Plásticos en el interior de tu cuerpo, ¿es posible?

En los últimos años ha crecido la preocupación por la proliferación de plásticos en el medio ambiente y su potencial tóxico. Pero no solo encontramos plásticos en el océano, en el Ártico y en el estómago de aves y peces. Científicos alertan de que también nuestro organismo contiene dosis cada vez mayores de microplásticos. Las repercusiones que pueden tener en la salud aún no están del todo claras. Ahora, gracias a una nueva técnica, será posible encontrar partículas de microplásticos y nanoplásticos en el cuerpo humano.

Los microplásticos miden menos de 5 milímetros de diámetro, mientras que los nanoplásticos tienen un diámetro inferior a 0,001 mm. Ambos provienen del desgaste y la abrasión de piezas de plástico más grande que se tiran al medio ambiente.

¿Y cómo llegan los microplásticos dentro de nuestro organismo? Según las investigaciones disponibles, principalmente a través de la comida, del agua que bebemos y del aire que respiramos, donde se encuentran microplásticos dispersos.

Los investigadores esperan encontrar partículas de plástico en órganos humanos, y ya han identificado restos químicos de ese material en algunos tejidos. Pero aislar e identificar correctamente fragmentos tan minúsculos no es sencillo.

Para probar su técnica, analizaron 47 muestras de tejido de pulmón, hígado y bazo extraídas de un banco de tejidos que investiga enfermedades neurodegenerativas. Aplicando su método, demostraron que era posible detectar el plástico en todas las muestras.

El experimento fue presentado en el encuentro de la American Chemical Society. Los investigadores aseguran que permitirá determinar los niveles de contaminación por plástico en el organismo humano.

“Sería muy ingenuo creer que hay plásticos en todos lados, pero no dentro de nosotros”, declaró Rolf Halden, de la Arizona State University. “Ahora estamos aportando una plataforma de investigación que nos permitirá ver eso que es invisible, esas partículas demasiado pequeñas para detectarlas a simple vista. Porque en ellas es donde está el riesgo para la salud”.

El método analítico desarrollado por los investigadores permite identificar docenas de tipos de plástico, incluido el polietileno tereftalato-poliéster o PET. Esta clase de plásticos es el que se utiliza para hacer botellas y bolsas.

En todas y cada una de las 47 muestras analizadas en el experimento hallaron bisfenol a (BPA). Esta sustancia, utilizada para hacer plástico, preocupa muy seriamente a la Agencia Estadounidense para la Protección del Medio Ambiente. “Hay muchas dudas sobre su potencial impacto en los niños y en el entorno”, dicen sobre ella.

“No queremos ser alarmistas”, asegura Varun Kelkar, miembro del equipo investigador, ”pero es preocupante que esos materiales no biodegradables se encuentren en todas partes, y más aún cuando desconocemos sus posibles efectos para la salud». Kelkar sostiene que «una vez que podamos hacernos una idea de qué hay en nuestros tejidos, haremos estudios epidemiológicos para establecer su impacto sobre la salud y los posibles riesgos”.

Charles Rolsky, también científico de la Arizona State University, sostiene que “en pocas décadas, pasaremos de ver los plásticos como un producto maravilloso a considerarlos una amenaza”.

Los investigadores examinan ahora tejidos para encontrar los microplásticos acumulados. Los donantes de tejido aportan información sobre su estilo de vida, su profesión y su dieta. Estos datos pueden ser muy útil para determinar por qué vías nos exponemos a los microplásticos.

Este nuevo método para extraer plásticos de los tejidos y analizarlo será compartido por Internet. De este modo, otros investigadores podrán aplicarlo y exponer sus hallazgos de una forma estandarizada. “Este recurso nos ayudará a construir una base de datos de la exposición al plástico. Así podremos comparar la exposición de organismos y grupos a lo largo del tiempo y en distintos espacios geográficos”, concluye Halden.