevención para contraer la enfermedad, se ha observado que durante el confinamiento, un 65,7% de los enfermos percibió un empeoramiento de sus síntomas: bradiquinesia, alteraciones de la marcha, ansiedad, dolor, fatiga, depresión o trastornos del apetito son algunos de ellos.

Un estudio elaborado por el Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (GETM), en colaboración con el Observatorio Párkinson  de la Federación Española de Párkinson (FEP) y la Asociación Párkinson Galicia-Coruña, confirma ese hecho.

No existe evidencia de que los pacientes con Párkinson tengan un mayor riesgo de contraer Covid-19, pero sí es innegable que la pandemia está empeorando la función motora y el desarrollo de síntomas psiquiátricos, como estrés, depresión o ansiedad, en estas personas por el aislamiento y las restricciones de movilidad.

Plan del Gobierno para analizar el impacto del Covid-19 en las personas con discapacidad y dependencia

En este sentido, el Gobierno está trabajando en investigaciones para analizar el impacto que puede tener el coronavirus en las personas con discapacidad y dependencia, tanto en el plano de la salud como en el social y económico. Jesús Celada, director del Patronato sobre Discapacidad, afirma que la pandemia y el estado de alarma han afectado al normal desenvolvimiento de las reuniones familiares, sociales y laborales, con especial incidencia en los colectivos vulnerables.

Aunque todavía es pronto para afirmarlo, todo apunta a que las personas con discapacidad serán uno de los colectivos más afectados. Este estudio del Gobierno se centrará en ámbitos como el empleo, la educación, los servicios sociales y los derechos básicos.